Hollywood se une al dolor de los padres

El dolor acostumbraba a ser una experiencia privada, especialmente para una cultura como la estadounidense, poco dada a mostrar sus sentimientos en público. Pérdidas tan grandes como la muerte de un hijo, por no tener, no tienen ni un término que las defina. 'Cuando alguien pierde a sus padres, se queda huérfano, ¿pero cómo defines el caso contrario?', pregunta el realizador Nanni Moretti. El cine no tiene la respuesta pero se une en el pesar, como muestra la temporada de filmes que se nutren y reflejan el mayor temor de cualquier padre, la pérdida de un hijo. Ésa fue la inspiración de La habitación del hijo, de Moretti, o de Los límites del silencio, drama que protagonizó Andy García, filmes que sólo han sido la avanzadilla de lo que llega ahora con En la habitación, Monster's ball y Lantana. También sufren los padres en Yo soy Sam y John Q., todos ellos unidos por el mismo dolor, aunque expresado de maneras tan diferentes como las formas en las que cada persona se reconcilia con la muerte. 'Se trata de un dolor tan inimaginable, tan antinatural, tan inconsolable, que ningún padre tendría que pasar por esa experiencia', asegura Spacek, madre de dos hijas.

Monster's Ball prefiere la unión de dos polos opuestos como los personajes que interpretan Halle Berry -también candidata al Oscar en esta edición- y Billy Bob Thornton, una pareja cuyo único lazo en común es la pérdida inesperada de sus respectivos hijos. En Lantana no deja de ser irónico que la persona que más sufre la muerte de su hija (Barbara Hershey) es aquella que como psicoanalista está más acostumbrada a dar consejos a los demás. Denzel Washington, protagonista de John Q., opta por la vía heroica ofreciendo su vida a cambio de la de su hijo, mientras que en Yo soy Sam, Sean Penn lucha desde sus minusvalías por la forma de seguir al cuidado de su única hija. 'Seguro que se han filtrado en el personaje trazos de mi propia experiencia como padre', afirma Penn, otro candidato al Oscar en esta edición por reflejar el dolor de un padre. 'Es inevitable que tu mente se pregunte cuán lejos llegarías por un hijo', corrobora Washington, orgulloso cabeza de familia de cuatro vástagos.

Pero la historia de Hollywood ha demostrado que no siempre el público disfruta viendo sus propios temores en la pantalla. Al menos así ha sido hasta la fecha, cuando sólo dos títulos como Gente corriente, dirigida por Robert Redford con Donald Sutherland y Mary Tyler Moore, o El turista accidental, protagonizada por William Hurt, se han convertido en títulos conocidos por el gran público y con el reconocimiento del Oscar. Meryl Streep ha perdido a dos hijos en la pantalla con Un grito en la oscuridad y La decisión de Sophie, y, más recientemente, Un mapa en el mundo o El dulce porvenir, mostraban el duelo de perder a un ser querido aunque fuera como parte de otra historia. Sin embargo, otros ejemplos no han pasado del conocimiento de los eruditos del cine, como el drama de George Cukor Edward My son, el filme de suspense de Nicolas Roeg Don't look now, o el dirigido por Sean Penn Cruzando la oscuridad. 'Uno no piensa en los gustos o preferencias del público cuando se plantea el tema de su próxima película. En mi opinión, es la mejor forma de expresar mi respeto por la audiencia', señala Moretti.

Algunos, como Nick Cassavetes, se han inspirado en su propia vida a la hora de plasmar su mayor preocupación. Con una hija nacida con un defecto cardiaco congénito, es sólo lógico su interés en un filme que, como John Q., refleja la lucha de un padre contra el sistema con tal de conseguir un trasplante de corazón para su hijo, al borde de la muerte. 'Me preocupaba el grado de sensiblería que podía tener el filme. Se trata de un tema muy cercano al corazón de Nick, tras todo lo que ha pasado con su hija, pero no quería caer en las tentaciones lógicas de algo tan personal', detalla Washington.