Un periodista italiano se desangra tras recibir seis disparos desde un tanque israelí
El Gobierno proseguirá su ofensiva en Ramala pese a la llegada del mediador estadounidense
Un periodista italiano, Raffaele Ciriello, de 42 años, del Corriere della Sera, murió ayer en la segunda jornada de la batalla de Ramala. Un artillero israelí, desde un carro de combate, a menos de 150 metros, le disparó seis tiros en el estómago. La muerte de este fotógrafo, el primer reportero extranjero abatido en esta Intifada, y las heridas provocadas en otros dos periodistas internacionales, un francés, que no quiso ser identificado y un egipcio, Tarek Hader, ilustran el drama que vive la ciudad. La ofensiva sobre los territorios continuará a pesar de la llegada hoy del mediador americano a la zona.
'Raffaele estuvo más de media hora tirado en el suelo, desangrándose, mientras los soldados del Ejército israelí impedían a las ambulancias y a los médicos acercarse. Finalmente unos muchachos palestinos de un campo de refugiados cercano, jugándose la vida, lo llevaron en andas y lo trasladaron a una clínica cercana. Murió antes de que le pudieran operar', explicaba ayer, compungido, uno de sus compañeros.
La muerte de Ciriello, cínicamente minimizada por un portavoz del Ejército israelí que responsabilizó indirectamente del hecho al propio periodista por adentrarse en una 'zona militar cerrada a los civiles', fue junto con la muerte del coronel Abu Fadi, el segundo de la Fuerza 17, especializada en la custodia de edificios, el acontecimiento bélico más importante del segundo día de la batalla de Ramala; una guerra de guerrillas, sin apenas disparos, que transcurre por las calles de la ciudad ante las tres cámaras invisibles de la cadena de televisión Al Watan, una cadena local que retransmite la batalla en directo las 24 horas del día.
Los carros de combate, los poderosísimos Merkava, deambularon ayer nuevamente, sin aparente rumbo fijo por las calles desiertas de Ramala, custodiando cada uno de ellos dos vehículos de transportes de tropas, mientras la población permanecía encerrada en sus casas cumpliendo un toque de queda no declarado. La orden de no salir a la calle afecta también al personal sanitario y a las ambulancias, y ha dejado a los centros sanitarios sin agua, oxígeno y medicamentos y con escasez de alimentos. 'Es como si el Ejército no tuviera ningún plan concreto de batalla y su único objetivo fuera insultarnos y humillarnos con su presencia', aseguraba uno de los vecinos de Ramala, mientras trataba de descifrar la estrategia del mando israelí.
Desde Jerusalén le llegó a media mañana la respuesta, al desvelarse que desde hace dos días el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, ha decidido por su cuenta y riesgo y en contra de la decisión del Gobierno congelar las operaciones sobre la ciudad y sus habitantes, propugnando así un repliegue inmediato.
La posición de Ben Eliezer, el laborista mas halcón del Gobierno, obedece a una iniciativa propia y a su ambición paradójica de convertirse en el líder del 'campo de la paz'. Pero también es una respuesta positiva a los requerimientos de Estados Unidos que había pedido que se declarara 'un alto el fuego' antes de la llegada hoy del mediador Anthony Zinni.
'Tú estás actuando por tu cuenta. Tú no estás cumpliendo las órdenes del Gabinete', gritó ayer enfurecido el primer ministro Ariel Sharon, en una reunión del equipo de seguridad, al descubrir la inactividad del Ejército. Eliezer no se mordió la lengua. Aseguró que era el jefe de las tropas, el que daba las órdenes a los soldados y que, si no era así, dimitía en el acto. 'Iros tú y todos los laboristas, dimitid y dejadme en paz', respondió Sharon al final de la discusión.
Fue simplemente una tempestad. Luego los dos generales se pusieron de acuerdo. Encerrados a solas, pactaron una tregua y anunciaron que por ahora no habrá alto el fuego unilateral y que la ofensiva militar, incluida la batalla de Ramala, proseguirá durante los próximos días, aunque 'el americano' esté aquí.
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