Solana propone una presidencia de la UE compartida por cinco o seis países
El jefe de la diplomacia europea defiende que el Consejo de la UE elija un presidente
Javier Solana, secretario general del Consejo de la UE, ha propuesto como alternativa al actual sistema de presidencias semestrales de la Unión que se formen 'cinco o seis grupos de países' para ejercer juntos esa función por un periodo más prolongado. Tras completar la ampliación, la UE estará integrada por 27 o 28 Estados, con lo que esos grupos también estarían formados por cinco o seis países 'de forma que se garantice la representatividad y se preserve la estricta igualdad entre los Estados'. Solana también propone que los líderes europeos, el Consejo Europeo, elijan 'su presidente'.
El presidente del Consejo Europeo permanecería en el cargo por un periodo que puede ser de dos años y medio. El documento, el primero que se realiza en el seno del Consejo para su propia reforma, será estudiado en la próxima cumbre de Barcelona y coincide, en parte, con las ideas lanzadas conjuntamente hace dos semanas por el canciller Schröder y el británico Tony Blair.
En el informe, de siete páginas, Solana describe varias alternativas. Una de ellas se refiere a la posibilidad de que 'algunos o todos' los presidentes de consejos de ministros sectoriales de la Unión permanezcan en esos puestos más de seis meses, una idea a la que se refirió hace dos semanas el ministro británico de Exteriores, Jack Straw. Esta hipótesis, como la de elegir un presidente del Consejo Europeo, idea también expuesta por el francés Jacques Chirac, o la de las presidencias conjuntas exigiría una reforma del actual Tratado de la Unión.
El informe también señala otras fórmulas que no exigirían reformar el Tratado, como mejorar la coordinación y cooperación entre las sucesivas presidencias o crear grupos o comités que garanticen esa coordinación.
Para Solana, tanto el Consejo Europeo (las cumbres) como el llamado Consejo de Asuntos Generales (los ministros de Exteriores, también encargados de preparar las cumbres, de la ampliación o del marco financiero de la UE), también deben reformarse.
El primero, como 'autoridad política suprema de la Unión', 'debe consagrar sus trabajos y debates en las orientaciones y grandes decisiones estratégicas', por lo que propone que de su agenda desaparezcan 'los informes, conclusiones o procedimientos parasitarios que obstaculizan las reuniones'. También plantea 'una drástica limitación' de las delegaciones de cada país en las cumbres.
Al referirse al Consejo de Asuntos Generales, del que afirma que 'hoy no cumple su misión de forma satisfactoria', sobre todo las no referidas a política exterior, sugiere que se cree un consejo de viceprimeros ministros de los Estados, o bien uno de ministros de asuntos europeos, o bien que se separen las funciones de política exterior y las demás.
Finalmente, Solana destaca 'la exigencia general' de que las cumbres o reuniones del Consejo de la UE se hagan 'con una transparencia', con acceso del público, al menos cuando actúa como legislador, de forma que el público pueda conocer no sólo qué vota cada cual, sino incluso las explicaciones de los votos.
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