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Lecciones de Tora Bora

EE UU cometió varios errores en Tora Bora que no quiere repetir en las cercanas montañas de Shah-i-Kot. En Tora Bora, donde cientos de talibanes y militantes de Al Qaeda se atrincheraron a mediados de noviembre pasado, el Ejército estadounidense dejó el asedio en manos de muyahidin locales -envió sólo a un puñado de soldados de sus Fuerzas Especiales- y no cerró las vías de escape a los radicales islámicos.

Los comandantes afganos subcontratados por EE UU para hacer el trabajo sucio en Tora Bora fueron Haji Zaman y Hazrat Ali, pertenecientes a distintas tribus pastunes y rivales irreconciliables. Por una combinación de desidia y falta de planificación, la entonces bautizada como 'última batalla de Afganistán' no llegó nunca a ser un verdadero asedio y acabó con tan sólo unas decenas de talibanes muertos y otros tantos prisioneros.

Quizá el error más grave cometido por EE UU en Tora Bora fue no cortar las salidas a los atrincherados, incluso las más obvias. El grueso de los radicales islámicos, y probablemente el propio Osama Bin Laden, consiguió huir hacia Pakistán con la ayuda de habitantes de las aldeas cercanas, a cambio de dinero. Según una investigación del diario estadounidense The Christian Science Monitor, el propio comandante Hazrat Ali, aliado de EE UU, dejó escapar a militantes de Al Qaeda y puso a controlar las posibles vías de escape a uno de sus subordinados, que había trabajado anteriormente para Bin Laden. Los combatientes de Al Qaeda le pagaron más dinero y consiguieron huir.

EE UU ha cambiado radicalmente su estrategia. Para la Operación Anaconda, en el cercano valle de Shah-i-Kot, ha enviado 1.200 soldados sobre el terreno, que combaten junto a fuerzas locales y de otros países de la coalición antiterrorista. El presidente provisional afgano, Hamid Karzai, afirmó ayer que el objetivo de la operación es acabar con los rebeldes y 'mandarlos al infierno'. Según Karzai, en cuestión de uno o dos días 'se acabará definitivamente con ellos'. Sin embargo, hay indicios de que EE UU puede verse de nuevo atrapado en disputas locales. Líderes pastunes de Shah-i-Kot afirman que comandantes rivales están engañando a Washington y aprovechando la guerra para resolver viejas disputas.

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