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Reportaje:

Castellón desde las alturas

La visita a la restaurada torre de El Fadrí se convierte en motivo de atracción en la Magdalena del 750 aniversario de la ciudad

María Fabra

Castellón recuperó ayer para los castellonenses uno de sus principales símbolos: El Fadrí. La rehabilitación del interior y exterior de este monumento, en el que se ubica el campanar de la capital de la Plana, ha devuelto la curiosidad por conocer qué es y para qué se construyó El Fadrí, (el soltero) que recibió este nombre por estar separado de la iglesia. Ayer día de Magdalena, lunes festivo en Castellón, fue también el día en el que la colla Pixaví, como todos los años, invita a visitar el campanario. La expectación fue máxima. Cientos de castellonenses y foráneos se acercaron hasta el campanario y no dudaron en esperar largas colas pese a que tras ellas les aguardaba una interminable escalinata para contemplar Castellón desde las alturas. Desde las cuatro de la tarde y a pie del campanario, cerca de media hora de espera para contemplar el primero de los elementos restaurados, que es la fachada de la torre, en la que se ha recuperado una leyenda de la época de Carlos II, aproximadamente de 1667, con la que, según los responsables de la restauración, se conmemoró una victoria de la época.

También en la parte inferior de la fachada, se pudieron ver ayer los clavos de los que los mercaderes se valían para colgar los toldos de sus comercios.

Después de casi un centenar de escalones, la Sala del Reloj, donde han aparecido representaciones que, posiblemente, se encuentren relacionadas con la inscripción de la fachada, ya que muestran una figura blandiendo una espada, relacionada con la Guerra de Cataluña.

Además, en la estancia se conserva la máquina del reloj de 1850. Un poco más arriba, la cárcel, uno de los espacios que despertó más interés y el que ha permitido dilucidar una buena parte de la historia del campanario. Además de las cuerdas para tocar las campanas y un pequeño altar dedicado a la Mare de Déu de la Cova Santa, los trabajos de limpieza y restauración de la letrina han permitido encontrar llaves de oro, monedas pertenecientes a los presos o un revólver, correspondientes a una larga época de tres siglos, entre 1600 y 1900, que, en un futuro, se expondrán en el interior del monumento.

En la parte más alta de la torre se encuentra la Casa del Campanero, en la que existen imágenes del siglo XX y una reproducción de los estantes originales de la habitación, pintados en tonos azules. El suelo original, junto al banco de la habitación que conserva las losas de la época, completa el legado histórico de la última sala de El Fadrí. Una sala que alberga en una de sus ventanas un reloj de sol de precisión, una pieza de la que sólo se conservan ocho ejemplares en todo el mundo.

Sin embargo, ésta no fue la única de las novedades que ayer depararon las fiestas de la Magdalena. Tras la polémica del pasado año, en la que las comisiones de gaiata se negaron a participar en la llamada encesa, molestos por la organización del acto, la Junta de Fiestas ha optado por separar las gaiates y el espectáculo de luz. Así, mientras en una parte de la ciudad los veinte monumentos de luz recibían su homenaje, en otro punto de la capital de La Plana llegaba el espectáculo de Iluminación Ornamental con la pervivencia del fuego y la música como elementos predominantes, con la música de El Amor Brujo, de la Danza del Fuego de Manuel de Falla, entre otras piezas, como fondo.

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Dicen que las fiestas de la Magdalena están evolucionando, aunque el monumento y símbolo principal, la gaiata, mantenga su tan criticada estructura y materiales. En cualquier caso, quizá por la celebración del 750 aniversario de la fundación de la ciudad o porque los actos resultan cada vez más participativos, el hecho es que las calles de Castellón están estos días más repletas que otros años.

Una <i>senyera</i> engalanaba la torre de El Fadrí, ayer durante las fiestas.
Una senyera engalanaba la torre de El Fadrí, ayer durante las fiestas.ÀNGEL SÁNCHEZ

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