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Europa pone en órbita el 'Envisat', el mayor satélite de observación de la Tierra

El lanzamiento perfecto del Ariane 5 despeja las incógnitas sobre el gran cohete de la ESA

El enorme observatorio Envisat, diseñado para estudiar y vigilar el medio ambiente terrestre con sus 10 avanzados instrumentos científicos, salió en la madrugada de ayer al espacio a bordo de un cohete Ariane 5 desde la base espacial europea de Kourou (Guayana Francesa). Sus observaciones de los océanos, los casquetes polares, la superficie continental y la atmósfera ayudarán a despejar muchas incógnitas sobre el clima y el cambio climático.

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Envisat alcanzó la órbita prevista a casi 800 kilómetros de altura y en órbita polar; durante los próximos cinco años tomará diariamente millones de datos. A la satisfacción de los responsables de la misión, de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y del consorcio industrial liderado por Astrium, que ha construido el Envisat, se sumó ayer la alegría de los encargados del cohete Ariane 5, que había sufrido problemas en algunos vuelos anteriores y que en esta ocasión funcionó perfectamente.

El espectacular encendido de los motores y propulsores del Ariane 5 irrumpió en el cielo nocturno prácticamente despejado de Kourou en la madrugada de ayer (a las 22.07 hora local, 2.07 hora peninsular española). El lanzador fue ganando altura y se perdió de vista en pocos minutos. Un cuarto de hora más tarde, las pantallas de control indicaban que el Ariane 5, con el Envisat a bordo, estaba ya a 650 kilómetros de altura y continuaba su ascenso a una velocidad de 6,6 kilómetros por segundo. Sin embargo, los aplausos de los responsables de la misión y de varias decenas de observadores e invitados al lanzamiento no empezaron hasta casi media hora después del despegue, cuando las señales indicaron que el observatorio, el satélite que ha costado 2.300 millones de euros y diez años de desarrollo, se había separado del cohete y comenzaba su andadura espacial en solitario. Poco después el Envisat desplegaba su gran panel solar (de 14x5 metros) y se ponía automáticamente en modo de seguridad.

'Es el satélite más grande, más caro y más complejo construido jamás en Europa', comentó José Achache, director del programa de observación de la Tierra de la ESA.

En seis meses

Un problema menor, motivado posiblemente por el fuerte viento que azotó la base de Kourou el miércoles pasado, puso un poco de emoción en las horas previas al lanzamiento. La desconexión de uno de los cables umbilicales que mantienen unido el cohete a los sistemas de soporte hasta el momento del despegue obligó a trasladar el Ariane 5 desde la plataforma de lanzamiento al hangar de ensamblaje del cohete para hacer las revisiones pertinentes. Finalmente, en la mañana del jueves, el gran cohete, de 50 metros de altura, salió de nuevo del hangar y quedó instalado en la base listo para salir al espacio.

En los próximos días, los controladores del Envisat enviarán órdenes al satélite para que despliegue la antena de su radar (ASAR), activarán el sistema de transmisión de datos y por último comenzarán a activar los instrumentos científicos, labor que durará casi dos meses. Tras las operaciones de verificación y calibración de todos los sistemas, comenzará la toma de datos, explicó Jaques Louet, director del proyecto. Dentro de seis meses está previsto que los científicos empiecen a recibir rutinariamente los datos de Envisat. Más de 700 grupos de investigación han solicitado trabajar con esta información.

El Envisat lleva 10 instrumentos científicos, que abarcan diferentes -pero complementarias- observaciones del planeta. Uno de los equipos estrella es el ASAR, un radar avanzado de alta resolución que permite registrar la dirección de las olas en los océanos, vigilar las superficies marinas, determinar la altura del nivel de las aguas, observar los casquetes polares y las zonas de desertificación y de deforestación, por ejemplo, en la tierra emergida.

En la transmisión de los datos de Envisat intervendrá un avanzado satélite de comunicaciones, el Artemis, que fue lanzado al espacio en julio del año pasado, también con un Ariane 5, pero que, debido a un fallo del cohete, se quedó en una órbita errónea. El Artemis ahora está en proceso de adquisición de su órbita correcta, una larga maniobra que permitirá que dentro de seis meses empiece a transmitir los datos del nuevo satélite de observación de la Tierra.

El problema en el lanzamiento del Artemis fue el funcionamiento incorrecto de la segunda etapa del Ariane 5, que se apagó antes de tiempo y dejó el satélite a 18.000 kilómetros de altura en lugar de a 36.000 kilómetros. El equipo de investigación determinó que el fallo se produjo por acumulación de agua en el motor de esa segunda etapa, explicó en Kourou un responsable de Arianespace. El fallo provocó una enorme preocupación entre los responsables de este cohete, del que se han lanzado ya 11 unidades, pero que había dado problemas en varias ocasiones, incluida la catastrófica explosión del primero en 1996.

Tras las modificaciones técnicas pertinentes en los últimos meses, ayer el cohete funcionó bien. 'Ariane 5 está de nuevo perfectamente operativo', declaró con gran satisfacción Jean Marie Luton, director general de Arianespace, tras el lanzamiento del Envisat.

España, en la misión

'Creo que la participación de la industria española en Envisat ha sido la más importante y avanzada hasta ahora', comentó en Kourou, tras el lanzamiento de este satélite, Pedro Méndez, director de la división espacial de la empresa CASA. 'Nosotros hemos tenido contratos por unos 50 millones de euros, aproximadamente la mitad de la participación industrial española. Ha sido un reto importante y es un éxito importante'. Esta empresa ha hecho la estructura principal del satélite, una plataforma de 2.770 kilos de peso, así como otros componentes.

Para Vicente Gómez, director del CDTI (Ministerio de Ciencia y Tecnología), que representa a España en la ESA, Envisat ha supuesto 'una aportación muy fuerte, tanto por el volumen económico contratado como por la tecnología y por las oportunidades para los científicos, y el objetivo es solucionar problemas medioambientales'. Gómez destacó en Kourou la participación de investigadores españoles en varios instrumentos científicos de Envisat, especialmente en el espectrómetro Meris para registrar la coloración de los océanos y así conocer su actividad biológica; el monitor para vigilar el ozono en la atmósfera Gomos, y el espectrómetro atmosférico Schimachi, pero comentó: 'La cuestión es aprovechar toda la información, los millones de datos que se van a obtener, para que resulten útiles en el estudio y gestión de la Tierra'.

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