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Un líder racista gana apoyos en Holanda hablando contra el islam

Los sondeos dan a Fortuyn 20 escaños en los comicios de mayo

Isabel Ferrer

Con la cabeza rapada, traje de raya diplomática y automóvil con chófer, la imagen de Pim Fortuyn, de 54 años, candidato a jefe del Gobierno holandés por su partido, Lista Fortuyn, resulta por lo menos sorprendente en un país acostumbrado a los políticos sobrios. Que el recién llegado abogue por el cierre de las fronteras a los inmigrantes, en especial musulmanes, y la abolición del artículo primero de la Constitución, que protege contra la discriminación, ha sorprendido a sus más veteranos rivales.

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Sobre todo porque el discurso populista y con tintes de extrema derecha del recién llegado le valdría 20 de los 150 escaños parlamentarios de celebrarse ahora las elecciones legislativas del 15 de mayo. Pim Fortuyn no es un desconocido para los votantes holandeses. Fue catedrático de Sociología en la Universidad Erasmus de Rotterdam, ciudad en la que reside, y ha escrito una columna de opinión en Elsevier, un semanario de prestigio.

Sus ideas radicales sobre la necesidad de que Holanda, un país pequeño y superpoblado con sus 16 millones de habitantes, ponga coto a la inmigración llenaban sus notas. Vertebran asimismo su obra Contra la islamización de la cultura. Tampoco ha ocultado su condición de homosexual. Al contrario, ha convertido sus preferencias íntimas en una de las principales armas de su campaña política. Orgulloso de vivir en un país tolerante, si llega al poder espera impedir que 'culturas atrasadas como la musulmana' consideren unos indeseables a los que buscan parejas del mismo sexo.

'Si pudiera solucionar los aspectos jurídicos de la inmigración, no entraba en Holanda un solo musulmán más. No es que odie el islam, pero es una cultura retrógrada', declaró a principios de febrero al rotativo De Volkskrant poco antes de sufrir el primer revés en su fulgurante campaña política. Acababa de ser elegido candidato por el partido Leefbaar Nederland, algo así como Holanda Habitable. Horas después de patrocinar 'el control de lo que se dice y enseña en las mezquitas', su propio partido le echó por radical.

La respuesta del político holandés que más a gusto aparece frente a las cámaras de televisión fue rápida. Ha formado su propio partido, Lista Fortuyn, y ha logrado lo impensable. De convocarse ahora las elecciones, obtendría unos 20 escaños. A base de restarle votos al partido liberal VVD, hoy con 38 escaños, y al de centro izquierda D66 (14 escaños), que forman la actual coalición gobernante junto con el socialista PvdA (45 escaños), ello bastaría tal vez para forzar su entrada en un nuevo pacto de gobierno o erigirse en la oposición.

Confundidos por el poder de atracción de un aficionado, los políticos más experimentados del país habían optado por ignorarle. Un error que ahora tratan de subsanar con llamadas a la serenidad firmadas hasta por Wim Kok, actual primer ministro, partidario de no dejarse arrastrar por este inesperado frenesí. Un intento de calmar los ánimos algo tardío, porque la presencia de Pim Fortuyn ha favorecido la reaparición de ideas racistas que eran un tabú en la sociedad holandesa.

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