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Reportaje:

Un refugio para la prensa rusa

Los periodistas de un canal cerrado hacen televisión a través de la radio

Pilar Bonet

¿Puede un canal de televisión refugiarse en una emisora de radio y suplir la imagen con otros recursos? Un grupo de periodistas rusos está demostrando que el experimento no sólo es posible, sino incluso atractivo. La aventura comenzó a fines de enero, cuando el comentarista estrella Yevgueni Kiseliov y su equipo se quedaron sin trabajo después de una controvertida decisión judicial que obligó a cerrar TV6, el canal perteneciente al magnate Borís Berezovski. Pocos meses antes, los mismos periodistas se vieron en una situación parecida, al tener que abandonar NTV, el canal que había sido controlado por Vladímir Gusinski, el otro magnate ruso enfrentado al Kremlin.

Tras la clausura de TV6, que sale a concurso en marzo, Kiseliov y los suyos estaban en la calle. Entonces, Alexéi Venedíktov, el director de El Eco de Moscú, les tendió una mano y les hizo sitio en sus angostos estudios. El Eco de Moscú tenía una Redacción de 80 periodistas y una audiencia de 600.000 personas en la capital rusa y de cuatro millones en todo el país, gracias a una red de emisoras afiliadas en 60 ciudades, incluida Vladivostok, en el Pacífico.

'Hay que hacer que los oyentes nos lean y debemos transformar la entonación en gesto'

Tras el 'desembarco' de los 232 profesionales de TV6, la audiencia de El Eco de Moscú en la capital rusa se ha multiplicado por tres y los ingresos por publicidad se han duplicado, según cuenta Venedíktov, que ha hecho realidad su lema: 'Lo real es la radio y lo demás son apariencias'. 'Antes éramos una emisora de radio que aparecía a menudo por la televisión. Ahora tenemos una televisión que se emite por radio', dice.

Yevgueni Kisiliov montó de nuevo su informativo semanal Itogui; Svetlana Sorokina, el programa de debate Glas noroda (La voz del pueblo); Mijaíl Osokin se puso a elaborar 'boletines radiofónicos' en lugar de 'telenoticias', e Irina Zaitseva, a presentar sus entrevistas distendidas en Geroi bez galstuk (El héroe sin corbata). El resultado ha sido original y cada periodista vive la experiencia a su modo. Víctor Shenderóvich, famoso por un brillante programa de guiñol, no añora la imagen para sus comentarios mordaces. 'Hay que hacer que los oyentes nos vean, y para ello debemos transformar la entonación en gesto', señala. 'Entraremos en las casas por la cañería del agua si es necesario, porque creemos que incluso personas que no son nuestros admiradores notan cómo se ha deteriorado la libertad de prensa en este país', dice. Osokin, un antiguo profesional radiofónico, ha recuperado el hábito de leer noticias para las ondas, aunque ahora tiende a describir movimientos o colores, como si se dirigiera a los ciegos. Sus noticiarios destacan aspectos de la realidad ignorados por las cadenas de televisión estatal, como las denuncias de las operaciones de limpieza de los militares en Chechenia. A María Shájova, en cambio, le costó adaptar su programa Dáchniki, que está dedicado a las mansiones y colonias de veraneo en los alrededores de Moscú. Al llegar a la emisora, Shájova tenía varios espacios listos, con muchas imágenes y poco texto. Tuvo que escribirlos de nuevo y sustituir las imágenes de la casa en ruinas donde vivió la poetisa Marina Tsvetáyeva por la descripción verbal de la casa. 'El texto me quedó muy largo y lo tuve que leer al galope, interrumpida por los boletines informativos y junto a un monitor que transmitía deportes. Nunca había sudado tanto', dice Shájova. Profesionales de televisión y de radio comparten estudios, ordenadores y teléfono. Para entenderse, han confeccionado una lista con las equivalencias entre el argot televisivo y el radiofónico. El equipo de TV6, que en conjunto está formado por más de mil personas, tiene dificultades económicas. La cantidad dada por Berezovski para las nóminas no basta para todos. El Eco de Moscú les paga la simbólica cantidad de un rublo al mes. Por eso, su voluntad de seguir trabajando es un acto de resistencia para mantener la moral y la forma psicológica.

Tras la llegada del equipo de TV6, El Eco de Moscú tuvo que enfrentarse a problemas inesperados y Venedíktov opina que no ha sido casualidad. Uno de los accionistas de la emisora, aparentemente un testaferro del monopolio estatal del gas ruso, pidió que se reuniera el consejo de directores y reclamó todos los puestos de la junta directiva para gente de su confianza. La incertidumbre sobre el futuro hace temer nuevos éxodos. Venedíktov ha anunciado que competirá en un concurso para adjudicar otra emisora con el nombre de Radio Arsenal. El equipo de TV6, por su parte, negocia con dos grupos financieros para tratar de recuperar -por concurso- el canal perdido. En El Eco de Moscú trabaja también hoy una maquilladora. La apariencia de los periodistas es importante, ya que los programas se graban para su difusión por Internet. Por si acaso, su página web (antes www.ntv.ru) se ha trasladado al extranjero, y ahora es www.ntvru.com. Así, piensan, siempre habrá un último bastión donde refugiarse.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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