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Reportaje:

Bush, Ruiz-Gallardón y Jessy Manzano

Ruiz-Gallardón se entrevista con los más representativos políticos de Florida al más puro estilo estadounidense

Antonio Jiménez Barca

Uno de los objetivos del viaje estadounidense de Alberto Ruiz-Gallardón, que finalizó ayer, se ha cumplido. El presidente de la Comunidad se ha entrevistado con los dos políticos más representativos del Estado de Florida: el alcalde del condado de Miami-Dade, Álex Penelas, demócrata, pero amigo de privatizar 'hasta la entrega de comidas en la cárcel', y el gobernador Jeb Bush, de casi dos metros de alto, republicano, hijo y hermano de presidentes de EE UU, cuya primera frase fue un sonriente 'a mí me gusta el capitalismo'. Ruiz-Gallardón se entrevistó con ellos siguiendo las normas de 'donde fueres, haz lo que vieres', esto es, al más puro estilo americano. Alguno pensó estar participando más en una teleserie de las de después de comer que en una visita institucional.

El jueves, la delegación española, compuesta por una cincuentena de personas, la mayor parte empresarios con intereses en EE UU, visitó la capital del Estado de Florida, Talahassee, que en lengua de los antiguos pobladores significa 'ciudad vieja'. En una avenida no muy grande de esta ciudad pequeña y muy tranquila se yergue el descomunal edificio del Capitolio, alto como la Torre de Madrid, solitario y algo desconcertante en medio de un barrio de casitas de dos plantas. Allí, a las tres de la tarde (hora habitual para estos actos en Florida), aguardaba Bush. Mientras ambos políticos departían en privado, los miembros de la delegación pasaron, pastoreados por un ayudante del gobernador llamado Jessy Manzano (procedente de la República Dominicana y sin ninguna relación con el alcalde de Madrid), a una sala de conferencias con una tribuna y atril. Algunos aprovecharon la espera para hacerse, subidos a ella, unas fotos de recuerdo.

Un rato después, Jessy Manzano alzó el brazo y exclamó: 'Atención, cinco minutos para que llegue el gobernador'. Exacto: a los cinco minutos volvía Manzano a levantar la mano: 'El honorable presidente Ruiz-Gallardón y el gobernador de la Florida, Jeb Bush'. Entraron los dos en la sala. Se encendieron las cámaras de televisión. Todos los asistentes se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir. Los ayudantes del gobernador se colocaron a la derecha. Bush, en un perfecto español sólo ensombrecido por una pronunciación que a veces recordaba algo a la del hombre del anuncio de Fritos, dio la bienvenida a la delegación, señaló que iba a hablar poco para que todos pudieran preguntar y luego se despachó con un discurso de casi diez minutos que finalizó con la misma frase con la que empezó: 'Soy capitalista. Y entiendo que las empresas privadas funcionan mejor que los programas gubernamentales, y ahora, las preguntas'. Alto, fuertote, aparentemente simpaticón, con una corbata chillona que se parecía a las que hace tiempo llevaba Luis Aguilé, llenó tanto la escena que Ruiz-Gallardón se vio obligado a preguntar el primero: '¿Puedo hablar?'. 'Sí, claro, perdone', respondió el gobernador. El presidente del Gobierno regional improvisó un discurso muy breve en el que recordó, como ha hecho a lo largo del viaje, los lazos que unen a Florida y a España, y añadió: 'Aquí tiene usted, gobernador, a los mejores empresarios de Madrid, que es lo mismo que decir de todo nuestro país'.

Después, Bush contestó que conocía España ('ustedes saben bien lo que es la buena vida, pero nosotros tampoco somos tontos en eso, je, je'), recordó que EE UU 'está en guerra y esto afecta a la economía'. Los periodistas y los empresarios querían preguntar más, pero Manzano, como en las películas de gobernadores, advirtió: 'No hay más preguntas para el gobernador'. Aquí aprovechó Bush para informar de que su ayudante 'no tiene novia todavía'. Nadie de la delegación se dio por aludido. Después, los empresarios se hicieron una foto en grupo con el gobernador y la delegación salió pitando hacia Orlando, donde ayer visitó dos empresas punteras, una estadounidense, especializada en construir componentes para equipar aeropuertos, FMC Technologies, y otra española, Indra, que construye en esta ciudad simuladores de vuelo. La primera, que cuenta con una sede en Alcalá de Henares, va a invertir este año más de mil millones para ampliar su producción en la Comunidad de Madrid, según adelantó Ruiz-Gallardón.

Este acto significó el final del denso viaje del presidente de la Comunidad, que a lo largo de una semana ha visitado tres ciudades, cuatro empresas especializadas en tecnologías punta, dos universidades y se ha entrevistado, además de con políticos, con representantes de los principales hombres de negocios de Florida. Ha sido la primera vez que Ruiz-Gallardón, en un desplazamiento oficial, pisa suelo de Estados Unidos. A su cargada agenda se sumaron en todo momento los empresarios que, junto al consejero de Economía, Luis Blázquez, comprobaron de primera mano, y muchas veces a matacaballo, la manera norteamericana de producir. 'El objetivo del viaje era ayudar a los empresarios madrileños a mejorar sus posiciones en Estados Unidos; ahora, el éxito definitivo depende de ellos', manifestó el presidente antes de emprender el vuelo de regreso a España.

NAP, el centro del centro

La delegación española ha recorrido varios centros empresariales de alta tecnología en este viaje, pero nada comparable con la visita al NAP de Miami. Este NAP es una especie de enchufe de los enchufes, o centro del centro, o nudo del nudo, donde las empresas de telecomunicaciones se sirven de una infraestructura para poder desplegarse en Internet. Dicho de otra manera: es la empresa que fabrica las autopistas de peaje de la comunicación. Los clientes pagan al mes una cantidad astronómica y pueden servirse de esta red privada, amplia y veloz. Las medidas de seguridad eran impresionantes: detectores de metales ultramodernos, porteros gigantes, control de pasaportes, prohibición de cámaras. '¿Por qué no podemos meter las cámaras?', preguntó un periodista. 'Porque esto es secreto', respondía un representante de NAP. Tras las medidas de seguridad y la introducción, la delegación pensó que iba a entrar en una factoría del futuro, mezcla de La guerra de las galaxias y Allien; pero lo único que se veía era una habitación amplísima llena de cables del tamaño de una farola. 'Será muy importante, pero a mí me parece una tienda de reparación de neveras', dijo uno de los miembros de la delegación. 'Esto es secretísimo', insistía la presentadora. Con todo, Ruiz-Gallardón manifestó que su deseo es que el primer NAP que se construya en España se ubique en la Comunidad.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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