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Reportaje:

La crecida de las aguas

Euskadi y Navarra triplicarán su oferta termal con la apertura de cuatro balnearios

Mikel Ormazabal

Euskadi y Navarra triplicarán en los próximos años su oferta termal con la apertura de cuatro balnearios, dos en cada comunidad. La propuesta turística de salud se reduce en estos momentos a dos instalaciones con aguas minero-medicinales, Zestoa y Fitero, que ofrecen entre ambas cerca de 700 plazas de alojamiento. Vizcaya y Álava reabrirán en 2004 balnearios en Orduña y Sobrón, respectivamente, mientras que el Gobierno navarro está estudiando la viabilidad de ubicarlos en Elgorriaga y Betelu.

En Vizcaya, el Ayuntamiento de Orduña ha dado luz verde a la rehabilitación del histórico edificio de la Aduana, construido en 1782 por orden del rey Carlos III, para su recuperación como un balneario (ya lo fue a finales del siglo XIX) que tendrá 40 habitaciones y salones. Las obras comenzarán a fines de este año y podría inaugurarse en 2004.

Las instalaciones termales constarán de cuatro piscinas que recogerán el agua del manantial de La Muera, un barrio situado en las afueras de Orduña. Este agua tiene propiedades que favorecen la regeneración de la piel y están indicadas para mejorar la circulación de la sangre. El proyecto de rehabilitación de este edificio neoclásico, actualmente semivacío (sólo están ocupadas unas dependencias para alojar servicios del consistorio), supondrá una inversión cercana a los 3,78 millones de euros (630 millones de pesetas).

El proyecto para la recuperación del balneario de Sobrón es una iniciativa de la Diputación alavesa, que incluso ha iniciado conversaciones con una empresa dispuesta a asumir la explotación de las futuras instalaciones. Se trata del grupo empresarial que también gestiona el balneario de Arnedillo, en La Rioja.

Clausurado hace siete años, el establecimiento termal de Sobrón también estará abierto al público en 2004 si las obras comienzan en septiembre de este año. La entidad foral cederá a la citada empresa el actual hotel y el manantial de aguas terapéuticas, a cambio de que la iniciativa privada cargue con el peso principal de la inversión, que suma 4,9 millones de euros (815 millones de pesetas). Los gestores de Arnedillo costearán las dos terceras partes del gasto y el resto se financiará con fondos europeos, según Carlos Samaniego, teniente de diputado general de Álava.

El complejo termal de Sobrón, que fue erigido como balneario en 1858 al amparo de sus aguas medicinales, constará de una piscina climatizada y baños romanos, además de salas de tratamiento, saunas y una zona de relax. El agua captada de dos manantiales cercanos está especialmente indicada para tratar disfunciones nutritivas y del metabolismo.

Mercedes Rodríguez, directora de Ordenación Turística del Gobierno, se felicita porque la apertura de estos nuevos equipamientos suponen 'recuperar patrimonio para poner en valor turístico dos edificios emblemáticos'. A su juicio, Sobrón y Orduña 'completarán la oferta de Euskadi' y permitirán 'impulsar el turismo de ocio mediante la creación de circuitos de comercialización', lo que supondrá 'un motor económico para estas zonas'.

El Gobierno de Navarra también ha decidido aumentar su oferta termal, que en la actualidad se reduce a los baños de Fitero, aunque la posible apertura de otras dos instalaciones se halla en una fase muy incipiente. El Ejecutivo foral ha encargado al Ministerio de Fomento el estudio de viabilidad de sendos proyectos en Elgorriaga, en el Pirineo navarro, y en Betelu, localidad fronteriza con Guipúzcoa. El primero contaría con un hotel de 90 plazas con una inversión de 6,11 millones de euros (1.100 millones de pesetas), de los que el Gobierno central asumiría la mitad; el Ejecutivo foral, el 30%, y el 20% el Ayuntamiento.

El proyecto de Betelu está más verde aún. Durante más de 150 años fue un gran balneario frecuentado por la aristocracia y la realeza española que veraneaba en San Sebastián, pero en 1966 cerró sus puertas y cayó en ruinas. Las tres fuentes termales de Betelu, propiedad del Ayuntamiento, están siendo explotadas en parte en la actualidad por una empresa privada para embotellar agua natural.

Los dos supervivientes

A fines del siglo XIX, los balnearios vivieron su máximo esplendor en el País Vasco. Entonces existía una treintena de estas instalaciones, destino preferente de la opulenta burguesía y aristocracia española. Esa época dorada fue decayendo paulatinamente durante las primeras décadas del siglo pasado, cuando cerraron casi todos. Su adaptación como hospitales, escuelas o sede de órdenes religiosas trajo el ocaso de la mayoría. Sólo perduran hoy los de Zestoa y Fitero. El de Zestoa acaba de cumplir su primer centenario. Las propiedades curativas de sus aguas fueron descubiertas en 1760. Hoy sus aguas están indicadas especialmente para problemas del aparato nutritivo y del riñon. Destruido casi en su totalidad en 1983 por unas inundaciones, ha florecido después fiel a su estilo original y da servicio con un hotel de 130 habitaciones. El de Fitero es el complejo hotelero más visitado de Navarra. Cuenta con dos establecimientos que suman 445 plazas, cada uno con instalaciones termales propias. De sus manantiales afloran aguas a 52º, indicadas para enfermedades reumáticas y respiratorias.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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