_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reválida

¡País ignorante! Es verdad lo que dice Aznar: éste es el país del fracaso escolar. Expresión ambigua. ¿Es el escolar el que fracasa, o es el país el que no le saca adelante? ¿Desde cuándo? No tiene razón en cambio Aznar cuando se defiende de la historia, como dijo en el homenaje a Altamira (me da apuro verle en la Residencia: hay incompatibilidades). La historia es torpe, está mal escrita, deformada, pero de ella salen algunas lecciones. Éste no fue siempre un país de ignorantes. Tuvo un siglo XIX enormemente vivo -tanto, que Franco decía mucho 'el maldito siglo XIX'-, con impregnaciones de la Revolución Francesa, intentos de anticlericalismo, ciertas luces de la Ilustración, conspiradores republicanos. Salió de él el XX, que fue, en materia de cultura y de enseñanza, el mejor de toda la historia de España: un siglo de oro del pensamiento, las ciencias, la investigación: el siglo de la Institución Libre de Enseñanza.

Más información
Totalitarismo democrático

Pero Franco desterró la cultura, la persiguió, la encerró, la expulsó y la sustituyó por la falsa enseñanza: se falsificó la historia y la ciencia, y hasta los grandes matemáticos fueron mal mirados. Se prohibió a los escritores, a los filósofos, a los poetas. Se hizo un cine bestial y un teatro aniñado. Se formaron en las escuelas y las universidades, con paso por el Frente de Juventudes, las personas que habían de llegar al poder: bancario o ganadero, científico y político, empresarial. Salieron de sus escuelas y universidades, aunque algunos tuvieron la suerte de que en sus casas los pudieran limpiar de la suciedad académica (pero no han llegado a nada: sabían demasiado).

Es un acontecimiento biológico y sociológico: las generaciones se suceden, y ha llegado ahora una de las peores. Es la de Aznar y los chicos que jugaban con él de niño, y los de las fincas y las cazas. Es natural que de esta generación no ilustrada, no laica, no culta, estén saliendo escolares a los que se hace fracasar, sin ninguna creencia en lo que aprenden. Se enseña lo increíble: no se lo creen. Su subconsciente les hace ver que todo va mal, y su instinto zoológico los lleva al regreso. Aunque sea por lo mecánico, lo administrativo, lo más tonto: la reválida, la enseñanza privada, el regreso a los oficios. Por eso me causa cierta grima ver a Aznar en la Residencia. Llega con demasiados años de retraso y no a aprender, sino a enseñar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_