Detectores de mentiras ecológicos
Investigadoras de Granada estudian cómo los insectos reflejan el trato dado al olivar
Mercedes Campos y Francisca Ruano, investigadoras de la Estación Experimental del Zaidín de Granada, empujadas por el 'el requerimiento social de olivares ecológicos, con la mínima cantidad de insecticida posible', según Ruano, buscan desde hace tres años un método fiable, barato y sencillo que refleje sin ningún género de dudas cuál ha sido el tratamiento que el agricultor le ha dado al olivo. Pero para dar ejemplo de ecologismo, no buscan un chivato químico parecido a alguno de los existentes, que les indique si se ha abusado o no del abono u otros productos de síntesis. Ellas pretenden que sean los insectos los que se lo digan, que se conviertan en bioindicadores.
Francisca Ruano recuerda que no hay que desdeñar la importancia de la certificación ecológica de un aceite, ya que está en juego no sólo la calidad, sino las subvenciones y, por qué no, la salud. Hasta ahora, el método habitual para determinar la cantidad de residuos químicos que quedan en el olivo después de haber sido tratados, y que podría transmitirse en parte al aceite, consiste en un costoso análisis de las hojas del olivo o del suelo del olivar en un laboratorio especializado. En el equipo de Campos y Ruano trabajan también dos investigadoras de su laboratorio y tres especialistas de la Universidad de Granada, uno de ellos, Alberto Tinaut, que lleva casi 25 años estudiando a las hormigas.
La búsqueda y comprensión de estos bichitos chivatos ha obligado al equipo científico a identificar en estos años más de 120.000 artrópodos en las tres plantas de olivar en las que han trabajado, todas ellas en la zona de los Montes Orientales granadinos. Cada una de estas plantas olivareras pertenecía a un tipo de cultivo distinto: ecológico, convencional con uso extensivo de productos químicos y un tercero al que sólo se le regaba con insecticidas y productos por el estilo cuando era estrictamente necesario. El descubrimiento de este equipo ha sido precisamente descubrir que el trato químico que recibe el olivar determina con exactitud qué tipo de colonia animal se formará en ese lugar. O de otro modo, que la combinación de insectos que hay en cada uno de los olivares sirve de indicio para determinar qué tipo de manejo concreto le ha dado cada propietario a su olivar en lo que a química se refiere.
Aunque ya han publicado sus primeras conclusiones en revistas científicas, a este equipo todavía le queda muchas horas delante de un microscopio. Según Francisca Ruano, hay mucho por hacer: los 120.000 artrópodos que han identificado pertenecen a 22 órdenes diferentes, pero aún les queda por descender en la singularización de los biochivatos hasta definir con precisión qué comunidades de animales viven en cada tipo de plantas de olivar.
Cuestión de química
La investigadora Francisca Ruano explica que lo interesante es conseguir que no sea un único animal el que determine el tipo de cultivo, ya que eso 'requeriría que el agricultor tuviera una alta especialización para encontrarlo e identificarlo'. Lo ideal, según esta investigadora, es encontrar un grupo de animales que sea fácil de identificar y que evite el fraude de hacer pasar por ecológicos olivos que no lo son. Tres son los tipos de cuidados básicos que se les aplica a los olivares. En el convencional, un calendario fijo establece un determinado número de tratamientos químicos preventivos, independientemente de que los árboles estén afectados o no por alguna enfermedad. En el caso del olivar integrado, un especialista, por lo general un ingeniero técnico agrícola, hace el seguimiento de los árboles y de las plagas y, cuando lo considera necesario por la gravedad y el peligro de la enfermedad del olivo, aplica el tratamiento químico-sanitario pertinente. En el extremo contrario de los cuidados convencionales está el olivar ecológico. En este caso, quedan prohibidos la mayoría de tratamientos químicos así como muchas técnicas convencionales de fertilización y cuidado de plagas. Francisca Ruano está convencida de que muchos olivareros acabarán pasándose a la agricultura ecológica: 'En el olivar está comprobado que la naturaleza es capaz de controlar perfectamente las plagas' y, según ella, es sólo cuestión de tiempo que esto se entienda. Reconoce que a veces se queda atónita con algunas de las cosas que oye por la calle sobre este asunto. Hace poco, refiere, oyó a alguien decir que las naranjas tratadas químicamente tenían que ser mejor precisamente gracias a ese tratamiento químico. 'Parece que no se dieran cuenta de que esos residuos químicos acaban tarde o temprano en el organismo', dice. En general, la agricultura ecológica evita el uso de productos químicos sintéticos en tratamientos para las enfermedades de los árboles y para la eliminación de malas hierbas. Por otro lado, intenta que el cultivo se lleve adelante, en la medida de lo posible, gracias al uso de agentes orgánicos que contribuyan a mejorar la calidad del suelo.
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