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Segovia acoge el 'mensaje bíblico' de Marc Chagall

Un total de 80 obras -óleos, esculturas, cerámica, gouaches, grabados, ilustraciones para revistas y un tapiz- integran el Mensaje bíblico de Marc Chagall (1887-1985) que se expone, hasta el 10 de marzo, en las salas del Torreón de Lozoya, de Segovia, en una de las contadas monográficas que se pueden apreciar sobre lo que fue la parte más significativa de la obra de uno de los pintores más relevantes del siglo XX.

La Biblia fue un tema en el que Chagall trabajó de forma permanente. Procedente de una humilde familia judía rusa, Chagall, impulsor de la llamada Escuela de París, lejos de ceñirse a las corrientes artísticas de su época, basó su trabajo en la libertad y en la inspiración poética. Como recuerda su nieta, Meret Meyer Graber, los mensajes poéticos y metafóricos de amor y paz que impregnan silenciosamente la obra pictórica de su abuelo aspiran a templar y reforzar el ánimo y la tolerancia.

Recuerdos

La exposición, organizada por Caja Segovia, con motivo del 125º aniversario de su fundación, comienza con los paisajes de Tierra Santa realizados en una visita a Palestina, en 1931 -El Muro de las Lamentaciones o El recinto de Jerusalén-, y con un apartado especial de interiores de sinagogas en Polonia, cuando aflora el antisemitismo, en 1935 -La sinagoga de Vilna-, o las escenas cotidianas de las familias judías en La fiesta.

Chagall, precursor del surrealismo al trabajar en el mundo de los recuerdos, arrancó con su Mensaje bíblico (1931-1983) a raíz de un encargo de Ambrois Vollard, para ilustrar la Biblia, del que se pueden apreciar 12 grabados. A estas obras se añaden otros de tema religioso que el pintor abordó desde los inicios de la II Guerra Mundial y durante su exilio en Estados Unidos, como el boceto de La caída del ángel, varias crucifixiones y los gouaches que sirvieron para ilustrar el Antiguo Testamento en la revista Verve, en 1956, entre otros.

Tras la persecución y el holocausto, en 1955, Chagall continuó por el camino de este mensaje, incorporando el mundo de su infancia, aparte de abordar la temática del momento con escenas de sinagogas incendiadas, soldados de la revolución rusa o la figura del judío errante. Todas ellas aparecen en la exposición junto a bocetos y obras sobre los dos primeros libros de la Biblia y el Cantar de los Cantares, entre 1956 y 1966.

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