Un estudio demuestra que los pacientes con colesterol elevado ven peor los colores
La pérdida de visión cromática puede considerarse un aviso precoz de infarto
Los pacientes con altos índices de colesterol no pueden apreciar toda la riqueza cromática que hay, por ejemplo, en un arco iris. Un estudio realizado con 416 personas ha demostrado que los enfermos con hipercolesterolemia ven peor los colores que quienes están sanos. Según una investigación publicada en la Revista Española de Cardiología del mes de diciembre, la causa es que el exceso de colesterol produce 'un fallo eléctrico' en la zona de la corteza cerebral que concentra la función visual, que a su vez induce a la pérdida progresiva de la capacidad para captar la variedad cromática. El estudio concluye que ese deterioro visual es además 'un aviso' del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
Las neuronas que procesan el color son buenos marcadores del riesgo cardiovascular
El trabajo fue realizado con dos grupos de 208 personas. En uno se agruparon los pacientes con más de 200 miligramos de colesterol por decilitro de sangre (hipercolesterolemia) y en otro, los que tenían sus niveles por debajo de esa cifra y, por lo tanto, no tenían este factor de riesgo. Todos fueron examinados para descartar cualquier otra enfermedad, tanto general como de la vista. Después ambos grupos fueron sometidos a una prueba oftalmológica específica -el análisis computerizado cromático (ACC)-, que permite determinar la calidad con la que el paciente ve los colores y que apenas dura cuatro minutos. Los resultados fueron concluyentes: el 93% de los enfermos en los que se detectaron fallos visuales para captar la amplitud cromática pertenecía al grupo que tenía el colesterol alto.
El autor del trabajo, el investigador y neurooftalmólogo Antonio Alcalá Malavé, aclara que el deterioro visual es tan sutil que los pacientes no llegan a percibirlo, aunque la prueba oftalmológica del color (ACC) sí es capaz de detectarlo. Y añade: 'El estudio demuestra que existe una fuerte asociación entre hipercolesterolemia y las áreas visuales de la corteza cerebral. De ahí que años antes de que una persona sufra un infarto, empiece a perder la capacidad para percibir la riqueza de los colores. Dicho de otra forma, que los pacientes que pueden sufrir un infarto son avisados por su visión mucho tiempo antes. Por eso, el análisis computerizado cromático es un predictor precoz de riesgo cardiovascular'.
El estudio, realizado en colaboración con el Departamento de Bioquímica Clínica y Biología Molecular de la Universidad de Málaga, viene a concluir que las neuronas que procesan el color son excelentes marcadores del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Hace un año, el mismo investigador demostró que las células de la corteza cerebral que analizan la luz también son indicadores de ese riesgo, trabajo que fue premiado por la Real Academia de Medicina como mejor estudio de cardiología.
El fallo no se produce porque haya un depósito de colesterol, como en el caso de la arterioesclerosis, sino porque el exceso de esta grasa provoca 'un fallo eléctrico' en las zonas del cerebro en las que se concentran las funciones de la visión (áreas 17, 18 y 19), que a su vez desencadena una pérdida progresiva de la capacidad de percepción de los colores.
Pero si la investigación publicada en la Revista Española de Cardiología demuestra que la pérdida de la capacidad de captar toda la variedad de colores y la posibilidad de padecer un infarto van asociadas, otra prueba realizada por el mismo neurooftalmólogo confirma esa relación, aunque en un sentido inverso. Durante cuatro años sometió a cerca de 200 pacientes, divididos en tres grupos, a tres tratamientos diferentes para reducir el colesterol. Aquellos que recibieron la medicación que normalmente se utiliza para prevenir el infarto -40 miligramos diarios de pravastatina- fueron los que más recuperaron la percepción cromática. Esta dosis fue la misma que se empleó en el estudio WOS (Escocia, 1995) y que en un 33% de los pacientes logró evitar la muerte por infarto.
'Es decir, que se pueden conseguir dos objetivos al mismo tiempo, sacar a un paciente del riesgo de sufrir un infarto y que recupere su visión del color. Éste es un efecto secundario positivo del tratamiento más habitual de prevención del infarto que se desconocía', explica Alcalá Malavé.
Con este segundo estudio, el investigador ha sido admitido como académico en la Real Academia de Medicina de Cádiz.
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