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Reportaje:

La insuficiencia cardiaca se ha duplicado en 15 años

Medio millón de españoles sufren esta dolencia, la primera causa de ingreso en mayores de 65 años

En apenas 15 años se ha duplicado en España la insuficiencia cardiaca, cuyas dos primeras causas son el infarto de miocardio y la hipertensión arterial. Esta patología, que puede afectar a distintas edades y es primer responsable de ingreso hospitalario en los mayores de 65 años, representa en un sistema público de salud como el español el 2-3% del total del gasto sanitario. Uno de cada 10.000 enfermos es tributario de trasplante de corazón, alternativa que sólo está indicada en los menores de 60 años. El año pasado se practicaron en España 340 trasplantes por esta dolencia.

En torno a la mitad de estos pacientes precisa hospitalización dos veces al año, con una estancia media de una a dos semanas. Esta elevada necesidad de ingreso en un centro sanitario está en gran parte producida por una mala adherencia al tratamiento médico.

La edad media de los enfermos es de 77,2 años, con un ligero predominio femenino
En el 80% de los casos la causa es un infarto de miocardio al que ha sobrevivido el paciente

Un estudio realizado durante 2001 por el Grupo de Trabajo de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), pendiente de publicación en la revista Medicina clínica, revela que la edad media de los enfermos es de 77,2 años, con un ligero predominio en el sexo femenino (57,3% mujeres y 41,7 varones).

Uno de los datos que más ha llamado la atención de esta investigación epidemiológica, realizada sobre 2.145 pacientes ingresados en los servicios de medicina interna de 51 hospitales de todo el territorio nacional, es que más de la mitad de los pacientes (58,9%) son analfabetos funcionales, hecho que repercute directamente sobre un mal cumplimiento terapéutico.

A juicio de Pedro Conthe, secretario general de la SEMI y coordinador del Grupo de Trabajo de Insuficiencia Cardiaca de esta sociedad científica, se observa claramente el bajo grado de información que el paciente tiene sobre su enfermedad.

'Y este fenómeno', explica, 'no se debe sólo a que más de la mitad de los enfermos no sepan leer lo escrito por su médico o el folleto de los medicamentos, sino también a los propios médicos, porque hasta hace muy poco tiempo este problema ha sido uno de los grandes olvidados de los gestores de la sanidad. El informar adecuadamente al paciente de los riesgos de su problema y de la importancia de la adherencia terapéutica, así como del seguimiento y los reajustes de tratamiento a que a veces tiene que ser sometido, requieren mucho tiempo por parte del médico y este factor es uno de los más escasos en la sanidad pública'.

En este estudio también se ha hallado que una cuarta parte de los enfermos sólo tienen diagnóstico clínico (a partir de los síntomas y de pruebas sencillas), por lo que no siempre se respeta la tendencia actual de confirmar la dolencia mediante ecocardiograma. Se constata igualmente que el 67,4% tiene algún tipo de discapacidad física o mental y el 60% tiene comorbilidad (otras enfermedades). Este hecho, que conduce a la polimedicación, compromete aún más la observancia del tratamiento.

'Sin embargo, al contrario que en países como Estados Unidos o los del norte de Europa, en España más del 83% de estos pacientes viven acompañados y cuentan con un gran apoyo familiar, cuando apenas el 7,3% se encuentran en residencias geriátricas y el 6,3% están solo', indica el coordinador de este trabajo e internista del hospital Gregorio Marañón de Madrid.

A juicio de Jordi Soler, jefe del servicio de Cardiología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona y único experto español miembro del Grupo de Trabajo de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Europea de Cardiología (SEC), esta enfermedad tiene peor pronóstico en sus fases más avanzadas que algunos tipos de cáncer.

'Está producida', indica este especialista 'por una disfunción ventricular, que a su vez está provocada por aquellas enfermedades del corazón que actúan sobre el ventrículo izquierdo, como la patología coronaria, es decir, el infarto y la angina, la miocardiopatía, la hipertensión arterial y las valvulopatías. Observamos que en el 80% de los casos la causa es un infarto de miocardio al que ha sobrevivido el paciente'.

A tenor de la explicación de Soler, la insuficiencia cardiaca se caracteriza por la disminución de la capacidad del corazón para bombear sangre a todos los tejidos, lo que genera una irrigación insuficiente a los diferentes órganos, así como una acumulación de líquido en los pulmones y en el resto del organismo.

Puede haber una primera fase en la que no aparezcan síntomas o éstos sólo se presenten en situaciones de esfuerzo, según advierte Francisco Fernández-Avilés, director del Instituto de Ciencias del Corazón (Icicor), perteneciente al hospital público Universitario de Valladolid.

'A medida que la enfermedad progresa', cuenta, 'los síntomas se van haciendo más evidentes y, según la severidad del proceso, aparecen en situaciones de cierto esfuerzo, como subir escaleras o correr, disnea o sensación de ahogo, fatiga y edemas o retención de líquidos en los pulmones, el abdomen y las piernas. En las fases más avanzadas el paciente puede llegar a acusar estas manifestaciones en tareas tan cotidianas como vestirse, asearse e incluso en absoluto reposo.'

Hasta hace relativamente poco tiempo la atención médica que se dispensaba a este proceso crónico en el ámbito de la cardiología era inferior a la que exigían su elevada incidencia y mortalidad, en virtud de lo que admite Fernández-Avilés.

'En la década de 1990 se ha profundizado considerablemente en el conocimiento de la fisiopatología de este síndrome, así como en su diagnóstico y tratamiento. Ahora sabemos mucho más que hace pocos años de la repercusión de este trastorno en los tejidos, el riñón y el sistema neuroendocrino y su relación con otras alteraciones cardiacas y extracardiacas, como las arritmias y la enfermedad tromboembólica. También disponemos de nuevos predictores de la evolución y de un gran arsenal terapéutico, dentro del cual se encuentran nuevos fármacos, y otros, como el grupo de los betabloqueantes, que antes estaban totalmente contraindicados en este proceso'.

Preparación de una intervención de coronaria.
Preparación de una intervención de coronaria.ASSOCIATED PRESS

Prevención y control en atención primaria

La insuficiencia cardiaca es manejada por cardiólogos, internistas y médicos de familia. Los dos primeros grupos consideran que en el 80% de los pacientes el proceso puede ser controlado en el ámbito de la atención primaria por el médico de familia, en colaboración con el cardiólogo de área. A juicio de Carmen Moliner, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC), aunque el manejo del enfermo suele requerir una atención multidisciplinaria, el médico de familia debe ser el primero en sospechar del diagnóstico. 'Es más', añade, 'puede hacer incluso cierta prevención de la enfermedad actuando sobre la hipertensión y otros factores que van deteriorando la función ventricular y que abocan a insuficiencia cardiaca. Además, al ser el médico de familia el que suele tener más contacto con el enfermo, puede hacer una gran labor de educación sanitaria informando de los riesgos del problema y de la trascendencia de seguir las prescripciones farmacológicas y de estilo de vida'. En este sentido, la SEMFYC y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) acaban de publicar conjuntamente una guía para este tipo de paciente, escrita en un estilo claro y divulgativo, que el médico facilitará gratuitamente a los interesados . José María Lobos, coordinador de este manual por parte de la SEMFYC, considera que la guía 'ofrece respuestas a todas las posibles cuestiones, dudas o problemas que el enfermo y sus cuidadores puedan plantearse en relación con la enfermedad', desde la causas y los síntomas hasta la alimentación y el estilo de vida más adecuados, la práctica regular de ejercicio físico moderado y los medicamentos. 'Está comprobado', destaca, 'que los pacientes mejor informados por su médico son mucho más disciplinados, más colaboradores en el tratamiento y más respetuosos con todas las prescripciones facultativas, y esto influye en la mortalidad y la calidad de vida'. Cuando la detección de la insuficiencia cardiaca se hace en fases tardías, el 50% de estos pacientes muere en un año. Otro 50% fallece a los cinco años si la enfermedad evoluciona rápidamente por un diagnóstico tardío, un tratamiento inadecuado y edad muy avanzada. Sin embargo, se observa que sólo entre el 10% y el 30% de los pacientes son detectados en las primeras fases y están bien controlados.

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