Las interferencias electorales en Francia
ESTE AÑO HAY ELECCIONES GENERALES en Alemania y presidenciales en Francia. En cualquier situación su resultado influiría en el devenir de Europa. Pero mucho más lo va a hacer en una coyuntura de enfriamiento económico. Los dirigentes que han de ser votados pueden ser castigados por unos ciudadanos que no distinguen bien si las causas del paro, los desequilibrios de las cuentas públicas o la recesión tienen su epicentro en EE UU o son consecuencia de una política económica autóctona mal dirigida.
En Francia, después de tres años de crecimiento envidiable para muchos países europeos, se ha desacelerado fuertemente la economía y el desempleo lleva varios meses aumentando. A cien días de que el conservador Chirac y el socialista Jospin (este último, previsiblemente) se disputen la presidencia de la República, distintas fuerzas no directamente políticas -o mejor dicho, no directamente partidarias- se han puesto en movimiento con el ánimo de influir en el resultado de los comicios y en la aplicación de las ideas que se hagan dominantes a partir de ese momento de la primavera.
La precampaña francesa ha empezado: los partidarios de una globalización alternativa pretenden influir en la izquierda, y la patronal asedia a la derecha para hacerle cómplice de sus propuestas. No hay neutrales
Ha dado el pistoletazo de salida la Asociación por una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), una poderosa ONG -poderosa por el número de afiliados- que se extiende por muchos países y que plantea una globalización alternativa que comenzaría por el establecimiento de un impuesto a los movimientos de capitales especulativos. ATTAC acaba de celebrar una multitudinaria asamblea en el Zénith de París, con la participación de más de 6.000 personas, en la que se ha lanzado el manifiesto Otro mundo es posible. Muchos de los responsables de ATTAC se trasladarán esta semana a la ciudad brasileña de Porto Alegre a participar en el II Foro Social Mundial, una alternativa al Foro Económico de Davos, que este año se celebrará en Nueva York. Pero no sólo ellos. Según Le Monde, también harán el viaje a Brasil seis ministros del Gabinete Jospin, tres candidatos a la presidencia de la República y el secretario general de los socialistas, François Hollande. Ello puede interpretarse como que las propuestas de los partidarios de la tasa Tobin, más allá de la misma, permean las ideas de la izquierda establecida. Los primeros ironizan ahora con lo sucedido en Argentina: es heterodoxo poner puertas al capital, pero en cuanto hay una crisis la primera medida que se toma es que los ciudadanos no puedan sacar sus ahorros de los bancos (el corralito).
En el lado opuesto, también ha pedido sitio en la campaña el Movimiento de las Empresas de Francia (MEDEF), la patronal gala, que se está convirtiendo en la cocina de ideas de las fuerzas conservadoras. Es curioso que mientras la patronal quiere influir en el centro derecha francés, éste huye como de la peste de que se le identifique en demasía con los empresarios organizados: en vez de darles votos, esta relación peligrosa se los quita. La MEDEF acaba de celebrar un congreso extraordinario en Lyon, al que han acudido unos 2.000 dirigentes empresariales, que han defendido la necesidad de una reforma y la reducción del papel del Estado, la rebaja de los impuestos directos y la revisión del sistema de seguridad social. La patronal reclamó el 'derecho de injerencia' en la campaña electoral.
La última interferencia en el tiempo ha tenido como protagonista al Consejo Constitucional Francés, máxima instancia judicial del Estado. Este organismo acaba de hacer pública una sentencia que afecta directamente a la credibilidad económica del Gabinete socialista, por la que rechaza una parte crucial de la ley de modernización social, que regula las condiciones de los despidos empresariales. Según el Consejo, esa ley restringe tanto las circunstancias de los despidos que pone en peligro la competitividad de las empresas francesas y limita la libertad de acción de sus responsables.
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