Células madre
Leo últimamente, en las páginas de Opinión y Cartas de los lectores de los diarios, muchas opiniones contrarias a las investigaciones de células madre embrionarias 'para uso terapéutico', y me sorprende ver la facilidad con que algunas personas pretenden imponer sus prejuicios apelando a la voluntad de Dios con tal de salirse con la suya: 'Esto es así porque Dios lo quiere'.
La fe o la creencia en Dios no demuestra su existencia real, por tanto, nadie debe tratar de imponer como verdad absoluta lo que no es más que una creencia. O sea: aceptar como cierto algo que no se ha demostrado.
¿Y si después de todo Dios no existe? Yo soy ateo, y pienso que tras esta vida no hay nada más y, aunque no tengo miedo a la eternidad, sí deseo vivir el mayor tiempo posible: al fin y al cabo los humanos es lo único que verdaderamente tenemos, la vida, lo demás es añadido. ¿Por qué no alargar, pues, la vida el mayor tiempo posible? ¿Para qué se inventó, si no, la medicina?
Si puedo ser donante de sangre o de órganos para salvar vidas, ¿por qué no voy a poder donar yo mi semen, y la mujer su óvulo, para crear un embrión con fines terapéuticos y donarlos a personas que lo necesiten y deseen curarse de alguna enfermedad grave?
¿Es más antinatural donar sangre u órganos que semen...? ¿Acepta Dios la donación de órganos para salvar vidas? ¿Acaso no ha sido voluntad de Dios que la persona a quien se va a salvar la vida con un trasplante muera, y por eso le envió la enfermedad? ¿Entonces, quién es el hombre para trastocar los planes de Dios? ¿Donación de órganos sí, celulas madre no?
Que las personas de fe dejen ya de imponer su creencia (que no certeza) al común de los mortales: esto no es cuestión de creer o no creer, esto es cuestión de supervivencia.Si luego, una vez muertos, resulta que los de mi bando estamos equivocados y es cierto que Dios existe, que Él nos juzgue (si procede) cuando nos pille por la banda. Mientras tanto, los hombres no son quienes para obligar ni juzgar a nadie en su nombre, y mucho menos cuando está en juego la existencia.
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