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Columna
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El Dorado de la equidistancia

Salvo que el PSE renuncie al Estatuto y a la Constitución, el PNV no le va a conceder el salvoconducto de la equidistancia. Salvo que renuncie a esos dos referentes institucionales fundamentales, el PNV y ETA le va a seguir ubicando en el otro frente del conflicto. Una manera de hacerlo, frustrada por el documento de síntesis de la gestora del PSE, hubiera sido, como se presentaba en el denominado documento Eguiguren, entrar en el debate de la autodeterminación y asumir la existencia del conflicto. Parece ser que no va a ser así, lo cual, salvo que se escriba una cosa y después se haga otra, hace imposible no ya el acercamiento al PNV, sino que éste le conceda la equidistancia, que le deje de acusar de ir a rebufo del PP. Los acuerdos que el PSE recién salido del de su congreso pueda ofrecer al PNV van a quedar en meros tanteos una vez más, por cuanto el partido de Arzalluz, estratégicamente, ya lo tiene decididamente definido.

Ibarretxe descubrió en las últimas elecciones que el victimismo es un crédito electoral inconmensurable

A Egibar no le ha gustado el giro que el documento de la gestora supone sobre determinadas posiciones previas. Gorka Knörr ya ha declarado la incapacidad socialista de separarse del PP, volviendo a opinar lo mismo que antes de la crisis socialista. Anttón Karrera va más lejos, diciendo que el ganador ha sido Redondo. Son declaraciones que adelantan un futuro socialista tan duro como el presente. La situación política vasca va a quedar inamovible, puesto que el llamado a ceder -a ceder demasiado, renunciando al Estatuto y a la Constitución, cediéndoselos al PP- es el PSE.

Marx escribía en El 18 Brumario de Luis Bonaparte que una cosa es lo que dice el carnicero de sí mismo y otra lo que sus clientes piensan de él al valorar los productos que les vende. O, en cita evangélica, 'por sus obras les conoceréis'. Que la gestora socialista plantee firmeza en los principios y flexibilidad en la práctica puede decirlo todo o no decir nada; será el tiempo y la práctica quienes expliquen lo que eso quiere decir, porque un partido es fundamentalmente lo que hace, aunque sea digno de valorar la referencia a los principios. Pero aquí, en Euskadi, el que marca las posibilidades de movimiento político, el cambio en el resto de los partidos, es el PNV, y éste no se mueve nada.

Le va a costar al PSE, en estas condiciones impuestas por el PNV, moverse de donde está. No sólo por lo que él quisiera hacer, sino por lo que el PNV le exige. El espectáculo de los Presupuestos muestra que, en vez de negociar, lo que espera el lehendakari es que algún partido de la oposición se quiebre.

En cualquier otra latitud, que el Gobierno no sea capaz de sacar los presupuestos sería una importante causa para su descrédito. En Euskadi, el descrédito se le achaca a la oposición, bien a Batasuna o al PSE, tras el descubrimiento por parte de Ibarretxe en las últimas elecciones de que el victimismo es un crédito electoral inconmensurable. El que debía mover ficha ante los Presupuesto era el Gobierno, pero éste ha descubierto que no moviendo nada tiene mayor éxito político y electoral. Una estrategia de índole radical como la adoptada exige el condimento movilizador del desencuentro. El ejemplo del debate de los Presupuestos, un asunto de singular importancia, constituye toda una prueba para proyectarla hacia el futuro.

Pues bien, el PSE que salga de su congreso, una vez que ha desaparecido del primer plano Nicolás Redondo, no lo va a tener difícil a la hora de ser fiel a sus principios, porque lo que el PNV le pide es la cesión de todo a cambio de muy poco. Otra cosa va a ser su capacidad de soportar toda la presión que ha recibido y la que le va a venir de nuevo, una vez que determinados sectores de la progresía de toda España ponen en entredicho la Constitución, se dejan seducir por la autodeterminación, y confunden todo lo subversivo con progreso. Han llegado a estas posiciones tras concebirlas como un arma, arma de doble filo, para desestabilizar el poder que hoy disfruta holgadamente el PP.

La búsqueda de la equidistancia por parte del PSE recuerda demasiado la expedición de Aguirre al descubrimiento de El Dorado. La búsqueda de lo inexistente es imposible, y la aventura acabó en un reguero de cadáveres causados entre los propios expedicionarios. Lo más prudente, como ha hecho la gestora socialista, es darse la vuelta.

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