La marcha del Espanyol compromete la viabilidad del estadio olímpico de Barcelona
La explotación del estadio y del Palau Sant Jordi arroja superávit
El Espanyol y los Dragons son, hoy por hoy, los 'únicos reales o potenciales usuarios fijos' de las instalaciones olímpicas que gestiona Barcelona Promoció y, por este motivo, su anunciado abandono del estadio olímpico compromete la viabilidad económica de la instalación y constituye un severo revés para la empresa municipal.
El anunciado abandono del estadio de Montjuïc por parte del Espanyol y de los Dragons ('usuarios fijos') socava uno de los dos grandes pilares en los que se asientan los planes de viabilidad del propio estadio y del vecino Palau Sant Jordi. El otro pilar no se ha llegado a levantar jamás: a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de las instalaciones de gran aforo construidas en Europa durante la última década, las del famoso anillo olímpico barcelonés carecen aún de conexión con la red del metro. Por todo ello, sorprende que el mantenimiento de esas dos grandes infraestructuras y las actividades desarrolladas en ellas desde su creación no haya ocasionado una sola peseta de gasto al erario público, cuando todo llevaba a prever -y así consta en los documentos oficiales- unas pérdidas no inferiores a los 100 millones de pesetas anuales. Nadie sabe, sin embargo, qué va a ocurrir ahora.
En junio de 1988, cuando el estadio olímpico y el Palau Sant Jordi se hallaban aún en construcción, el pleno del Ayuntamiento de Barcelona, en un acuerdo unánime, aprobó la constitución de Barcelona Promoció, la empresa que habría de gestionarlos junto a otras dos infraestructuras ya existentes: el velódromo de Horta y el Palacio de los Deportes.
Entre 1989 y 2000, ambos inclusive, los cuatro centros cobijaron más de 3.000 actos a los que asistieron casi 20 millones de espectadores. De ahí que 'la rentabilidad social' de las instalaciones -de titularidad pública- que gestiona Barcelona Promoció -sociedad privada municipal- pueda resistir el análisis más exigente, en opinión de los gestores de la empresa: 'Casi todo el mundo ha podido presenciar algún espectáculo o asistir a algún acto que respondiera a su interés o a sus preferencias', señala la memoria de actividad del ejercicio de 2000.
Y parece cierto: esas cuatro instalaciones han acogido actividades desarrolladas por personalidades y colectivos de intereses, tendencias y sensibilidades tan dispares como las que pueden representar Frank Sinatra y las principales estrellas del rock catalán, el Dalai Lama y el arzobispo de Barcelona, los Cors Clavé y Joaquín Cortés, Renault y Toyota o Felipe González y José María Aznar, por utilizar algunos de los ejemplos citados en la memoria de actividad.
También 'la rentabilidad económica' ha resultado 'altamente satisfactoria', en opinión de la empresa, que entre 1993 y 2000 ha vertido 743 millones de pesetas en las arcas municipales, cuando habrían tenido que ser éstas las encargadas de cubrir las pérdidas que de un modo indefectible se iban a producir si finalmente resultaban acertadas las previsiones consignadas en los estudios de viabilidad. Este resultado positivo se ha alcanzado con una política de personal 'muy prudente' -sólo se han cubierto 41 de los 63 puestos de trabajo previstos inicialmente- y limitando su actividad a la tarea de 'incentivar y dinamizar proyectos y espectáculos, dejando a los agentes privados la asunción del riesgo de su promoción y organización'.
El análisis de las actividades desarrolladas en las instalaciones de Barcelona Promoció, en cifras correspondientes a 2000 -las de 2001 'son prácticamente idénticas, aunque las cuentas no se cerrarán hasta mediados de marzo', dicen en la empresa-, sitúa el fútbol a la cabeza en número de actos (el 9,39 % del total), pero sobre todo en cantidad de espectadores (30,1%). Las 'actividades familiares' -entre las que figuran espectáculos como el del mago David Copperfield- y los conciertos -principalmente de música rock- se sitúan en segundo y tercer lugar: los dos apartados registran la misma proporción de actividades (el 8,41% cada una), pero en número de espectadores el primero (con el 19,55% del total) supera al segundo (13,52%).
En estas condiciones, la permanencia del Espanyol y de los Dragons, pese a su limitada capacidad de convocatoria -el equipo blanquiazul logró una media de 17.181 espectadores en la temporada 2000-2001, poco menos que una tercera parte del aforo disponible-, resulta imprescindible para garantizar la viabilidad del estadio olímpico. O al menos eso sugieren, con poco margen para otra interpretación, las dos citas que siguen, extraídas de la memoria de actividades de Barcelona Promoció correspondiente a 2000, en la que consta, además, un ambicioso plan de actuación para el periodo 2001-2003.
La primera dice: 'El RCD Espanyol, los Barcelona Dragons y el FC Barcelona son los únicos reales o potenciales usuarios fijos de las instalaciones que gestiona Barcelona Promoció'. Y, consecuente con esta realidad, la segunda cita alude a uno de los objetivos prioritarios de la empresa: 'Negociar la renovación del contrato vigente con el RCD Espanyol de Barcelona consolidándolo como el usuario prioritario del estadio, modificando si es necesario la duración del actual (cinco años) por uno a mayor plazo y estableciendo un tope máximo a las aportaciones de la SAD , pero manteniendo la filosofía básica del actual'. La alusión al equipo de baloncesto del Barça obedece a la posibilidad de que una nueva euroliga propiciara un aumento tal de espectadores que llevara al equipo azulgrana a celebrar en el Sant Jordi algunos de los partidos de esa competición.
En su decimocuarto año de vida, y pese a sus innegables logros 'sociales' y 'económicos', Barcelona Promoció no ha resuelto aún los dos grandes retos que fijaba su memoria de constitución: la llegada del metro al anillo olímpico y la captación de un 'usuario fijo' para sus instalaciones. El primero no está en su mano; el segundo se ha convertido en el más acuciante de sus objetivos.
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