Balance de 2001
Aunque falta por conocer la contabilidad nacional y otros indicadores importantes del último trimestre, la información disponible es suficiente para poder hacer un primer balance del año que acaba de terminar. En general, el año ha sido notablemente peor de lo esperado, lo cual siempre ocurre cuando se produce un cambio de tendencia del ciclo.
La renta nacional (PIB) ha crecido en torno al 2,75% en términos reales y en media anual. Esta cifra queda bastante por debajo de las previsiones iniciales. Baste recordar que el Gobierno adelantó un crecimiento del 3,6% en los Presupuestos Generales del Estado para 2001, tasa sólo ligeramente superior a la que preveía el consenso de analistas privados por las mismas fechas. La desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía nacional ha sido intensa, ya que ha retrocedido 1,5 puntos porcentuales (pp) respecto a la tasa media de los tres años anteriores. Es obvio, por tanto, que el año 2001 ha marcado el final de la fase expansiva del ciclo iniciado tras la recesión de 1992-1993. Este cambio cíclico es, por otra parte, coincidente con el del resto de economías desarrolladas. En EE UU el crecimiento apenas habrá alcanzado el 1%, frente al 4,2% de media en los tres años anteriores, y en la zona del euro, un 1,5%, la mitad que en dichos años. De ello se deduce que el diferencial a favor de España se ha mantenido.
El año ha sido notablemente peor de lo esperado, algo que siempre ocurre en un cambio de ciclo
A la vista de los datos anteriores, podría pensarse que la causa de los flojos resultados alcanzados por la economía española ha sido el impacto de la recesión internacional. Ya saben, mal de muchos... Sin embargo, si analizamos los componentes del PIB, debemos concluir que no es así, aunque lógicamente el contexto internacional también ha tenido algo que ver. En los Presupuestos del 2001 se preveían aportaciones al crecimiento del PIB de 4 pp para la demanda interna y de -0,4 pp para el saldo exterior. Con los datos actuales, estas aportaciones se pueden estimar en 2,8 pp y -0,1 pp, respectivamente. Queda claro que la pérdida de impulso ha venido de factores internos. Podría decirse que la fase expansiva de la economía española empezó a agotarse por causas endógenas y que ello ha coincidido con una evolución similar allende nuestras fronteras, lo que ha acabado por ampliar e intensificar el proceso de desaceleración
Los componentes que más han contribuido a la pérdida de pulso de la demanda interna han sido el consumo privado y, sobre todo, la inversión empresarial en bienes de equipo, que probablemente registre una tasa negativa. En cambio, la construcción y el gasto público se han mantenido en tasas elevadas, sólo ligeramente inferiores al las del año anterior. Obviamente, el menor crecimiento del PIB se ha traducido en menos creación de empleo. La tasa de paro ha seguido disminuyendo, pero a menor ritmo.
La cuestión más importante ahora es saber si durante 2002 va a continuar el deterioro. Desgraciadamente, hay que contestar que sí, al menos durante el primer semestre. Pero no se desanimen. Existen muchas probabilidades de que en el segundo se inicie ya la fase expansiva del primer ciclo del nuevo milenio.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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