Un explosivo triángulo
Cinco años después de África (1996), la anterior, excelente y demasiado olvidada película de Alfonso Ungría, su joven protagonista, Martín, tiene 20 años, vive en Tánger desengañado de todo, en general, y de una mujer, en concreto, y piensa en suicidarse. En ese momento se cruzan en su camino una peculiar pareja, el cincuentón Abel, un hombre de acción, que ha vivido momentos mejores y sobrevive de recuerdos, y Ana, una joven que podría ser su hija y que mantiene con él una relación entre la admiración, el agradecimiento y el amor, y se ve envuelto en su disparatada aventura de dinamitar una central nuclear.
A lo largo de un viaje en automóvil desde Tánger hasta Cantabria, desde el calor al frío, como en las buenas películas de itinerario, las relaciones entre los tres personajes se definen, evolucionan y llegan a la destrucción. Dentro de un conjunto de claras influencias kafkianas, desde el título, El deseo de ser piel roja, que es el de un relato de Kafka, hasta el comportamiento de su principal protagonista, y un clima con un peculiar y fuerte sabor erótico.
EL DESEO DE SER PIEL ROJA
Director y guionista: Alfonso Ungría. Fotografía: Ángel Luis Fernández. Música: Mario de Benito. Decorados: Carlos Bodelón. Intérpretes: José Sancho, Marta Belaustegui, Miguel Hermoso Arnao. Color. Producción: Rodolfo Montero de Palacio y Eduardo Campoy para Cre-acción Films y Cartel SA. España, 2001. Duración: 91'. Género: aventuras.
Programada para estrenarse a finales de septiembre, el brutal atentado del día 11 contra las Torres Gemelas de Nueva York, ha hecho que su estreno se retrase un trimestre. No porque la película tenga ninguna intención, ni carga política, que no la tiene en absoluto, sino porque el temor a todo cuanto se relacione con la irracionalidad de los actos terroristas, con lo que sí tiene bastante que ver.
Con muy pocos elementos, un automóvil y tres actores que se desplazan en él en busca de su irracional objetivo, Alfonso Ungría construye una apasionada película de iniciación, amor y aventuras. La historia del joven que descubre una nueva forma de vida a través de un hombre mucho mayor que él por el que en un principio siente tanta admiración como luego rechazo, entre los que se sitúa una bella joven de oscuro pasado que se mueve entre los dos con una extraña habilidad y perversidad para conseguir tener a ambos y que no se enfrenten entre sí.
Rodada cámara en mano, para subrayar su tono de inmediatez, casi de reportaje, con una buena fotografía de Ángel Luis Fernández, esta aventura kafkiana está escrita y dirigida con mano maestra por Alfonso Ungría que logra la sensación de que en cualquier momento el triángulo puede explotar y, muy en especial, un alto grado erótico en la relación entre los tres personajes. Esto se debe en gran parte al excelente trabajo de sus protagonistas, y casi únicos actores, los demás son personajes episódicos. José Sancho está perfecto en un papel hecho a su medida, Marta Belaustegui despliega un atractivo registro morboso inédito en su trayectoria y Miguel Hermoso resulta muy eficaz en el joven que debe aprender a convivir con una peculiar pareja.
Babelia
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