'Ya se habla de la explotación de menores como de terrorismo'

María Jesús Conde (Bilbao, 1958) trabaja desde hace un año en Panamá como asesora regional de Unicef para América Latina y el Caribe. Acaba de participar en el Congreso sobre Explotación Sexual Infantil celebrado recientemente en Yokohama (Japón), donde se equiparó la explotación sexual con los delitos de terrorismo.

Pregunta. ¿En países donde la explotación infantil es una costumbre arraigada lo más dificil es convencer que los menores tienen derechos?

Respuesta. Claro. Las condiciones de pobreza y el hecho de que suelen responden a patrones socioculturales que justifican los abusos, y que empiezan en el propio entorno familiar, hacen muy difícil su erradicación. En estos cinco años últimos se ha conseguido prácticamente en todos los países de América Latina adaptar las leyes de infancia a la convención aprobada en el año 1989 por Naciones Unidas sobre los derechos del niño. Eso supone el reconocimiento de los niños como sujetos plenos de derecho. El reto de los próximos cinco años es conseguir que se universalice para ellos la salud y la educación primaria, y que dejen de trabajar, ya que hay 30 millones menores de 18 años que trabajan.

P. ¿Cómo ha quedado plasmado en el congreso de Japón la explotación sexual infantil?

R. En Japón se ha analizado la figura del explotador, que ya no es sólo un pedófilo sino un hombre corriente que, de vez en cuando o una vez en su vida, se va fuera de su país y no tiene ningún escrúpulo en tener relaciones sexuales con un menor. También ha quedado en evidencia la necesidad de buscar cooperación internacional entre gobiernos y el poder judicial. Los gobiernos de la Unión Europea pueden establecer el principio de extraterritorialidad de las leyes penales para este tipo de delitos. Otra cosa interesante es que se ha empezado a hablar de la explotación sexual de menores como de un delito de terrorismo.

P. ¿Trabaja Unicef con los padres y con los propios niños?

R. Desde luego, hacemos campañas de sensibilización en las comunidades. Por ejemplo, en la República Dominicana, donde es un problemón lo que pasa con las menores prostitutas, hemos trabajado con el sector del turismo para informarles de que es un delito el abusar o explotar a los niños, por lo que se les va a perseguir. Se les dice que deben ser ellos mismos los que que velen por el cumplimiento de las leyes. Hemos creado códigos de conducta para el sector del turismo. Por ejemplo, a los hoteles que impiden la entrada de turistas con menores se les deja utilizar el logo de Unicef para sus campañas. Conjuntamente, también hemos establecido, y esta medida alcanza a otros países, las becas escuela, que consiste en dar a la familia la ayuda equivalente a lo que el niño aporta al mes con su trabajo, de forma que así puede ir a la escuela.