Vuelve el cómic de los ochenta
Glénat reedita las obras de Josep Maria Beà, uno de los autores de historietas de la época dorada
El cómic adulto español vive un momento de incipiente recuperación. Tras el éxito de la reedición de la obra de Carlos Giménez, la editorial Glénat publica a Josep Maria Beà y su álbum En un lugar de la mente, claro exponente del cruce de fantasía y crítica social que caracterizó a muchas creaciones de cómic de la época. El próximo título de la nueva colección dedicada a la reedición de la obra de Beà será Historias de taberna galáctica.
Todo empezó en 1978, cuando en los quioscos españoles apareció una revista de portada llamativa con una ilustración de Richard Corben. El orwelliano título 1984 era el de su cabecera. Representaba la puesta de largo de lo que se dio en llamar cómic adulto. Este singular momento de la historieta española duraría hasta la crisis de mediados de los años ochenta del siglo XX, provocada en parte por la saturación de publicaciones. Entre 1977 y 1985, la edad dorada del cómic adulto español, aparecieron hasta 28 revistas. A la crisis le siguieron unos momentos de incertidumbre en el sector, agraviados por la realidad de que con tanta obsesión por la madurez, el cómic había olvidado el mercado infantil, única fuente de futuros lectores adultos. Tan sólo los cómics de superhéroes y la llegada del manga a principios de la década de 1990 impidieron la desaparición total del medio.
'Todo fue bien hasta que Umberto Eco dio categoría de arte al cómic'
Gracias en parte a los vilipendiados cómics japoneses ha permanecido la afición a la lectura de historietas entre los adolescentes, algunos de los cuales también se han interesado por el cómic de tradición europea. El éxito de la reedición de la obra de Carlos Giménez por Glénat, que ha atraído a numeroso público joven, así lo ha puesto de manifiesto.
Siguiendo este encuentro de novedad para los jóvenes y de nostalgia para los más adultos, esta editorial ha reeditado el cómic En un lugar de la mente, de Josep Maria Beà (Barcelona, 1942), otro de los autores clave en el proceso de creación de una tradición adulta de la historieta. Esta historia empezó a publicarse en el número 29 de la revista 1984, editada por Josep Toutain. Como era una constante en las historias publicadas en esa revista, la fantasía y la ciencia-ficción se convertían en el vehículo utilizado por Beà para explicar temas contemporáneos en cada uno de los capítulos que componen el libro. El humor absurdo es otra de las claves del discurso de la obra.
En un reciente debate sobre la historieta española de los años ochenta, Beà decía con relación a ese momento de eclosión del cómic: 'Todo fue bien hasta que Umberto Eco dio categoría de arte al cómic, los autores pasamos de ser dibujantes de tebeos a dibujar pictogramas aleatorios de secuencias múltiples. Entonces nos creímos grandes artistas. Nos hablaban como si fuéramos genios e incluso la agente editorial Carmen Balcells nos reunió para hablar de un proyecto de historietas con guiones de Vargas Llosa, Sábato y García Márquez. Cuando hicieron cálculos, el proyecto se desestimó'.
Otro espejismo producido por la euforia del momento fue la conversión de los dibujantes en editores. Josep Maria Beà, junto a Carlos Giménez, Luis García, Alfonso Font y Adolfo Usero crearon en 1982 la revista Rambla. Pronto se dieron cuenta de que aquello no era lo suyo y empezaron las disensiones. 'Con Rambla acabamos arruinados', recuerda. Pero Beà prosiguió en su empeño de autoeditarse. Primero, asociado con Luis García, publicó en dos álbumes En un lugar de la mente y más tarde, individualmente a través de la editorial Interimagen, editó todos sus trabajos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.