¿Encaja el pebetero en el Fossar de les Moreres?

Una estructura de acero, de color rojizo, emerge desde el centro del Fossar de les Moreres, y se curva hasta enfrentarse a la basílica de Santa Maria del Mar. Es un pebetero de 15 metros de altura en memoria de los catalanes que murieron en 1714, defendiendo Barcelona del asedio de Felipe V. Sea por el tipo de escultura o por el emplazamiento, su colocación ha desatado polémica. Los hay que están a favor, y otros creen que el Fossar ya estaba bien como estaba.

La plaza del Fossar de les Moreres se creó a finales de la década de 1980. Fue un proceso lento y partió del vaciado de los edificios que se situaban detrás de la basílica y, con ellos, también se derribó el puente que unía la iglesia con el que había sido el palacio del Capitán General. En 1989, se inauguró la nueva plaza diseñada por la arquitecta Carme Fiol. Creó un espacio abierto combinando el ladrillo y el mármol de las paredes internas que exhiben la inscripción en recuerdo de la batalla. A finales de esta década, nadie pensó que hacía falta algo más. Años después, el Instituto del Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Barcelona emprendió un proceso de rehabilitación de las viviendas del entorno del Fossar que estaban muy deterioradas. Cuando ya culminaba le rehabilitación de los tres edificios -y otras dos fachadas con frente a la plaza-, el presidente del instituto, el tercer teniente de alcalde Jordi Portabella (ERC), pensó que era el momento para culminar todo el proceso colocando en medio de la plaza un elemento simbólico. Y pensó en un pebetero: 'Pero no fue una decisión unilateral. En abril de este año se aprobó encargar el pebetero en una reunión a la que asistieron responsables del distrito, el gerente del sector de urbanismo, representantes de los vecinos y del Instituto de Cultura de Barcelona, entre otros', explica Portabella, que ha sido criticado de 'ir por libre' en la cuestión del Fossar. Pero esa 'participación' esgrimida por Portabella no es vista de la misma forma ni por responsables del distrito ni tampoco por los vecinos. 'Se tenía que haber consultado antes de colocarlo. Ahora ya es tarde', comenta la propietaria de una tienda con frente al Fossar. Y es una opinión extendida en el barrio. Portabella, junto con el autor de la escultura, el arquitecto Albert Viaplana, son, de hecho, de los pocos defensores del pebetero.

La asociación Òmnium Cultural -una de las patrocinadoras de la rehabilitación del conjunto del Fossar- tampoco está para modernidades. 'Sí nos gustaba la idea del pebetero, pero a poca distancia del suelo, junto a la pared y con una gran placa explicativa de lo que allí ocurrió. Pero no eso, que se parece a una farola. Y, además, sin placa', sostiene el presidente de la entidad. Tanto el PSC como IC-V, socios del republicano Portabella en el equipo municipal, defienden la corrección del proceso. Sin embargo, no pocos cargos del consistorio opinan que se trata de un elemento que desentona. 'No me parece mal reforzar la simbología de la plaza pero, personalmente, creo que en esa ubicación interfiere a la basílica de Santa Maria del Mar', comenta Imma Mayol. Los grupos de la oposición tambien son críticos con el pebetero. CiU, que comparte el objetivo de realzar más la simbología del Fossar, no cree, en cambio, que una estructura de 15 metros en ese entorno sea lo más adecuado, y el PP no cree tampoco que hiciera falta hacer nada más en el Fossar.