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Washington presiona a la Unión Europea para que entierre su proyecto de localización por satélite Galileo

El Pentágono está especialmente preocupado por el impacto del proyecto Galileo, el sistema de localización por satélite con el que la Unión Europea pretende competir con el GPS norteamericano en las operaciones de la OTAN. El secretario de Estado adjunto para la Defensa, Paul Wolfowitz, ha enviado una carta a los ministros de los países europeos integrados en la OTAN para advertirles de que la señal de Galileo puede interferir en el futuro código militar reservado del GPS. La UE debe tomar una decisión definitiva para su despliegue antes de marzo del año próximo.

El proyecto Galileo -una red formada por 30 satélites, vital para la navegación y para el desarrollo de la tercera generación UMTS- se enfrenta desde su concepción a serios problemas dentro y fuera de la UE, que están poniendo en riesgo su futuro. Alemania, Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia y Reino Unido se oponen frontalmente a este reto tecnológico europeo, equiparable a Airbus y al consorcio ESA, por su elevado coste, unos 3.250 millones de euros. En Bruselas no sorprende que a la cabeza de este grupo se encuentre Londres, por su estrecha relación diplomática con Washington.

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Pero los problemas no se quedan sólo ahí. La negativa de la Administración norteamericana se limitaba hasta ahora a las negociaciones con la Comisión Europea sobre el posible uso militar de la banda reservada de Galileo, pero ha trascendido fuera de los pasillos del Ejecutivo comunitario justo en el momento en el que se tenía que tomar una decisión definitiva en la UE para hacerlo realidad y en vísperas de la reunión formal del Consejo Atlántico que se celebrará hoy en Bruselas.

A la carta enviada a la Comisión por el negociador jefe norteamericano del proyecto Galileo, Ralph Braibanti, hay que sumarle otra que procede directamente del Pentágono y va dirigida a los ministros de Defensa de los países europeos integrados en la Alianza Atlántica, entre ellos el español Federico Trillo y el belga Andre Flahaut, que además ocupa la presidencia de turno en la UE. La firma el secretario de Estado adjunto para la Defensa. En ella, Paul Wolfowitz expresa su 'preocupación' por el impacto potencial de Galileo en la 'seguridad' de futuras operaciones de la OTAN, porque hay un riesgo 'serio' de solapamiento de la señal del sistema europeo con el nuevo código militar que utilizará el GPS.

El Consejo Europeo de Laeken dio este fin de semana mandato al Consejo de Ministros de Transportes de la UE para que antes de marzo de 2002 tome una decisión definitiva para poder financiar la fase de desarrollo del proyecto, que necesita de 1.100 millones de euros.

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