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La trampa de las rutas heladas

Centenares de personas atrapadas por el temporal se cobijaron en polideportivos, escuelas y hoteles

Josep Sabartés, acompañado de su mujer y su hija, salió de Palou (Lleida) a las tres de la tarde del viernes en dirección a Barcelona. Confiaba en estar de vuelta cinco horas más tarde, hacia las ocho, después de la visita al médico. Pero ayer, domingo, aún no había regresado y, a mediodía, aún no sabía si podría llegar a casa por la noche. La noche del viernes al sábado la pasó la familia Sabartés en Abrera (Baix Llobregat) y la siguiente -la del sábado al domingo- en un hotel de Montblanc (Conca de Barberà). En esta última población otras 300 personas tuvieron que refugiarse en escuelas, hostales y hoteles, al quedar atrapados por la nieve en la autopista A-2, que el sábado por la tarde se convirtió en una auténtica ratonera.

'¿Los Mossos? Yo no he visto a ninguno hasta hoy, que hace sol y empieza el deshielo'

'Parece que hemos ido siguiendo la tormenta', dice con voz cansada Sabartés para resumir su accidentado fin de semana. El viernes, sobre las ocho de la tarde, quedaron atrapados en Abrera: 'No vimos a nadie hasta que, unas horas más tarde apareció ¡la Guardia Civil!'. La sorpresa que denotan sus palabras no es tanto por la llegada de los guardias, sino por el hecho de que creía que este cuerpo ya no actuaba en la zona. Los agentes le indicaron cómo llegar a la gasolinera más cercana, donde pasaron la noche. 'Menos mal que no heló mucho'. Como el paso hacia Lleida ya estaba cortado, los Sabartés decidieron el sábado ir por la A-2. Pero no pudieron avanzar mucho. Camiones atravesados impedían el paso. 'Los 10 últimos kilómetros, sin cadenas hasta Montblanc, pasamos miedo', explica Sabartés, quien reconoce que, en su caso, tal vez cometieron una imprudencia al salir de Palou el viernes. En Montblanc, población a la que llegaron a media tarde, acudieron primero al centro de asistencia primaria -'teníamos un dolor de cabeza tremendo'- y después al hostal. '¿Los Mossos? Yo no he visto a ninguno hasta hoy, domingo, que hace sol y empieza a deshelar'.

Diferente es la peripecia de José Alfonso Rodríguez, un transportista que había dejado su camión en Lleida a su regreso de un porte a Francia y que en un turismo se dirigía a Cambrils (Tarragona), donde reside. Rodríguez asegura que avanzaba de forma prudente, detrás de una máquina quitanieves que actuaba en la zona de Vimbodí (Conca de Barberà). 'De repente y sin saber por qué, la máquina dio la vuelta y dejó un surco de nieve enorme, imposible de franquear por los turismos más pequeños'. Rodríguez tuvo que abandonar su vehículo y en un coche todoterreno pudo llegar a un hotel de Montblanc. En 30 años de profesión a bordo de un tráiler por carreteras europeas, nunca había visto nada igual: 'Por allí tienen la sal preparada y las máquinas quitanieve a punto'.

Mejor suerte corrió Joan M. Su hijo tenía que desplazarse hasta Barcelona para, desde allí, dirigirse a Madrid. Desde Cervera, a media tarde del sábado se encontraron con la A-2 cortada en Montblanc: 'Pudimos llegar porque llevaba cadenas, aunque no iban muy bien'. Joan M. subraya la acción de los ferroviarios de la estación de Renfe de Montblanc, que posibilitaron ayer por la mañana que todos aquellos que lo deseaban subieran con billete o sin él a un Talgo en dirección a Barcelona. Él, con su hijo de camino a Madrid, ya no tenía tanta prisa por regresar y ya había reservado habitación en un hotel. Saldrá hoy con tranquilidad.

Dos escuelas de la población tuvieron que habilitar sus instalaciones para albergar a conductores y viajeros de autobuses (entre ellos el de unos jubilados de Valencia que se dirigían hacia Andorra). En los hoteles de Montblanc nunca habían visto nada parecido. El restaurante del hotel Ducal se convirtió en un improvisado dormitorio comunal. En el hostal de Els Angels, familias diferentes ocuparon una misma habitación, y todas las camas del antiguo internado del centro Mare de Déu de la Mercè, alrededor de 50, fueron ocupadas. Pero Montblanc o El Pla de Santa María no fueron los únicos lugares de la provincia de Tarragona donde conductores atrapados por la nieve tuvieron que hacer noche. Las nevadas que durante la tarde de ayer se registraron en el sur de la provincia hicieron que El Coll de Balaguer se convirtiera en un peligro por las placas de nieve acumuladas. L'Ametlla de Mar cobijó en su centro cívico a un centenar de personas que viajaban en autobuses y coches particulares.

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