Al ataque por imperativo
La cúpula del Valencia pide al cuestionado Benítez un juego ofensivo ante el Espanyol
Rafa Benítez, madrileño, de 41 años, se siente acorralado como entrenador del Valencia. Linchado por los medios de comunicación y abandonado por los directivos, sólo confía en el consejero delegado, Manuel Llorente. Es el único que le ha asegurado que, si pierde hoy (21.30, televisiones autonómicas) en el estadio de Montjuïc ante el Espanyol, seguirá al frente del equipo. Eso sí, desde la cúpula del club se le ha pedido que se arriesgue de una vez por todas; que juegue al ataque, a ser posible con dos delanteros, porque así sería más digerible, de llegar, la derrota. Porque hasta ahora el Valencia es el rey del empate (nueve) y uno de los peores goleadores (15 tantos a favor, los mismos que el colista, el Rayo Vallecano), lo que indica a las claras su carácter especulativo y lo que saca de quicio a la hinchada y a los propios jugadores, que se quejan en privado de tener que actuar demasiado atrás.
En este contexto, el técnico quiso desembarazarse ayer del ambiente de ultimátum que se respira a su alrededor con un mensaje de optimismo: 'He firmado por dos años y estoy convencido de que voy a conseguir uno, dos o tres títulos'. Por el contrario, uno de los futbolistas más cuestionados, el delantero Salva Ballesta, no pudo ser más realista: 'O empezamos a ganar o nos vamos todos a tomar por culo'. Salva, por quien el club valenciano pagó casi 2.000 millones de pesetas al Atlético de Madrid, sólo lleva cuatro goles en la Liga.
Benítez considera que está siendo machacado injustamente por la prensa, a la que acusa de no hablar de las numerosas bajas por lesión ni de los frecuentes viajes que afectan al grupo. Y va más lejos: entiende que existe un complot contra él impulsado por el ex presidente valencianista Francisco Roig. Incluso ha llegado a decir en privado que hay periodistas comprados por él. La teoría procede del mal disimulado interés de Roig por volver a la presidencia y de su pública animadversión hacia el principal defensor de Benítez, Llorente. Curiosamente, éste sigue siendo el hombre de confianza en el club de los hermanos de Roig: Juan, el presidente del Pamesa, de baloncesto, y Fernando, el del Villarreal.
Otra paradoja: Juan y Fernando, que no quieren que su hermano vuelva al Valencia, mandan indirectamente en Mestalla a pesar de vender sus acciones para eliminar posibles suspicacias. Pero no las han eliminado porque sigue Llorente. El actual presidente, Jaime Ortí, sabe que su cargo también depende del consentimiento de los hermanos Roig.
Llorente apostó por Benítez porque entraba en el perfil de técnico también del gusto de su ex jefe: español, joven, sin demasiado cartel, muy agradecido por estar en un club grande y permeable a las sugerencias de los de arriba. O sea, Benítez en el Valencia o Luis Casimiro en el Pamesa.
En medio de este polvorín, el Valencia acude a Montjuïc, un campo que se le da especialmente mal: ha perdido en seis de sus últimas visitas. Para conjurar el maleficio, Benítez confía en que debute en la Liga Baraja, al que considera la piedra angular de la recuperación. El ex atlético, sin embargo, sale de una larga lesión en una rodilla y no está en plena forma.
Espanyol: Mora; Lopo, Soldevilla, Rotchen, David; Velamazán, Morales, Álex, Roger; Posse y Tamudo.
Valencia: Cañizares; Angloma, Ayala, Pellegrino, Fabio; Rufete, Marchena, Vicente; Aimar; Salva y Carew.
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