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Los conflictos en las aulas afectan a la mitad de los estudiantes de Secundaria, según un estudio

El informe afirma que los alumnos valencianos sufren el doble de agresiones que los europeos

Uno de cada dos estudiantes de Educación Secundaria se ve involucrado cada día en situaciones de conflicto, ya sea en el papel de víctimas o de agresores, según una investigación realizada por el departamento de Psicología y Educación de la Universidad de Murcia, extrapolable a la Comunidad. El estudio revela que la cifra de alumnos que afirman sufrir agresiones -un 30%- se ha doblado desde 1991, superando ampliamente la media de los países de la Unión Europea, que asciende al 12 %. La naturaleza de las agresiones es principalmente verbal, aunque un 4,7% de los casos son ataques físicos.

Los datos, presentados ayer en la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) en el marco de unas jornadas de sobre conflictividad escolar, demuestran el cambio sufrido en el panorama educativo español desde la aplicación de la LOGSE. Fuensanta Cerezo, profesora titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia, afirma que la dinámica del grupo, muy frecuente en los centros de secundaria, fomenta las situaciones de agresión. 'El grupo protege al agresor e incluso lo incentiva', mantiene la investigadora, 'mientras que ayuda a discriminar a la víctima mediante el miedo a represalias'.

En 1991 el 17% de los estudiantes de instituto manifestaban sufrir o estar sometidos a conflictos en clase. De éstos, tan sólo un tercio se declaraba víctima. La mayoría de los alumnos implicados tenían entre 13 y 15 años. En la actualidad, sin embargo, el porcentaje se ha elevado al 41,5%. Los investigadores no sólo resaltan este aumento, sino también la creciente precocidad de los agresores. 'Hoy en día tienen alrededor de 12 años, si bien se observan conductas conflictivas desde los ocho años', afirma la profesora. Además, se han invertido los papeles de agresor y víctima, un 30% y un 70%, respectivamente. 'Los datos constatan que cada vez abundan más los grupos pequeños de agresores que amedrentan al resto de los estudiantes', explica.

De cualquier forma, el término agresión no se limita a los ataques físicos. La mayoría de los conflictos en las aulas de educación secundaria tienen un carácter social, lo que no disminuye su gravedad, en opinión de Cerezo. El aislamiento y la discriminación aparece cada vez más en el instituto, en coincidencia con la llegada de estudiantes inmigrantes. 'La sociedad española debe aprender todavía a comportarse de forma tolerante, ya que los jóvenes imitan el modelo social que observan en su familia', afirma la profesora. El resto de agresiones tienen una incidencia menor: con un 6,4% de robos, un 4,7 % de golpes o palizas, un 1,7% de acoso sexual y un 0,6% de amenazas con arma blanca.

Defensor del Pueblo

Por otro lado, un informe del Defensor del Pueblo sobre la conflictividad escolar realizado en 1999 refleja que la mitad de los centros de Secundaría españoles vivían diariamente situaciones de agresión. Un panorama que contrasta con lo que ocurre en los institutos del resto de países de la Unión Europea, donde apenas un 12% de los estudiantes se consideran víctimas en clase.

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La forma en la que el profesor tiene que encarar estas situaciones fue otro de los temas que centró los debates de la jornada. Bernabé Tierno, psicopedagogo con más de 25 años de experiencia en este tema, opina que el docente debe evitar el enfrentamiento en clase. 'Antes de echar una bronca al estudiante conflictivo, debemos ponernos en su lugar, que vean que nosotros también fuimos jóvenes y tuvimos sus problemas', asegura. Tierno recomienda la atención positiva, es decir, 'mostrar interés por un alumno cuando haga algo bien y negarle nuestra atención en caso de que su comportamiento sea negativo'.

Juan Vaello Orts, psicopedagogo del instituto ilicitano de La Torreta, afirma las situaciones de conflicto se pueden evitar cuando existe respeto hacia el profesor. 'Una clase con muchas normas se convertirá en una clase desordenada, aunque se deben poner ciertos límites, ya que si no se hace son los propios alumnos quienes los marcan', recuerda Vaello Orts. El profesor ilicitano opina que los docentes no deben utilizar su poder de manera autoritaria sino optar por hacer valer su influencia sobre los estudiantes.

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