_
_
_
_

Ratones sobre tostadas en el gabinete de las maravillas

Jacinto Antón

El arte contemporáneo no está solo en el mundo. Existe un delicioso museo en los suburbios de Los Ángeles que exhibe en sus salas, entre otro material, un cuerno de mujer, un murciélago capaz de atravesar cuerpos sólidos, un modelo a escala del arca de Noé, hormigas hediondas, la colección Rose 'de las actualmente extintas polillas francesas del siglo XIX', ratones sobre tostadas -presentados como ilustración de remedios tradicionales-, un vaso de orina de abuela -en el mismo apartado- y un paisaje flamenco tallado en un hueso de fruta.

Es el sensacional Museo de Tecnología Jurásica (MTJ) del inefable David Hildebrand Wilson, y a él está consagrado un libro de gran éxito -serio y a la vez divertidísimo- que propicia una apasionante reflexión sobre el papel de los museos, las nociones de realidad y falsedad y los límites de nuestra capacidad de asombro.

Más información
El Premio Turner atiza la polémica del arte

El libro se titula El gabinete de las maravillas de Mr. Wilson, fue finalista del Pulitzer, acaba de aparecer en castellano (Seix Barral) y su autor es Lawrence Weschler, miembro del equipo editorial de The New Yorker y autor de otras obras sobre temas culturales, artísticos -es amigo de David Hockney- y políticos.

Coleccionar niebla

Weschler, hombre de espíritu borgiano, se encuentra en Barcelona y no se sorprende en absoluto cuando se le dice que apenas a ochenta kilómetros se exhibía hasta hace poco en un pequeño museo un hombre negro disecado. 'Mire, allá adonde voy estoy siempre a ochenta kilómetros de algo extraño. ¿Sabe que existe un Museo de la Menstruación?, está en New Carrollton, Maryland. Y hay también un Museo de Animales de Dos Cabezas, en Alemania, y una Sala Estadounidense de Exposición de Acciones Criminales de Chiang Kai-chek, en Chongqing, China. Y conozco a un tipo que vive en un faro de Nueva Escocia y colecciona niebla en jarras. Todo eso no me sorprende porque, como digo en el libro, el origen de los museos está en los gabinetes de maravillas de los siglos XVI y XVII, las wunderkammern, que se basaban en gran parte en todas las cosas extraordinarias que trajo a Europa la Edad de los Descubrimientos y especialmente los viajes de Colón. Realmente fue una época fabulosa en la que las categorías preestablecidas desaparecieron, ciencia y arte confluían, se vivía en un continuo estupor, un asombro perpetuo...'.

Como ahora, vaya. 'Cierto, vivimos en un mundo en el que la realidad se rasga cada día y la extrañeza de la vida se pone de manifiesto. Eso sucede cuando se va la luz o se hunden las torres. Y algo de eso hay, de esa sensación de estupefacción, de vértigo, que nos deja boquiabiertos, cuando uno entra en el Museo de Tecnología Jurásica'. Mucha gente estaba convencida de que un museo así tenía que ser inventado. 'Pues existe. Todo lo que explico en el libro es cierto y si suena a falso es porque la realidad también parece falsa a veces'.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_