Las prórrogas de Ibarretxe
Es posible que Ibarretxe se encuentre dentro de unos días con el Concierto económico prorrogado por decisión del Ejecutivo español, y con los presupuestos de la comunidad autónoma también prorrogados por decisión propia. Contra lo que creen algunos entusiastas, la coalición nacionalista encabezada por Ibarretxe quedó en las elecciones del 13-M lejos de la mayoría absoluta, y esa constatación aritmética no la ha resuelto la incorporación al Ejecutivo de IU, con sus tres escaños. El lehendakari gobierna con el apoyo de 36 diputados en una Cámara de 75. El rechazo por parte de los 39 que suman los partidos de la oposición (PP, PSE y Batasuna) obligaría a Ibarretxe a prorrogar los presupuestos por segundo año consecutivo.
Batasuna ya ha presentado una enmienda de totalidad argumentando que son unos presupuestos que sólo buscan gestionar el actual marco político y no utilizarlos para facilitar la transición hacia uno diferente, como ocurrió con los que negoció con el lehendakari en 1999. Ante esa posición, el Gobierno de Vitoria ha intentado un acercamiento a los socialistas. Éstos han respondido que no habrá respaldo mientras Ibarretxe mantenga la línea soberanista que defendió en el debate sobre autogobierno de octubre y no haga lo necesario para recomponer la unidad de los demócratas frente a ETA. Al elegir pactar con Madrazo, el PNV prefirió, según Redondo, reforzar el frente autodeterminista antes que el más amplio de partidos democráticos en torno al Estatuto.
Los nacionalistas han estado engañándose con la idea de que PSE y PP nunca unirían sus votos a los de Batasuna para derrotar al Gobierno. Era un argumento de uso interno, que pretendía equiparar los pactos en positivo que en su día negociaron ellos con HB (y que los otros criticaron) con la coincidencia en el rechazo a los presupuestos de los partidos de la oposición mediante enmiendas de totalidad. Por muy alejados que estén entre sí tales partidos, esa coincidencia es lo normal en los sistemas parlamentarios.
La debilidad ahora evidenciada por el Gobierno de Ibarretxe es un efecto de su pretensión de a la vez gestionar la autonomía (1,3 billones de recaudación fiscal) y superarla con propuestas soberanistas. En la práctica, lo uno excluye lo otro. En realidad, lo único que comparten el partido socialista y Batasuna al rechazar los presupuestos es su deseo de hacer ver al lehendakari que si quiere su apoyo tendrá que elegir campo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- HB
- Opinión
- Presupuestos autonómicos
- Política nacional
- Presidencia autonómica
- Juan José Ibarretxe
- VII Legislatura País Vasco
- Vicepresidencia autonómica
- Gobierno Vasco
- Financiación autonómica
- EAJ-PNV
- Parlamentos autonómicos
- Gobierno autonómico
- Comunidades autónomas
- PSOE
- Política municipal
- Política autonómica
- Administración autonómica
- Parlamento
- País Vasco
- España
- Finanzas públicas
- Partidos políticos
- Administración pública
- Finanzas
- Política