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Reportaje:

La cacería que acabó con el Estado soviético

Diez años después de la disolución de la URSS, el ex presidente bielorruso relata cómo se gestó todo a espaldas de Gorbachov

Pilar Bonet

'La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir como sujeto de derecho internacional y realidad geopolítica'. En el documento histórico que puso fin a la existencia de la URSS, ésta fue la única frase inalterada durante la febril redacción que se prolongó desde la noche del 7 hasta la madrugada del 8 de diciembre de 1991 en una residencia de caza de un bosque bielorruso. Así lo recuerda en una entrevista con EL PAÍS Stanislav Shushkévich, uno de los tres líderes eslavos que, a espaldas del presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, se reunieron en Bielovezhie, una de las grandes reservas forestales de Europa. Los otros firmantes del documento fueron el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, y el de Ucrania, Leonid Kravchuk.

En 1991, Shushkévich era presidente del Sóviet Supremo de Bielorrusia. Hoy, a sus 67 años, dirige un partido socialdemócrata con algo más de 2.600 afiliados y da conferencias para compensar su ridícula pensión de 'dos dólares y siete centavos' (375 pesetas) al mes. 'Yo comprendía perfectamente lo que hacía y por qué lo hacía, y sabía que actuaba correctamente, pero no pensé que fuera un acto histórico y que llamaría tanto la atención', señala. 'Más bien temía que habría mucha oposición y no creía que el Parlamento lo ratificaría tan deprisa', dice, refiriéndose al acuerdo que disolvía el Tratado de la Unión, es decir, el acta fundacional de la URSS, suscrita en 1922 por las tres repúblicas eslavas y la Federación Transcaucásica.

En la sede de su partido en Minsk, cuando aún no se había disipado la resaca de las elecciones en las que volvió a triunfar el prosoviético Alexandr Lukashenko, Shushkévich negaba a EL PAÍS que la reunión de 1991fuera una conjura contra Gorbachov. La selección del lugar del encuentro no tuvo nada que ver con la proximidad de Polonia, para el caso de que el líder soviético hubiera decidido movilizar al ejército.

'Tonterías', exclama Shushkévich, según el cual la casualidad desempeñó un papel importante en los acontecimientos. 'A Yeltsin le invité yo a acudir a Bielorrusia en octubre, mientras preparábamos el proyecto de Tratado de la Unión', señala. 'Y Yeltsin aceptó'.

Más adelante, la lista de convidados se amplió. Ante la idea de invitar también al ucraniano Kravchuk, el ruso exclamó: 'Me parece estupendo. Es un buen cazador y una buena compañía'. Pero Yeltsin fue fulminante cuando Shushkévich le dijo en broma que también pensaba invitar a Gorbachov. 'Si invitas a Gorbachov,', dijo, 'no iré'.

Shushkévich insiste en que él no tenía un programa político para aquella cacería y asegura que la dimensión histórica del suceso fue 'absolutamente casual'. 'Cuando comprendimos que íbamos a tomar una decisión política, nos dimos cuenta que el hecho de ser todos eslavos podía ser mal entendido y llamamos a Nursultán Nazarbáyev'. Nazarbáyev, que volaba hacia Moscú, les aseguró que se iba a reunir con ellos, pero luego excusó su presencia 'por razones técnicas'. 'Más tarde averiguamos que se había ido a contárselo todo a Gorbachov y, como oriental que es, se curó en salud y no vino por si acaso'. Nazarbáyev se adhirió pronto al acuerdo de Bielovezhie y quiso que la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la nueva entidad destinada a sustituir a la URSS, se fundara en Almaty, y así se hizo.

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'Era inevitable'

'La disolución de la URSS no se podía evitar. Para mí, fue evidente el 26 de agosto de 1991, cuando declaramos nuestra soberanía y aquella declaración se convirtió, en la práctica, en una segunda Constitución y en un símbolo'. Según Stanislav Shushkévich, la idea de disolver el tratado de la Unión de 1922 se le ocurrió a Guennadi Búrbulis, que entonces era el secretario de Estado de la Federación Rusa. 'Sin embargo, Kravchuk reclama la paternidad de la idea'. En sus memorias, Yegor Gaidar, el padre de la liberalización económica en Rusia, que también estaba en Bielovezhie, dice que la idea de disolver la URSS fue de Serguéi Shajrai, asesor jurídico de Yeltsin. Los bielorrusos no tenían ningún borrador previo, dice Shushkévich, según el cual los ucranios seguramente tampoco lo tenían. En cuanto a los rusos, Gaidar explica que él escribió el documento hasta las cuatro de la mañana. Tras firmar, los líderes eslavos llamaron a Evgueni Sháposhnikov, el ministro de Defensa de la URSS, y le sondearon. Sháposhnikov se puso de su parte y aquello fue la luz verde para todo lo demás. Informaron al presidente de Estados Unidos, George Bush, y posteriormente, a Gorbachov. Shushkévich, un acérrimo oponente del prosoviético Lukashenko, cree que el documento fue un 'acto de valor' por reconocer el fin de la URSS.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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