Asesinado el rey de los mares
Unos bandidos tirotearon en el río Amazonas a sir Peter Blake
La noche del miércoles el mundo de la vela perdió a su navegante más prestigioso. El neozelandés Peter Blake, que alcanzó su máxima gloria al arrebatar a Estados Unidos, en sus propias aguas de la bahía de San Diego, la Copa del América en mayo de 1995, fue asesinado a tiros en su barco, atracado en el río Amazonas. Unos bandidos hirieron también a dos miembros de su tripulación para robarles los relojes y el motor de su barco.
Blake, de 53 años, el regatista que lo ganó todo, seguía actualmente aumentando su leyenda personal como continuador de la obra del comandante Cousteau. Así se lo había pedido la viuda del científico y explorador francés, Francine. Blake, ferviente ecologista, elevado al rango de sir en noviembre de 1995 por la reina Isabel de Inglaterra, había creado su propia organización, Blakexpeditions, bajo el patrocinio del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El regatista, explorador y científico, a quien en Brasil se conocía como el Pelé de los veleros, había llegado al país desde la Antártida. Tras pasar por Río de Janeiro, se había dirigido enseguida a la Amazonia, donde iba a trabajar en los ecosistemas de aquella región única en el mundo por sus riquezas naturales. Atracó su barco, el Seamaster, en Puerto Santana, 22 kilómetros aguas adentro de Macapá, la ciudad más importante de la desembocadura del río más caudaloso del mundo. El lugar, el Balneario de Fazendinha, un pueblo de 5.000 habitantes, está al lado de una reserva biológica de la flora amazónica. La expedición dirigida por Blake formaba parte de la producción de un documental sobre varios paraísos ecológicos del mundo, que tenía previsto terminar en cinco años. La primera parte, iniciada ya en el año 2000, iba a concluirse el 2001 y la segunda debía desarrollarse entre 2003 y 2005. Blake pensaba permanecer en la zona amazónica hasta mediados de enero de 2002, pero dejó su vida en una de las regiones más pobres de Brasil, donde la vida vale menos que un reloj.
El navegante más prestigioso y laureado continuaba ahora la obra científica del comandante Cousteau
El navegante neozelandés, a quien los seis asaltantes armados, encapuchados y con cascos de motociclistas, anunciaron que se trataba de un atraco, no tuvo tiempo ni de discutir con sus asesinos. Los llamados Ratas del agua, como se conoce a los tristemente famosos piratas del río Amazonas, le mataron en el acto mientras los tripulantes heridos están ya fuera de peligro en el hospital de Macapá. La policía busca a los asesinos.
Blake, ingeniero graduado a los 22 años, no había podido jugar al rugby, el otro deporte nacional nezonelandés, al juzgársele demasiado enclenque, y se dedicó a la vela, la gran pasión de las antípodas. Su carrera fue tan completa y con tantos triunfos y tan variados en todos los mares, que no le han podido hacer sombra otros nombres legendarios como el francés Eric Tabarly o el estadounidense Dennis Conne. Como el primero, logró hazañas oceánicas al ganar la Vuelta al Mundo de 1990 con el Steinlager. Y como el segundo, entró en la leyenda de la Copa del América. Ganó dos, y la primera precisamente con un rotundo 5-0 ante Conner, humillándole en su propia casa. La segunda, ya en Auckland, volvió a ser aplastante, con otro 5-0 frente al aspirante Prada italiano. No llevó ya el timón del barco, pero fue el jefe del equipo, el genio. Gracias a él, Nueva Zelanda, un pequeño país en comparación con Estados Unidos y Australia, es el poseedor de la Copa más prestigiosa de la vela y a quien los grandes deberán regresar para quitársela. Ya no estará Blake, que también ganó las regatas más clásicas, la Fastnet de la Admiral's Cup (1979 y 1980), la Sydney-Hobart (1980 y 1984), y hasta logró el trofeo Julio Verne de 1994 con un récord en aquel momento de la vuelta al mundo en 74 días, 22 horas, 17 minutos y 22 segundos. Ahora, tras muchas travesías gloriosas, ha terminado su vida en su última singladura.
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