Cuando el objetivo llora
Israel bombardea objetivos palestinos, dice el locutor: veo a los objetivos morir, correr, sangrar y llorar. Son adolescentes que salen de la escuela en Ramala, o en Gaza. No tengo ninguna razón para no llamar a esto que hacen los aviadores 'terrorismo': Sharon es un viejo terrorista feliz, y otra imagen le muestra riendo a carcajadas entre los militares que perpetran a diario el crimen. Los otros, los que se hacen estallar a sí mismos en Jerusalén, por lo menos se suicidan: se castigan a sí mismos, aunque las horribles bestias creen que irán al paraíso por su crimen.
La historia está hecha para ser olvidada cuando conviene, y recordada para explotarla: hace años hubo conversaciones de paz y mataron -los de Sharon- a Rabin, su político de acuerdos y negociaciones; Sharon, que ya venía de grandes crímenes colectivos por los que está siendo acusado en Bruselas, preparó una operación de acuerdo con Bush, una provocación ante las mezquitas escoltado por 3.000 soldados, de la que salió la nueva Intifada de protesta por la que acusar al pobre Arafat, qué hombre más inútil y qué pacifista más inevitable. Poco después, como estaba previsto por sus estados mayores político-militares-industriales, Bush ocupó el poder en Estados Unidos y Sharon en Israel.
Y todo es ahora el mismo terror, y el sátrapa de Washington anuncia que otros países podrán ser considerados terroristas y ser atacados por sus leales, brillantes soldados, a los que dan las huríes aquí: ayer venían las fotos de las chiquitas medio desnudas entre las tropas americanas y británicas bailando y cantando, sin siquiera esperar a que vayan al paraíso porque el marine es inmortal desde hace un par de guerras.
El gran progreso del arte de campaña es que sólo mueran los civiles, mientras corren aullando de miedo y dolor por las calles de las ciudades vengadas por los ejércitos regulares. Ah, la mujer y el soldado: vieja imagen. Supongo que las nuestras, heridas por la imagen de las pobres víctimas del taleb, por la bestialidad religiosa de aquellos hombres, no van a caer ahora en la trampa que les tienden: habrá una viceprimera ministra en el ridículo gobierno aliado.
Lo que tienen todos estos organizadores de bombardeos y gobiernos, los que ordenan las bombas de 500 kilos y metralla exterminadora con la misma tranquilidad con que montan un gobierno monárquico en tierra de nadie -y digo de nadie, porque antes han quitado de allí a mujeres, ancianos, niños e incluso soldados-, es una gran capacidad de invención. Buscando, dicen, a Bin Laden, que parece un extra de Hollywood disfrazado para una película antigua.
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