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Columna
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Los pies

Rosa Montero

Si los extraterrestres llegaran a nuestro planeta y analizaran a escondidas a los terrícolas, ¿cuál crees que sería, según ellos, el objeto más universal de la cultura humana, el símbolo de nuestra identidad? Te daré una pista: observa a los talibanes.

Los historiadores aseguran que los afganos constituyen uno de los pueblos más violentos e indómitos que jamás han existido. Diversos imperios intentaron conquistarles a lo largo de los siglos, pero ninguno consiguió su objetivo. Milenariamente pobres, divididos en tribus, aislados por una geografía tremebunda y acostumbrados al ataque de los vecinos, los afganos siempre han rechazado lo exterior, y los talibanes no son sino la versión extrema y delirante de esa vieja barbarie. Puestos a repudiar al resto del mundo, los barbudos integristas interrumpieron las líneas del dinero y cerraron los bancos. Y, por si esto fuera poco, decretaron la muerte de la sociedad de la imagen y colgaron televisores reventados y destripadas cintas de vídeo de las copas de los árboles. Son unos individuos, en fin, fieramente orgullosos de su aislamiento y de su diferencia demencial con los demás.

Pues bien, incluso estos tipos, que deben de contarse entre los más raritos de la Tierra, calzan a menudo zapatillas deportivas. Ahí están, con la barba y el turbante obligatorios, pero con las patazas bien metidas en las nike o en la mala copia de las nike. Atiza, dirán los extraterrestres: esto sí que es el símbolo de la humanidad. Barbudos con deportivas matan a otros barbudos con deportivas. Chicos del Bronx matan a otros chicos para robarles las zapatillas. Ejecutivos europeos calzan deportivas de marca confeccionadas por fatigados deditos de niños asiáticos; y esos niños tal vez lleven zapatillas piratas cosidas por deditos aún más cansados. Los verdugos usan deportivas, y también las víctimas. Y los esquimales en el Polo Norte o los kikuyus en África. Los humanos no hemos conseguido ponernos de acuerdo en nada más, pero con las deportivas hemos alcanzado el primer consenso global de toda la historia. Tal vez los extraterrestres crean que les damos a los pies mucha importancia; tal vez incluso deduzcan que pensamos con los pies; tal vez estén en lo cierto.

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