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Reportaje:

Préstamos sin intereses para inmigrantes

Una vecina de Sant Cugat crea un fondo común que ya ha servido a 115 personas para legalizar su situación

Hace tres años una inmigrante ecuatoriana acudió a Cáritas de Sant Cugat del Vallès y pidió 120.000 pesetas para viajar a su país y recoger el visado que le había de permitir estar en España legalmente. Su petición no fue atendida, pero a los pocos días una colaboradora de esa entidad, Antònia Gili, pagó de su bolsillo ese dinero. Desde entonces, esta mujer de 66 años ha hecho lo mismo con otras 115 personas, todas inmigrantes, a través de una entidad, Fons Social de Sant Cugat-Valldoreix (FSSV), que no se dedica a otra cosa que a conceder pequeños créditos sin intereses a inmigrantes.

El método es tan elemental como arriesgado, pero hasta ahora ha funcionado. Aunque no existe un límite, siempre se trata de cantidades relativamente pequeñas,entre 120.000 y 400.000 pesetas. Y el único aval que presenta el inmigrante es su palabra de que devolverá el préstamo en los plazos mensuales que se acuerdan, que nunca superan el año. Con las cantidades devueltas se atienden nuevas demandas de préstamos y así una y otra vez.

La cifra que continuamente va rotando es de cinco millones de pesetas. El problema es que el fondo no crece desde hace meses y las peticiones se han multiplicado porque la idea ha corrido de boca en boca entre los inmigrantes, que en el caso de Sant Cugat del Vallès y Valldoreix son básicamente ecuatorianos, aunque también hay chilenos y colombianos. Como la demanda supera ampliamente a la oferta, Antònia Gili ha decidido explicar su historia a los cuatro vientos para intentar que aumente el dinero disponible. 'Me han llamado muchas televisiones y diarios, pero si no conseguimos más dinero no servirá de nada', asegura. Y facilita su teléfono móvil para que quien lo desee pueda ponerse en contacto con ella: 636 712 474.

Donaciones altruistas

¿Y cómo ha conseguido reunir cinco millones esta mujer de condición humilde? Básicamente a partir de donaciones o préstamos de personas tan altruistas como ella. Hace meses la entrevistaron en una radio local y un oyente le prestó un millón de pesetas durante un año (lo ha de devolver el próximo mes de febrero). Otras dos personas le prestaron también 500.000 pesetas y un vecino de la zona le entregó sin ninguna condición otro millón. Lo demás vino de pequeñas aportaciones vecinales a fondo perdido e incluso de la Fundación Caixa de Sabadell. Ahora Gili quiere implicar a las empresas del Vallès y a las administraciones. 'La solidaridad está muy de moda, pero hay que demostrarla y ésta es una buena iniciativa', asegura.

En este tiempo, nadie le ha fallado, excepto la primera inmigrante, que todavía le adeuda 30.000 pesetas. 'Para la gente humilde la palabra tiene mucho valor y saben que el dinero que se presta ha de devolverse', afirma.Cada martes por la tarde, la mujer atiende en un local prestado a todos los solicitantes, que algún día han llegado a ser hasta 50. Se les pide que acrediten su empadronamiento en Sant Cugat y una oferta de trabajo, y se les explica el orden de prioridades de la entidad: el viaje para recoger el visado en el país de origen, el reagrupamiento en España de los hijos de los inmigrantes con sus padres, pequeñas deudas por impago de vivienda y ayudas para hacer pequeñas compras.

Para estimular las donaciones, la entidad de Antònia Gili se ha integrado en la organización Acció Solidaria contra l'Atur y de esa manera se puede desgravar el 20% de las aportaciones. Y como más de un vecino le ha preguntado también si conocía algún inmigrante para que trabajase en su casa en las tareas del hogar, Gili ha acabado creando una bolsa de trabajo.

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