Sergio Ramírez reúne 11 cuentos inspirados en diversos sucesos
El escritor rinde homenaje a los protagonistas de la crónica roja en 'Catalina y Catalina'
Inspirado por los negros hilos de la nota roja, aquí llamada crónica de sucesos, Sergio Ramírez ha decidido regresar al cuento, género en el que debutó como autor a los 17 años y que considera 'la joya de la corona, la prueba de la calidad de un escritor'. Catalina y Catalina (Alfaguara) reúne 11 relatos breves, y según Juan Cruz, hay uno, El pibe Cabriola, que merece un puesto de honor en la historia.
El pibe Cabriola cuenta la dramática historia del defensa internacional colombiano Andrés Escobar, que fue asesinado a tiros al salir de un bar después de meterse un gol en propia meta con la selección de fútbol de su país en un partido de clasificación para un Mundial.
Ramírez (Masatepe, 1942) escribe ese cuento desde el punto de vista de un compañero de delantera de Cabriola, y lo hace convencido de que hay un fatum trágico en aquel hombre, como lo hay en 'todos los pequeños seres, como decía Chéjov, que protagonizan un día una noticia de sucesos y luego vuelven a la oscuridad'.
Ramírez es un gran aficionado a la lectura de notas rojas, y distingue las de la primera plana, 'protagonizadas por los políticos corruptos, grandes delincuentes que nunca van a la cárcel', de las de las páginas interiores, pobladas por 'periodistas que hacen del género policial un arte' y por 'seres anónimos que relumbran un momento'.
El libro es un homenaje a todos ellos, y a la vez un tributo al cuento, un 'género abandonado por las librerías' y un tipo de narración en la que Ramírez considera, con Cortázar, que 'sólo se puede ganar al lector por KO'. 'O ganas así o no ganas. El cuento tiene unas reglas muy estrictas. Pocos personajes, pocas páginas, pocas líneas argumentales. Mientras la novela puede dibujar un puerto de llegada y arribar a otro, abandonar personajes y subir a otros, el cuento tiene sus leyes. Si cuando empiezas a escribir tienes el final, lo tienes todo'.
El autor de Margarita está linda la mar (Premio Alfaguara 1998) trató de escribir 'con compasión, pero con la frialdad del periodista de la media noche, sin dejar que las historias se hagan lacrimógenas, como un cirujano, totalmente alejado de lo sentimental. En casos así, hay que enfriar los materiales'.
Más fútbol
Así lo hace en Partida de caza, curiosamente otra historia de futbolistas, en este caso la del alemán oriental que se escapó a la RFA y fue perseguido y asesinado por los servicios secretos de la RDA. O en Catalina y Catalina, el relato que da título al volumen, inspirado en una historia real de una madre y una hija separadas por la guerra.
Sergio Ramírez ha vuelto, pues, al territorio donde empezó, que abandonó por la novela, el ensayo y la política (fue vicepresidente del Gobierno sandinista). Ahora está ultimando otro libro de ficción, Sombras nada más, una novela en la que, una vez más, levanta la ventana y mira a Nicaragua: la historia transcurre en la última etapa de la dictadura de Somoza.
Ramírez leyó esta semana el capítulo inicial en la inauguración de un nuevo ciclo llamado El escritor lee, en la Casa de América. La novela convierte en materia literaria la realidad centroamericana, castigada por 'catástrofes naturales que borran de un plumazo 50 años de historia' (caso de El Salvador u Honduras) y fustigada por 'la deuda y la corrupción, que dividen a la sociedad entre una mancha gigantesca de pobreza y una minoría que accede al consumo, la cultura y la tecnología'. Dos mundos, según Ramírez, 'que ahora parecen compatibles pero que en poco tiempo no lo serán'.
Babelia
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