Desatención

Esta carta pretende poner de manifiesto la desatención de que es objeto el colegio público Príncipe de Asturias, de Madrid, por parte de los responsables tanto de la política educativa como del mantenimiento y dotación de infraestructuras.

Las carencias son muchas. En primer lugar, pese a que el 99% de los alumnos comen diariamente en él, el colegio no dispone de un comedor escolar. En su lugar, comen en el gimnasio. Ésta es la medida provisional que se adoptó hace 20 años. Como es fácilmente deducible, desde entonces, las clases de Educación Física no se imparten en un gimnasio, sino en el patio o en aulas y barracones mal habilitados.

Con respecto al deterioro de las instalaciones, hay zonas en el patio claramente peligrosas, que han tenido que ser valladas para prevenir accidentes; el estado de las escaleras del centro y de sus accesos ha provocado numerosas caídas y lesiones, y cuando llueve, el patio se inunda de tal forma que se requiere el uso de maquinaria pesada para el drenaje del agua.

Finalmente, en un plano educativo, en el momento de iniciarse el curso, faltaban cuatro profesores que todavía no habían sido designados por las autoridades educativas, y los niños y niñas de tres años -nivel escolar que por primera vez se incluye en el centro, pese a la oposición de padres y profesores, debido a la precariedad de las instalaciones- no pudieron comenzar, puesto que el mobiliario aún no había llegado.

Somos conscientes de que la situación de nuestro colegio es común a muchos otros centros públicos, por lo que nuestra denuncia ante la opinión pública pretende no sólo que se resuelvan nuestros problemas concretos, sino también poner de manifiesto el deterioro que viene sufriendo la enseñanza pública, tanto por falta de recursos como por descoordinación entre administraciones. Instamos por ello a las autoridades competentes a que se comprometan con medidas concretas -no provisionales o promesas de futuro- para que nuestro colegio, y otros tantos centros de enseñanza pública, se igualen en calidad a la de, al menos, los centros privados que reciben fondos del Estado.