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Una disputa entre París y Madrid en la ONU abrió la crisis con Rabat

España insistió ante Francia para que la UE no asumiese el plan de autonomía del Sáhara

Isidoro Sánchez, un eurodiputado de Coalición Canaria, nunca se imaginó que la pregunta sobre el Sáhara que dirigió en julio al Consejo de Ministros de la Unión Europea iba a dar lugar a mediados de octubre a una pelotera entre Francia y España a propósito de la antigua colonia española. La bulla apenas tendría relevancia si no hubiese dado pie a Marruecos para provocar 11 días después, el 27 de octubre, la mayor crisis diplomática con España desde la transición.

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Como todos los años, la presidencia de turno de la UE, desempeñada ahora por Bélgica, propuso hace un mes a los Quince que fijasen su posición sobre el conflicto del Sáhara ante la Comisión de Descolonización de la ONU, en la que participan todos los países miembros. El texto belga retomaba, a grandes rasgos, la última resolución del Consejo de Seguridad y no parecía que fuera a plantear mayores problemas, señalan fuentes diplomáticas comunitarias.

El máximo órgano de Naciones Unidas dio luz verde a finales de junio a James Baker, el emisario del secretario general de Kofi Annan, para explorar más a fondo su propuesta de conceder una autonomía para el Sáhara dentro del Reino de Marruecos, pero mantuvo también abierta la opción de celebrar un referéndum de autodeterminación pese a las dificultades surgidas en la elaboración de un censo. Tanto Argel como el Frente Polisario han rechazado desde entonces la solución autonómica, que seduce, en cambio, a Rabat.

Fabrice Mauries, el diplomático que en la Embajada de Francia ante Naciones Unidas se encarga del Magreb, formuló reparos al documento belga y propuso un texto alternativo: la respuesta que el Consejo de Ministros de la UE acababa de dar el 10 de octubre, tras consensuarla entre las capitales, a Isidro Sánchez. Curiosamente, un mes después de que circulase en Nueva York la contestación a su pregunta, el eurodiputado canario sigue sin recibirla en Bruselas.

La iniciativa francesa tenía truco. Sólo recogía la primera parte de la respuesta que los ministros de Exteriores daban a Isidoro Sánchez, aquélla en la que los Quince 'alientan' a las partes en conflicto a 'examinar directa o indirectamente el proyecto de acuerdo marco' (autonomía). Omitía una segunda parte en la que recalcaba que el plan de arreglo (referéndum de autodeterminación) seguía siendo una 'base para una solución'.

'Quisimos sustituir el lenguaje más técnico y jurídico de la resolución del Consejo de Seguridad por otro más político', explican fuentes diplomáticas francesas en París. 'Francia intentó superar el mensaje ambiguo de la ONU, que en el Sáhara apoya una cosa y su contrario', añade otra fuente francesa. París quiso también dar un espaldarazo a Marruecos, cuyo rey, Mohamed VI, hizo en su discurso del martes un llamamiento a favor del llamado plan Baker.

'O la respuesta íntegra al eurodiputado o ni una línea'. Ésta fue, en sustancia, la réplica que Carlos Morales, el diplomático español que se ocupa del Sáhara en la Embajada ante la ONU, dio a la iniciativa francesa de utilización sesgada del texto. Otros cuatro socios pequeños -Portugal, Irlanda, Suecia y Finlandia- coincidieron con España. 'Qué duda cabe que si nos hubiésemos sumado a la propuesta francesa hubiésemos inclinado al conjunto de la UE hacia la solución autonómica', comenta un diplomático español.

Los reparos formulados a la iniciativa francesa incitaron a la presidencia belga a reproponer que su texto original se convirtiese, el 16 de octubre, en la posición de los Quince. Ese día, sin embargo, Fabrice Mauries, ateniéndose a las instrucciones de París, no acudió a la reunión y la falta de consenso impidió, por primera vez, a la UE fijar su postura en la ONU sobre el Sáhara. Los Quince elaboraron, sin embargo, el martes en Bruselas un borrador sobre el conflicto sahariano.

Los diplomáticos españoles que han hablado con este corresponsal sobre la pelotera con Francia tienen sentimientos contradictorios. Por un lado, insisten en que es un asunto muy menor en comparación con la espléndida relación bilateral. Pero, por otro, se quejan de que el ardor de París por ayudar a su ex colonia dé pretexto a Marruecos para emprenderla con España.

No en balde, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, rogó el 29 de octubre en Luxemburgo a su homólogo francés, Hubert Védrine, que evitase que su Embajada en Rabat echase leña al fuego de la controversia hispano-marroquí. El problema transciende un poco a Védrine porque el embajador francés en Marruecos, Michel de Bonnecorse, es, según fuentes españolas, un hombre del presidente Jacques Chirac con cierta autonomía ante las instrucciones que recibe y empeñado además en supervisar la labor de la Embajada francesa ante la ONU.

'A nosotros también nos gustaría hacer lo mismo que Francia, ayudar a resolver el contencioso del Sáhara sin desestabilizar a Marruecos', señala un alto cargo español, 'pero tenemos un margen de actuación reducido porque la opinión pública española simpatiza con el Polisario'. 'Por encima de cualquier otra, la estabilidad de Marruecos es nuestra prioridad', concluye.

Una buena ocasión para ganar terreno

'Marruecos ha llegado a la conclusión de que el tema del Sáhara está casi ganado', afirma Raimon Obiols, presidente de la delegación Magreb del Parlamento Europeo. 'Rabat debe pensar que los acontecimientos del 11 de septiembre consolidan su posición', añade este eurodiputado, que regresa de un viaje a Argelia. Marruecos se presenta a sí mismo ante EE UU como un país musulmán estable y moderado que brinda un apoyo diplomático a la coalición antitalibán y puede además respaldar un plan de paz en Oriente Próximo. No en balde el rey preside el Comité Al Qods (Jerusalén). A cambio confía en obtener un respaldo occidental al proyecto de autonomía para el Sáhara del norteamericano James Baker. Francia se la ha brindado sin titubear. Pero no basta. Por eso Mohamed VI pidió en su discurso del martes que las partes implicadas 'muestren un espíritu positivo' ante la iniciativa de Baker. Desde hace casi dos meses, Rabat multiplica los gestos que ilustran su dominio del territorio, en el que el contingente de la ONU (MINURSO) ha quedado reducido a su mínima expresión. La última de esas iniciativas fue, la semana pasada, la primera visita al Sáhara de un rey de Marruecos desde que en 1991 se iniciaron los preparativos para el referéndum. Con anterioridad, Rabat firmó los dos primeros contratos de prospección petrolera en el Sáhara con una compañía norteamericana, Kerr-McGee, y otra francesa, Total Fina Elf. La ayuda que reciben los refugiados saharauis a través del Programa Alimentario Mundial de la ONU ha sido, además, recortada como si se intentase así doblegar el rechazo del Frente Polisario al plan Baker. 'Hasta la ONU dice bajo cuerda que la reducción es intencional', asegura el eurodiputado Isidoro Sánchez, que también estuvo en el sur argelino. 'Se debe al creciente cansacio de los donantes', objeta Obiols. Queda también por vencer, para que se apliquen las ideas de Baker, la resistencia de Argelia. Una sorprendente declaración, la semana pasada en Filadelfia, del presidente Buteflika hace presagiar a la prensa marroquí que está cambiando de postura. 'Argelia no está en contra de una tercera vía', afirmó poco antes de ser recibido en la Casa Blanca.

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