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Reportaje:

La venda, antes que la herida

Muchos países desarrollados intentan atajar la incipiente recesión con medidas de estímulo económico

Los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono han acelerado el previo enfriamiento de las mayores economías mundiales. El PIB de Estados Unidos cayó un 0,4% al finalizar el tercer trimestre, el mayor descenso sufrido desde 1991, mientras que la tasa de paro subía al 5,4% en octubre, situándose a niveles desconocidos desde cinco años atrás. Así, las señales son claras: la primera potencia económica mundial se encamina a una recesión que no dejará de afectar al resto del planeta. Pero en estos momentos de crisis pocos confían en la mano invisible del mercado. El presidente George W. Bush se ha apresurado a modificar sus creencias liberales y ha aprobado una serie de inyecciones presupuestarias (40.000 millones de dólares para ayudas de emergencia, 15.000 millones para las aerolíneas y otros 75.000-100.000 millones para estimular la economía) y evitar así la hecatombe. Una actitud que contrasta con la más reticente de la Unión Europea, donde los países de la zona han reaccionado con políticas de orientación diversa, y muy alejada de las posiciones de Gobiernos, como el de España, que incluso se han negado hasta ahora a revisar sus previsiones económicas, establecidas antes de los ataques. En ese panorama, sin embargo, Francia se desmarca y, a pesar de las críticas de Bruselas, ha multiplicado las medidas para ayudar a los sectores más afectados por la crisis, compañías aéreas y de telecomunicaciones. Es el más audaz de los europeos, pero no el único.

Republicanos y demócratas siguen discutiendo a principios de noviembre la cuantía del plan de emergencia para EE UU
La economía británica no necesita demasiados ajustes, a pesar de la conmoción provocada tras los ataques del 11 de septiembre
Berlusconi recortará los presupuestos en 17.000 millones de euros y no se plantea, por ahora, revisar las previsiones de crecimiento de Italia

RICARDO M. DE RITUERTO

ESTADOS UNIDOS

Prioridad al sector aeronáutico

Conmocionados por el ataque contra las Torres Gemelas y el Pentágono, el Gobierno de Estados Unidos, con el pleno apoyo de las dos Cámaras, inmediatamente después del 11 de septiembre ordenó una partida presupuestaria de 40.000 millones de dólares de ayuda de emergencia, primero, y 15.000 después, para el sector aeronáutico. A primeros de octubre, el panorama se enturbió con un plan presidencial de entre 60.000 y 75.000 millones para estimular la economía, plan volcado en alivios fiscales para ciudadanos y empresas. A primeros de noviembre, el plan sigue en el aire, con demócratas y republicanos a la greña. La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, se excedió hace unos días en su celo y aprobó un plan de 100.000 millones del que se mofó el propio The Wall Street Journal. El Senado, de mayoría demócrata, se dispone a enmedar la plana a los representantes, aunque el abanico sigue yendo de los 75.000 a los 100.000 millones.

George Bush propuso en los días inmediatos al fatídico 11 de septiembre un plan de ayuda de emergencia de 20.000 millones de dólares para hacer frente a los costes del desastre, que iban desde el reforzamiento de las medidas de seguridad a la reparación de los sistemas de transporte. Los senadores de Nueva York lo consideraron insuficiente y pidieron otros 20.000 para las zonas damnificadas. El presidente asintió y el Congreso aprobó de inmediato los 40.000 millones.

La aviación civil quedó excluida de esas ayudas de emergencia, pero ocho días después, y tras intensos cabildeos, recibía del Congreso 5.000 millones en efectivo con carácter inmediato como compensación por la paralización de la flota y otros 10.000 como garantías crediticias a distribuir según las necesidades de cada compañía. La medida pasó, pero ya con sonoras reservas de demócratas (y de los sindicatos), que veían mucho dinero para socorrer a las aerolíneas mientras no se destinaba un céntimo a los 100.000 empleados despedidos por esas mismas compañías, cuyo negocio había caído en picado.

En medio de una creciente justa verbal, el presidente hizo dos semanas más tarde un gesto hacia quienes habían perdido sus empleos y ofreció un plan de acción que, entre otros renglones, dedicaba 3.000 millones de dólares para cubrir seguros sanitarios y complementar el subsidio de desempleo de los nuevos parados. Este subsidio se extendía, con cargo a fondos federales, de las 26 semanas regulares a 39 en Estados cuya tasas de paro se incrementara más de un 30% como consecuencia de lo ocurrido el 11 de septiembre.

El mes de octubre transcurrió con acres discusiones y al final se impuso por la mínima (216-214) la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. La propuesta legislativa acepta las cuatro ideas principales presentadas por el presidente. Dos pensando en el ciudadano (cheques para aquellos cuyo nivel de renta eran tan bajo que no tuvieron derecho a devolución de impuesto en julio, que ahora recibirán talones por valor de entre 300 y 600 dólares, y adelanto a 2002 de la rebaja en el IRPF, que debía entrar en vigor en 2006) y dos de estímulo a las empresas (eliminación de la obligación de pagar un mínimo de impuestos y capacidad de lograr exenciones por inversiones en bienes de equipo), que los republicanos consideran el principal agente de la activación económica.

SANDRO POZZI

BRUSELAS

La CE revisa sussus presupuestos

La ralentización en la economía comunitaria, agravada tras los ataques terroristas, es un problema obvio que ya no se puede esconder. La mayoría de los Gobiernos europeos se están viendo obligados a adaptar sus presupuestos nacionales y sus previsiones para los próximos cuatro años a la nueva coyuntura.

Las previsiones de crecimiento que el Ejecutivo comunitario hará públicas el próximo 21 de noviembre dejará el índice de creación de riqueza para este año en la UE en torno al 1,5% del PIB, casi la mitad de lo estimado en primavera. La recuperación se espera para mediados de 2002 si la situación se mantiene tal cual. Los Gobiernos europeos están obligados a utilizar las mismas hipótesis de crecimiento internacionales a la hora de elaborar sus presupuestos y presentar los programas de estabilidad y de convergencia para que sean coherentes entre ellos. Es una de las dos condiciones recogidas en el código de conducta adoptado en julio por el Ecofin.

Las primeras dudas ya han surgido. 'Este año se repetirá, seguro, el ciclo del año pasado', declaró una fuente diplomática europea. Los debates en los parlamentos nacionales de los presupuestos -elemento clave en los programas de estabilidad y de convergencia- todavía no se han adaptado en la mayoría de los países al calendario impuesto por Bruselas. Y hay un elemento más que está influyendo también en este proceso, como explican otras fuentes comunitarias. 'El cambio en la coyuntura económica está obligando a todos los Gobiernos a adaptar sus presupuestos', afirma una fuente de la Dirección General de Economía.

'Queremos que los programas de estabilidad se hagan sobre la base de unas previsiones realistas', insiste la Comisión Europea. Pero Italia y España prefieren mantener sus previsiones.

CIRO KRAUTHAUSEN

ALEMANIA

Operación Hucha

La pregunta se escucha insistentemente en los mentideros políticos de la capital alemana: ¿cuándo cederá el ministro de Finanzas, Hans Eichel, a las múltiples presiones para soltar las riendas fiscales y así hacer frente a la agudización de la crisis económica? Hasta ahora, Eichel ha repetido hasta el cansancio que Alemania no abandonará bajo ninguna circunstancia el sendero de la consolidación presupuestaria, que implica una paulatina reducción del endeudamiento hasta equilibrar la caja pública en 2006.

La revisión de la Operación Hucha, sin embargo, podría llegar muy pronto. Tanto la oposición conservadora como las patronales están pidiendo a gritos estímulos a la economía, que sólo crecerá un 0,75% este año, y un 1,25%, en 2002, según las últimas previsiones oficiales. El deterioro de la coyuntura sitúa a Alemania al borde de la recesión y supone un severo revés para la lucha contra el paro, objetivo número uno del canciller, Gerhard Schröder, cuando asumió el poder en 1998.

Los expertos del Ministerio de Finanzas comenzarán a revisar a partir del próximo jueves sus estimaciones sobre los ingresos fiscales. Con toda probabilidad se toparán con pésimas noticias: el estancamiento de la economía implica no sólo una considerable merma en los ingresos fiscales, sino también un fuerte aumento de los gastos públicos destinados, por ejemplo, a los pagos por desempleo. Este invierno, el paro podría afectar a 4.250.000 personas, según los institutos de investigación económica.

Será con estas cifras en mano con las que la coalición gubernamental entre socialdemócratas y verdes, días después, tendrá que sacar adelante en el Parlamento los Presupuestos de 2002, que, según lo previsto antes de los atentados del 11 de septiembre, ascenderán a 247.800 millones de euros (+1,6%) y conllevarán un endeudamiento adicional de 21.100 millones de euros (menos que en el presente ejercicio, para el que se prevén préstamos por 22.300 millones de euros).

Posiblemente, ello no baste para capear el temporal y, por el contrario, será necesario adelantar la próxima fase de la reforma fiscal, como ha solicitado la oposición, o lanzar todo un programa de estímulos económicos, posibilidad ésta que el mismo Schröder, a menos de un año de las próximas elecciones, mantiene abierta. Con un déficit fiscal que en este ejercicio fácilmente podría llegar al 2% (en vez del 1,5% previsto), y que en 2002 corre peligro de ser incluso mayor, el Gobierno, sin embargo, tiene muy poco margen de juego dentro del programa de estabilidad.

JOAQUÍN PRIETO

FRANCIA

Muchas ayudas en un año electoral

El Gobierno francés ha multiplicado las medidas para sostener los sectores económicos más debilitados -telecomunicaciones, compañías aéreas- al tiempo que continúa estimulando la demanda. Si ésta ha sido su estrategia desde que accedió al poder, hace cuatro años, la mantiene aún con mayor firmeza tras el 11 de septiembre, sobre todo en vísperas de un año electoral. Laurent Fabius, ministro de Economía, cree posible una tasa de crecimiento de Francia el año próximo en torno al 2,25%, con una inflación controlada por debajo del 2%.

Para disgusto de la Comisión Europea, Francia es el único país de la UE que se ha apresurado a anunciar una ayuda de 300 millones de euros (50.000 millones de pesetas) destinada a sus compañías aéreas. La muy liberal comisaria europea de Transportes, Loyola de Palacio, deseaba reservarse el poder de aprobar las ayudas caso por caso; pero el Gobierno francés no ha esperado la luz verde de la comisaria española, ni tampoco para llegar a un acuerdo bilateral de 'cielos abiertos' con Estados Unidos.

El sostén para sectores en crisis se complementa con más estímulos al consumo en el momento en que se deprime la inversión. Con gran pompa acaba de anunciarse que los hogares más modestos recibirán en enero un cheque en euros, equivalente a unas 25.000 pesetas. Este regalo del Estado beneficiará a 8,5 millones de franceses con rentas familiares inferiores a 10.500 francos mensuales (265.000 pesetas) y se entregará a título de complemento de una 'prima al empleo' ya pagada en septiembre de 2001. La oposición subraya que esta pequeña generosidad llegará cuatro meses antes de las elecciones presidenciales.

¿Y de dónde sale el dinero? La receta consiste en no sacralizar la reducción del déficit presupuestario. La izquierda heredó de la derecha un déficit de más de 300.000 millones de francos (7,6 billones de pesetas) en 1997 y la legislatura va a finalizar con un volumen sólo ligeramente por debajo de esa cifra. Para la derecha, esto demuestra que se han perdido años de crecimiento en los que se habría podido reducir más el déficit; para el Partido Socialista, sólo implica que se han usado 'los márgenes de maniobra' presupuestarios en aras de sostener la economía.

WALTER OPPENHEIMER

REINO UNIDO

El país del G-7 con mayor crecimiento

La economía británica no necesita demasiados ajustes a pesar de la conmoción mundial provocada por los ataques terroristas del 11 de septiembre y la respuesta militar de Estados Unidos y el Reino Unido. Los economistas esperaban un crecimiento de 4 décimas en el tercer trimestre del año y se han visto sorprendidos con agrado al crecer un 0,6% más que en el tercer trimestre de 2000.

Eso significa que el Reino Unido está creciendo a una tasa anual del 2,4%, una cifra robusta para los tiempos que corren y que permite augurar que se cumplirá el objetivo de crecimiento de entre el 2,25% y el 2,75% que se había fijado el Gobierno al aprobar en primavera los Presupuestos del año fiscal en curso.

Aunque las cifras pueden parecer modestas, por primera vez desde 1986 el Reino Unido será este año, y probablemente también el próximo, el país del G-7 con mayor crecimiento económico. Con este panorama a la vista, el ministro del Tesoro y poderoso número dos del Gobierno laborista, Gordon Brown, no parece que vaya a presentar grandes sorpresas en su tradicional corrección presupuestaria de mitad de ejercicio, que se espera para mediados del recién estrenado noviembre. La fortuna ha sonreído a Brown, que ha visto cómo la política económica que hace un año era criticada por el FMI, que la consideraba demasiado procíclica, ha acabado convirtiéndose en contra cíclica sin moverse de su sitio.

Pero hay sombras a la vista. A corto plazo empieza a preocupar el mercado inmobiliario, que sí parece verse afectado, ni que sea psicológicamente por la caída de las Torres Gemelas. Y a largo plazo permanecen las amenazas de siempre: el elevado gasto público que debe afrontar el país para poner al día sus obsoletos servicios públicos y la eventual depreciación de la sobrevalorada libra esterlina, que puede desequilibrar todo el escenario macroeconómico si sucede con más rapidez de la debida.

LOLA GALÁN

ITALIA

Menos gastos y más privatizaciones

Las perspectivas de recuperación de la economía italiana eran ya escasas antes del 11 de septiembre. Las grandes promesas de reactivación económica y, sobre todo, de reducción de la presión fiscal hechas por Silvio Berlusconi durante la campaña electoral de la pasada primavera han quedado, de momento, en el tintero a la hora de redactar la Ley de Presupuestos de 2002, que prevé recortes por valor de 17.000 millones de euros. Sólo las familias con hijos y los jubilados con las pensiones más bajas se salvan de la 'quema'. Las primeras verán aumentar las deducciones por hijo en 85.000 pesetas anuales y las pensiones (hasta 85.000 pesetas al año) en el segundo.

Aunque el Ejecutivo de Silvio Berlusconi aprobó los Presupuestos el último día de septiembre, a medida que las consecuencias de los atentados de Nueva York y Washington se van dejado sentir en los mercados bursátiles internacionales ha habido que añadir nuevas correcciones a la baja. Por ejemplo, el llamado 'bono de gasolina', que reducía el precio de la súper unas cuatro pesetas por litro -una pequeña compensación introducida a raíz del espectacular aumento del crudo la pasada primavera- ha desaparecido.

El ministro de Economía, Giulio Tremonti, ha confirmado que el Gobierno tiene en cartera una serie de privatizaciones que se irán produciendo a medida que se estabilicen las bolsas (la del gigante eléctrico Enel, los ferrocarriles y Correos, entre otras), para procurar a las arcas del Tesoro la liquidez necesaria.

Aun así, nadie puede estar seguro de que la economía italiana no necesite nuevos 'empujones'. El FMI ha rebajado las cifras de crecimiento y de déficit público para el próximo año y el actual: Italia crecerá sólo el 1,4% en 2002 y no el 2,3% que calcula el Gobierno. Para 2001 la previsión del Fondo es igualmente inferior (1,8%) a la del Ejecutivo (2%). Otro tanto ocurre con el déficit público para 2001, que el FMI sitúa en el 1,2% frente al 1,1% del Ejecutivo.

RICARDO MORENO

SUECIA

De superávit a déficit presupuestario

Los países nórdicos han acusado el impacto de los últimos acontecimientos con una disminución del volumen de las ventas, de las exportaciones y la producción, aumento del paro y una reducción de las previsiones de crecimiento, tanto para este año como para el próximo.

En el caso de Suecia, los malos resultados de Ericsson, que representa el 15% de las exportaciones del país, y también los de Volvo, que han determinado nuevos anuncios de despidos, han enturbiado un panorama que poco tiempo atrás se mostraba floreciente. Por primera vez en cinco años, las finanzas del Estado serán deficitarias el año próximo y se estima que necesitará realizar préstamos por valor de 8.000 millones de coronas para asumir sus gastos.

En la presentación del Presupuesto el pasado otoño, el ministro de Finanzas, Bosse Ringholm, contaba con un superávit de 15.000 millones de coronas para el año 2002. En cambio, se espera que para este año las finanzas del Estado registren un déficit equivalente al 1% del producto interior bruto (PIB).

El próximo ejercicio habrá elecciones generales en Suecia y un crecimiento de paro, sumado a otros aspectos controvertidos de la política exterior, que actualmente sacuden al partido del Gobierno, podrían poner en peligro la continuidad del Gobierno socialdemócrata.

SONIA ROBLA

HOLANDA

Reducción de jornada laboral

En una sociedad poco proclive a estímular la economía pero muy dada a minimizar el impacto social, una de las principales medidas tomadas en Holanda ha sido la recuperación de una ley de 1945 que permite a las empresas reducir de forma obligatoria la jornada laboral de todos o parte de sus trabajadores. La medida, prevista de forma temporal por un plazo máximo de 18 semanas, concede a las empresas un tiempo para superar los primeros momentos de incertidumbre sin despedir personal. Aunque la reducción de la jornada va acompañada de la correspondiente reducción de salario, el trabajador percibe a cuenta de los fondos sociales el 75% del sueldo perdido.

W. O.

IRLANDA

Pendientes del exterior

La economía de Irlanda se encuentra en el epicentro mismo del temporal que azota la economía mundial. El milagro irlandés corre el riesgo de saltar hecho trizas debido a su altísima dependencia exterior y de la industria de las telecomunicaciones. El Gobierno sólo ha recortado en un 1,5% la previsión de crecimiento este año, una cifra modesta si se tiene en cuenta que a pesar de la crisis el PIB crecerá un 6%. Pero lo peor vendrá en 2002. El ministro de Finanzas, Charlie McCreevy, no se atreve a hacer pronósticos pero ha recordado esta semana que las estimaciones del mercado sobre el crecimiento de Irlanda el año que viene varían entre el 1% y el 5%. 'Ese dato demuestra hasta qué punto es incierta la situación en estos momentos en el entorno económico global', reconoce.

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