La controvertida financiación de los cursos de idiomas
Aumentan las quejas ante las oficinas de consumidores
Los datos recogidos por la Unión de Consumidores de la Comunidad este año evidencian un crecimiento del número de ciudadanos que se interesan por sus derechos en temas de financiación de cursos de formación o que protestan formalmente por considerarlos vulnerados. Buena parte de ellas provienen de alumnos de centros de idiomas. La UCE recibió hasta agosto 330 consultas y reclamaciones relacionadas con el sector de la enseñanza no reglada. Un 43% de ellas (142) se refería a contratos de financiación. El año pasado este tema centró el 25% de las consultas.En conjunto, 338 personas consultaron o presentaron reclamaciones sobre temas relacionados con estas academias en 2000. En cualquier caso, y aunque predominan las consultas sobre la financiación de cursos de idiomas, también es cierto que este año quebró una academia especializada en oposiciones, que financiaba sus cursos mediante créditos, y que ha provocado que más de 60 alumnos hayan iniciado algún tipo de protesta formal.
Ante el aumento de estas consultas, la UCE denunció hace quince días ante la Dirección General de Consumo 'la defectuosa' información que algunas academias de enseñanza facilitan a quienes contratan cursos financiados en sus centros. La asociación pide que Consumo obligue a las academias a entregar un folleto informativo claro sobre estos aspectos.
El sector, en cualquier caso, es muy heterogéneo. Es difícil generalizar. Para empezar es complicado conocer con exactitud el número de centros de formación. Tal y como explica Pepa Ramis, responsable de este área en CC OO, estos centros 'tienen una tasa de natalidad y mortalidad increíble'. Ramis defiende que los centros en sistema de franquicia están entrando con fuerza y 'se están llevando mucho mercado'. El presidente de la Federación Empresarial de Centros de Formación de la Comunidad Valenciana, Faustino Chumilla, explica que tienen registradas alrededor de 420 academias en Valencia y aproximadamente 700 en la Comunidad en las que cada año estudian aproximadamente 50.000 valencianos. Las nuevas tecnologías y los idiomas son las enseñanzas más solicitadas. Chumilla divide los centros en dos grupos. El de la 'clásica academia de pizarra y tiza que se ha reciclado' adaptándose a las nuevas tecnologías y el de 'aquellas otras que aparecen y desaparecen y que no tienen ni la filosofía ni el fin ni la inquietud' de las anteriores. El 99% del colectivo, dice, cobra los cursos al contado. En cualquier caso, defiende que en el creciente sistema de franquicia 'hay gente que trabaja magníficamente bien', aunque también hay casos que 'perjudican la imagen general porque hay gente que se siente engañada'.
Existen seguramente tantos casos como alumnos o comerciales. El cumplimiento de objetivos de venta en el caso de los segundos o la desidia o desconocimiento de quienes contratan el curso en algún caso pueden ser dos explicaciones para el aumento de quejas.
El comercial de una academia de idiomas que utiliza el sistema de pago financiado defiende la obligación de informar al alumno con detalle sobre la fórmula de contratación que concreta. También asegura que es obligatorio facilitar copia de cada papel firmado 'para evitar malentendidos'. Tampoco descarta, sin embargo, que para alcanzar los objetivos de venta se pueda dar algún caso en el que el vendedor 'enmascare' alguna condición del contrato. La firma de un curso financiado, concluye, tampoco es un camino sin retorno, y 'siempre está la opción' de pasar el curso a otra persona.
Lo cierto, es que la oferta de financiación de cursos en academias a través de créditos bancarios proporciona una imagen al cliente muchas veces confusa. De hecho, hasta empleados de un banco, vinculado a una importante cadena de academias de inglés, han mostrado su rechazo a este tipo de operaciones debido a las numerosas protestas. Un rechazo que tiene que ver también con la mala imagen que proporciona la entidad al quedar ligada a una academia que quizá, con el ánimo de incrementar alumnos, ha esquivado entrar en un detalle tan importante como que el contrato (crédito) no se puede cancelar, sino sólo traspasar.
No es un caso único el de un alumno confiado que ha intentado desligarse de una academia y se ha encontrado con la sorpresa de que tiene que pagar todo el curso. La respuesta del comercial que le atendió suele ser: 'Pero si ya se lo dije'. Pero hay muchas formas de decirlo y más aún si se trata de vender algo. El marketing agresivo (en el sentido americano del término) de los comerciales, que han de alcanzar un mínimo de ventas en muchos casos, no es el mejor aliado para una información clara. Algunos comerciales llegan a ganar más de 600.000 pesetas algunos meses.
Es frecuente que el cliente que entra por la puerta para recabar información salga por ella mareado con todo tipo de promociones, regalos o futuras promesas. También es cierto que el primer deber del consumidor ha de ser saber perfectamente lo que se firma. La financiación por créditos de un curso no deja de ser como el préstamo de un banco para comprar un coche que hay que seguir pagando ocurra lo que ocurra con él.
Por todo ello, no resultan sorprendente las recientes campañas publicitarias que reclaman la atención del consumidor apelando a que pagará sólo los niveles que estudie.
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