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Las mil caras poéticas de Fernando Pessoa se reúnen en una antología bilingüe

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores edita en español y portugués 'Un corazón de nadie'

Nada más triste que esa estatua de Fernando Pessoa en las calles del Chiado. Un corazón de nadie, un hombre parapetado en la soledad del bronce. Esconde al poeta múltiple y lúcido de las máscaras (la metafísica, la mística, la sentimental, la futurista, la del loco que tenía miedo de serlo). Todos ellos estaban en sus heterónimos, y aparecen ahora en la antología de Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. La ha reunido Ángel Campos, y es una joya bilingüe, más fiel que las anteriores. Contiene 250 poemas, alguno inédito en español, y abre en canal el universo de su soledad.

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Pierrot borracho

'A la patria, amor, prefiero rosas'. 'El sueño es bueno porque de él despertamos'. 'No soy nada, nunca seré nada...'.

Pessoa, un poeta de inolvidables principios de poemas, sólo publicó un libro en vida, Mensaje. Lo hizo porque ganó el segundo premio de un concurso literario. El resto, 27.543 páginas, las guardó en un baúl de madera que aún sigue dando sorpresas.

La primera: su vigencia sigue siendo apabullante. Su misterio, su pulsión de vida, su complejidad, su miedo a la locura y a la soledad surgen como si fueran nuevos de Un corazón de nadie.Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Fernando Pessoa firmaron las poesías que integran las 660 páginas. El prólogo y la edición son del poeta y traductor Ángel Campos Pámpano. La antología difiere respecto a otras anterioress (Ángel Crespo, José Antonio Llardent), en que se basa en las ediciones, más actuales y fieles, de Assírio

Biografa humanaCampos traza adems una biografa humana que ayuda al lector a orientarse mejor en el 'gran berenjenal' pessoano.

Fernando Antnio Nogueira Pessoa naci en Lisboa el 13 de junio de 1888 y vivi 47 aos. Muri el 30 de noviembre de 1935. La figura de su abuela materna, Dionsia, aquejada de locura rotativa -entre la calma y grandes crisis violentas- marc su infancia y se convirti en obsesin, aunque la locura del nieto deriv en otra cosa: depresiones de origen histrico-neurastnico, segn l mismo las defini.

Su padre, Joaquim de Seabra Pessoa, fue un funcionario inteligente y culto, crtico musical en Diário de Noticias. Murió cuando su hijo tenía 5 años. Su madre, Maria Madalena Pinheiro Nogueira, hablaba varios idiomas y escribía poesía. Pero quien le empujó a escribir fue su tía abuela, Maria Xavier Pinheiro, mujer aristocrática y escéptica en religión, que también era poeta. La madre se casó con el cónsul portugués en Suráfrica, y allí vivió Pessoa una década entera. De muy niño leía a Dickens y cultivaba su tendencia a lo que llamó 'la mentira artística': fantasear con gente invisible, verlos 'exactamente humanos'.

Los célebres heterónimos, la escisión de su yo en varios, eran ya pura realidad cuando Fernando Pessoa tenía 6 años: escribía cartas (y las respondía) a un tal Chevalier de Pas (Caballero de No), que luego dejaría paso a Alexander Search (Alejandro Búsqueda).

En 1905 volvió a Lisboa. Su destino era Londres, ser un inglés más como sus hermanastros, quizá un poeta correcto. Pero le negaron una beca para Oxford, y volvió a Lisboa con ese aire de extranjero que ya tendría siempre (hasta en la estatua del Chiado).

Era un joven reservado, frío y solitario que se adaptaba mal. Se matriculó en la universidad pero no duró casi nada. A los 17 años, es su 'tercera adolescencia', escribe: 'Estoy sentado a mi mesa, con mi papel y mis plumas, y de pronto me asalta el misterio del universo; me detengo, tiemblo, siento miedo, y me gustaría dejar de sentir, ocultarme, golpear la cabeza contra la pared. Feliz aquel que es capaz de pensar profundamente; pero sentir con esa profundidad es una maldición'.

Después de 75 años, Antonio Tabucchi explica así esa maldición: 'Con Pessoa, una de las grandes preocupaciones de nuestra época, el yo, entra en escena y comienza a hablar de sí, comienza a reflexionar acerca de sí mismo. A través de una formulación meticulosa, digna de un informe psicoanalítico, la heteronimia no es otra cosa que la vistosa traducción en literatura de todos aquellos hombres que un hombre inteligente y lúcido tiene la sospecha de ser. Se podría, a lo sumo, añadir que tal vez en ninguna otra época como en la nuestra el hombre inteligente y lúcido ha tenido la sospecha de ser tantos hombres'.

Dolorosa sospecha. El joven poeta lee sin parar a los clásicos ingleses, hereda a su abuela Dionísia, monta una empresa de artes gráficas y se arruina, se dedica a escribir y traducir cartas comerciales, bebe como un cosaco. Moitinho de Almeida, hijo de uno de sus clientes, cuenta que un día, en los años veinte, le dijo: 'Aguanta usted como una esponja'. Y él respondió: '¿Como una esponja? Como una tienda de esponjas, incluido el almacén'.

Y añadía Almeida: 'Es el único defecto que le conocí. Nunca hablaba mal de nadie. Nunca posó de intelectual'.

Su vida es renuncia. Sólo tiene tres vicios: el aguardiente, cuatro cajetillas de tabaco al día y los trajes del mejor sastre de la ciudad. Por lo demás, desdeña el dinero, odia la fama ('cosa para actrices y productos farmacéuticos') y se dedica por entero al arte ('terrible misión'). Rechaza varios empleos bien remunerados, y es distante e inaccesible. Para el amor y el sexo (sólo tuvo una novia, Ofélia Queirós). Y para los amigos.

Los amigos los lleva dentro. Son los que le ayudan a 'sentirlo todo de todas las maneras'.

El doctor Ricardo Reis (1887-?) es el poeta clásico, horaciano, el filósofo estoico, el arcaísta riguroso. Escribe en endecasílabos y heptasílabos, pero es más renacentista que barroco, y habla de las obsesiones fundamentales del poeta: el fingimiento, la renuncia del amor.

El maestro

Alberto Caeiro escribe entre 1889 y 1915. Vive en el campo. Es el maestro, el poeta de la espontaneidad, el instinto, el espíritu, la sencillez, la naturaleza. Un animal de palabras: 'Sentir la vida correr por mí como un río por su lecho', escribe en El guardador de rebaños.

El modernista, el futurista, la vanguardia pessoana es Álvaro de Campos (1890-1935). Ingeniero naval, fue el único heterónimo que conoció personalmente a su autor. Y el que escribió Estanco, ese poema fulgurante que empieza diciendo 'No soy nada, nunca seré nada'. Radical, con fases más sentimentales, es la antítesis de Pessoa: el hombre social, comprometido, homosexual.

Y, por fin, el ortónimo, Fernando Pessoa: poeta tradicional y popular, el más variado en tonos y ritmos, nacionalista y esotérico, poeta del vacío, porque escribe todo lo que los demás no escriben.

Todos ellos (y Chevalier de Pas, y Bernardo Soares, y António Mora, y Coelho Pacheco...) fueron él mismo. Escribían en los sitios más inverosímiles, servilletas, posavasos, papelillos. Todos convivían en el baúl de madera. Y todos murieron con su autor el 30 de noviembre de 1935, en un hospital del Barrio Alto lisboeta. Un día antes, el 29, escribieron a lápiz esta nota: 'No sé lo que el mañana me traerá'.

El escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935).
El escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935).
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