Un proceso de más tres años con muchos sobresaltos
Aunque Bill Gates y Paul Allen fundaron Microsoft en 1975, la compañía operó libre de sospechas judiciales sólo hasta el comienzo de la década de los 90. En octubre de 1997, el Gobierno de EE UU, que había llegado a un acuerdo con la firma informática en 1994 para evitar que impusiera todos sus productos, demandó a Microsoft al comprobar que la compañía incluía en cada copia de su sistema operativo Windows una copia de su navegador Explorer, dejando fuera del mercado a otras empresas como Netscape.
La demanda se hizo firme en mayo del 98, y a ella se sumaron los fiscales generales de 20 estados, aunque dos se descolgaron del proceso. En noviembre de 1999, el juez Thomas Penfield Jackson dictaminó que Microsoft era un monopolio y se comportaba como tal. Acusó a la compañía de dañar a los consumidores e impedir la innovación.
Incapaces de llegar a un acuerdo extrajudicial, el magistrado decidió el 7 de junio del año pasado, ordenar la segregación de Microsoft en dos compañías, una para aplicaciones y otra para sistemas operativos.
Bill Gates apeló la sanción directamente ante el Tribunal Supremo, pero los jueces renunciaron a analizar el caso al considerar que ese trabajo corresponde a un tribunal inferior, el de apelaciones.
En junio de este año, el tribunal de apelaciones decidió anular la orden de segregación, pero hizo firmes las acusaciones de prácticas monopolistas y comportamiento anticompetitivo.
Microsoft intenta de nuevo que el Supremo se haga cargo del caso, pero los jueces lo rechazan. El proceso se asigna a una nueva juez de Washington, Colleen Collar-Kotelly, encargada ahora de determinar la sanción final. El Departamento de Justicia ya anunció que no volverá a pedir la segregación de la compañía.
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