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Reportaje:

Un inusual día de Todos los Santos

Castañas, 'panellets' y boniatos para un día de difuntos marcado por un largo puente y altas temperaturas

Mar Padilla

Per Tots Sants, capes i mocadors grans, dice el refrán, pero las temperaturas, este año, se empeñan en demostrar lo contrario. Los tempestuosos días de difuntos, con las solapas del abrigo hasta arriba y las hojas de los árboles en el triste camino del cementerio, no rigen este año. Las suaves temperaturas y la luminosidad de sol parece que acompañará a las familias y amigos que quieran rendir recuerdo a los suyos en cualquiera de los cementerios catalanes.

'Cada vez más la gente compra todo tipo de flores, mientras que las coronas, los crisantemos y los pensamientos se utilizan menos porque son demasiado fúnebres', explica Lluís Vilagran, del Gremio de Floristas de Cataluña. Se calcula que se venderán tres millones de ramos, a razón de entre 1.500 y 5.000 pesetas cada uno. ' A mi mujer le gustaban las rosas rojas', dice un hombre. 'Y es lo que le compra a su difunta cuando va a visitarla al cementerio', afirma Vilagran, a quien le entristece lo poco que frecuenta la juventud los cementerios. 'A lo mejor porque no quieren saber nada de la muerte', precisa.

Según el Gremio de Floristas, las ventas están bajando vertiginosamente desde hace 10 años porque la tradición del 1 de noviembre 'se está perdiendo'. 'Cada vez hay menos creyentes y se incinera más a los muertos', razona Vilagran. En el Mercado Central de la Flor de Mercabarna se han vendido unas 3.750.000 unidades de flor natural a lo largo de octubre, 2.000.000 de ellas sólo en esta semana.

María Vázquez trabaja todos los días en el cementerio de Montjuïc -'desde hace muchísimos años'- y, en manga corta, se afana en dar los últimos retoques a unos ramos de claveles amarillos que tiene a la venta. 'Ahora se compran flores de colorines y ramos alegres, pero la pena es que cada vez se venden más flores de tela, porque duran más', dice mientras vende dos hermosos ramos frescos a un par de viejecitas.

Para visitar los cementerios barceloneses, Transportes Metropolitanos de Barcelona ha habilitado un plan de refuerzo de vehículos para los peor comunicados. Desde el 20 de octubre hasta el 4 de noviembre, el servicio incluye un aumento del número de autobuses de las líneas 38 y 637 y una lanzadera especial en la plaza de Espanya para acudir al cementerio de Montjuïc, además del refuerzo de la línea 102, que llega hasta el de Collserola. El resto de los servicios de transporte se mantiene a lo largo de los cuatro días, que coinciden con el inicio de la ampliación del horario de metro, Ferrocarrils de la Generalitat y Cercanías hasta medianoche.

En el inmenso cementerio de Montjuïc muchos de los nichos ya estaban arreglados y con flores nuevas a principios de semana. Parece que durante la semana muchas familias han optado por recordar a sus difuntos unos días antes de la fecha señalada, quizá para aprovechar el buen tiempo y poder marcharse de puente. Y es que Tráfico prevé que 350.000 coches abandonen Barcelona estos días.

Tanto para los que se van como para los que se quedan en sus ciudades, la tradición es obstinada y exige estos días el consumo de boniatos, castañas y panellets. La meteorología ha permitido este año que los boniatos, rojos o blancos, sean de gran calidad, pero el calor actual es la causa de que su venta sea considerablemente inferior a la de otras festividades de Todos los Santos. La venta de este tubérculo en 2001 ha sido de 540.538 kilos, cuando otros años se superaban ampliamente los 700.000.

Las castañas, en cambio, triunfan. Más de mil toneladas de este fruto ha vendido Mercabarna en octubre, volumen significativamente superior al del año pasado, cuando se vendieron 825.362 kilos. De los 200 mayoristas de frutas y hortalizas de este inmenso mercado, 30 se dedican a este fruto tradicionalmente otoñal, un producto que proviene sobre todo de Málaga, Granada y de las provincias gallegas, con Orense a la cabeza.

Concretamente Barcelona tiene habilitados en sus calles 33 puestos de castañeras, la mayoría de las cuales atienden a su clientela en manga corta.

Y con las castañas, sus compañeros los panellets, que se venden entre 3.800 y 4.500 pesetas el kilo o, lo que es lo mismo, entre 90 y 100 pesetas la unidad. 'Como tantas otras cosas, no es lo mismo comprar en el paseo de Gràcia que en un pueblecito del interior', afirma Joan Turull, presidente de la Federación Catalana de Pasteleros, al ser interrogado sobre la oscilación de precios. 'Son caros, pero es que medio kilo de panellets da para cuatro personas', asegura Turull.

Según las previsiones, se consumirán 950.000 kilos de panellets en toda Cataluña -650.000 de ellos sólo en la provincia de Barcelona-, para los que se han utilizado 150.000 kilos de almendra, otros tantos de piñones, además de toneladas de azúcar e incontables huevos. 'Siempre hablamos de los panellets buenos, los que están hechos sólo a base de almendra, azúcar y huevo, no los que están elaborados con fécula, que nosotros consideramos un fraude', advierte Turull.

Además de los miles de pastelerías, hoy permanece abierto el 10% del pequeño comercio catalán, principalmente el textil, y todos los grandes centros comerciales e hipermercados. La tradición manda.

Tres vendedoras de flores, ayer a la puerta del cementerio de Montjuïc.
Tres vendedoras de flores, ayer a la puerta del cementerio de Montjuïc.JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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