Cuando Venus y Eros jugaban en Antequera
Arqueólogos excavan en una fastuosa villa romana hallada en la ciudad malagueña
Cuando hicieron las vías del tren seguro que no sabían que estaban construyendo sobre 2.000 años de historia. En el siglo I, notables de Roma construyeron la Villa de la Estación, una casa señorial de la que se han excavado más de 500 metros cuadrados sólo de pasillos y donde se han descubierto 14 mosaicos, uno de ellos en rampa, una rareza dentro del arte romano. Los arqueólogos han descubierto también un importante cuadro escultórico que sitúa esta villa entre las más importantes de Hispania.
Las figuras, mosaicos e inscripciones arrojan numerosos datos sobre la vida señorial romana
El pasado mes de marzo se encontró la Venus de Antequera, una pequeña y perfecta cabeza de diosa, posiblemente una Afrodita, de corte helenístico y realizada en mármol de Paros (Grecia). En su tiempo formaba parte de una escena mitológica. Este repertorio artístico, en el que también se han encontrado un Eros dormido y un Eros sobre un delfín cuya boca era un surtidor de agua, está aportando importantes datos sobre la vida señorial en la época del imperio romano en España. También lo hacen las numerosas inscripciones halladas, que hablan de los grandes hombres y mujeres que habitaron estas tierras, uno de los valles más fértiles de Andalucía.
'En 1998', cuenta Jesús Romero, historiador y alcalde de Antequera, 'se empezó a excavar en esta parcela. Comenzamos a construir la circunvalación y cuando descubrimos los restos, el proyecto de cuatro carriles tuvo que quedarse en dos'. Cuando los trabajos en la villa terminen, el alcalde piensa en la creación de un paso elevado que proteja el yacimiento y permita que sea visitado. Ahora se está realizando la consolidación y restauración del Ninfeo, un receptáculo que albergaba agua, a modo de estanque, adornado con esculturas y fuentes. El trabajo va despacio, ya que el arqueólogo tiene que ir limpiando, estudiando, catalogando los restos, consolidando y protegiendo el terreno. 'Lo que ha durado 2.000 años bajo tierra puede destruirse en meses al descubierto', advierte el arqueólogo Manuel Romero, que teme no sólo al clima, sino a los posibles saqueos.
Un patio cubierto y rodeado de columnas, el peristilo, era en aquel tiempo una de las partes traseras de la enorme mansión. 'Esto formaba la zona más privada e íntima de la casa', dice el arqueólogo. 'Existen diferentes niveles en los que el agua iba pasando de unos estanques a otros y se iba mezclando con jardines y zonas de paseo para los habitantes más ricos', añade. Las columnas yacen sobre el estanque, en la misma posición en que cayeron en el siglo V, cuando se abandonó esta Villa de la Estación, llena aún de misterios por desvelar y que ya forma parte de la vida y la historia de Antequera.
Pero aún hay más. A seis kilómetros de la ciudad, entrando por un carril de tierra removido por las últimas lluvias, se encuentra el Cortijo del Castillón. Allí se alza una colina que forma un triángulo perfecto y en cuyas laderas se encontraba la ciudad de Singilia Barba, cuyo nombre proviene del río Genil, en lenguaje ibérico. Esta ciudad, conquistada por los romanos, tenía vida desde el siglo VIII antes de Cristo, la época del bronce final, cuando habitaban en Andalucía los tartesos. Fue una fortaleza ibérica amurallada que después de servir a los romanos pasó a manos de los árabes y llegó a ser una ciudadela medieval.
'En el siglo XII fue abandonada porque no ofrecía garantías de defensa', relata Manuel Romero. A diferencia de otras muchas ciudades, como Anticaria, en la que todas las civilizaciones se han ido construyendo sobre la misma base hasta llegar a la época contemporánea, Singilia Barba quedó desierta y aislada. Protegida de los saqueadores y las lluvias por las tierras del monte.
'Era una ciudad media, porque el teatro era como para 2.000 espectadores', dice el arqueólogo. Este teatro se encuentra en la parte baja de la ciudad, conectada con el foro y los demás edificios nobles por pasajes y calles aterrazadas. Sólo se distingue la cavea, la parte más alta del graderío. Lo demás se encuentra sepultado bajo tierra. Tanto el alcalde como el arqueólogo piensan que la conservación es muy buena y que cuando la Junta, de la que es patrimonio Singilia Barba, se decida a hacer las prospecciones, se encontrarán los elementos en buen estado.
En el foro, punto de encuentro de los ciudadanos, se han descubierto decenas de inscripciones dedicadas a los personajes de la época. Gracias a ellas se conoce la historia de una de sus moradoras ilustres, Acilia Plecusa, una esclava que se convirtió en señora tras enamorar a su dueño.
Hacia el siglo II antes de Cristo el valle sufrió una invasión de piratas del norte de África. Ya en el siglo XVI, los sillares que formaban los muros de la ciudad fueron utilizados para edificar algunas de las iglesias más significativas de Antequera.
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