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Carros de combate rusos para la Alianza del Norte

Enric González

El material de guerra prometido hace mes y medio por el presidente ruso, Vladímir Putin, ha comenzado a llegar al norte de Afganistán. El secretismo que ha rodeado en los dos últimos días el paso del río Amurdaria, donde la Alianza del Norte bloqueó la salida de periodistas hacia Tayikistán, tenía otro motivo que el de elevar el precio de la mordida. Unos 100 blindados y cuatro decenas de carros de combate T-55, un modelo que no es de los más modernos del arsenal bélico de Rusia, cruzaron la frontera para reforzar la capacidad militar de esta coalición opositora al régimen de los talibanes.

Las dificultades de movimiento, con las primeras nieves cubriendo ya los pasos montañosos superiores a los 4.300 metros, impedirán su traslado por carretera a los frentes de Kabul. El aeropuerto que desde hace semanas se construye a hurtadillas en los alrededores de Gulbahar, localidad próxima a la boca del Panchir, podría ser la alternativa aérea. A pesar de disponer de una única pista de arena, este aeródromo de emergencia (el de Bagram se encuentra inutilizado por la cercanía de los talibanes y por su deterioro) podría albergar tanto helicópteros de transporte como aviones medianos del tipo C-130 Hércules.

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Lo más lógico, según los expertos, es que ese material se dirija al frente de Mazar-i-Sharif, segunda ciudad de Afganistán, próxima a las fronteras con Tayikistán y Uzbekistán, y cuya caída en manos de la Alianza aceleraría la conquista del norte del país y abriría una nueva vía hacia Kabul a través de Salang, la única carretera asfaltada de Afganistán. Los 400 kilómetros que separan Mazar-i-Sharif de la capital se pueden recorrer en 12 horas, una alternativa cabal a los cinco días que supone la actual ruta bajo control de la Alianza entre el río Amurdaria y las cercanías de Kabul.

Al valle del Panchir, la retaguardia inexpugnable de la Alianza del Norte, la que dio a Ahmed Masud el título de León del Panchir durante la ocupación soviética, ha llegado una delegación militar estadounidense cuya misión es colaborar con los mandos aliancistas en el diseño de un ataque sobre las posiciones de los talibanes.

Otro grupo de asesores similar aconseja desde hace una semana, en el norte, al general uzbeko Rashim Dostum sobre el mejor modo de capturar Mazar-i-Sharif. Ni esos asesores ni los bombardeos estadounidenses han logrado, por ahora, cambio alguno en la situación sobre el terreno. Dostum sigue estancado a pocos kilómetros del aeropuerto y no se ha producido el anhelado levantamiento interno de la población.

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