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Reportaje:

Ingenio para combatir el terror

Múltiples inventos salen a la venta en EE UU ante el pánico tras el ataque

Una buena dosis de terror agudiza el ingenio para encontrar soluciones. Inventores, empresarios, oportunistas y científicos están creando objetos, aparatos, utensilios, detectores, tests, artefactos, dispositivos y máquinas diversas contra el ántrax, la viruela, las bombas, las angustias, las fobias, los sustos y las sospechas. Van desde lo más ridículo hasta lo más ingenioso.

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Hace unos días, un ama de casa de Washington quemó parte de su cocina y sus facturas cuando quiso esterilizar su correo metiéndolo unos minutos en el microondas. Para evitar estos accidentes domésticos, Vital Living, una pequeña empresa de Carolina del Norte, ha ideado un kit casero para detectar ántrax. 'No es cuestión de alimentar el pánico', asegura el director de la firma, Don Podrebarac, 'sino de estar preparados. Debemos utilizar todos nuestros recursos y nuestro ingenio para que la gente civilizada pueda responder estos ataques'.

El PurTest Antrax, que debería empezar a venderse en noviembre por la módica suma de 25 dólares (algo más de 4.000 pesetas), es capaz, según Vital Living, de encontrar la bacteria en el aire o en cualquier material. El proceso es algo engorroso. Hay que diluir en agua un líquido rojo y dejar reposar el mejunje cerca del objeto o lugar sospechosos durante un día o dos a una temperatura de 35 grados (cuanto más caliente, más rápido salen los resultados). Si el líquido se vuelve amarillo es que hay ántrax.

Algo quizá más fiable, puesto que cuenta con el respaldo del Gobierno norteamericano, es el test de ZymeTX. El resultado es prácticamente cinematográfico. Utilizando una tecnología llamada quimioluminescencia, la compañía ha desarrollado un aparato que se ilumina como una luciérnaga (es la descripción oficial) ante la presencia del bácilo.

Más rudimentario es el invento de Gerry Calabrese, un vendedor de peceras de Florida, que ha diseñado el BioSafe Mail, un minitanque hermético con dos aperturas laterales, por las que se puede manejar el correo con guantes de plástico especiales. No es ninguna baratija: 47.000 pesetas. Ya francamente caro y bastante más dramático es el paracaídas de Executivechute. Las imágenes de los empleados de las Torres Gemelas, atrapados en sus oficinas, saltando en el vacío hacia una muerte segura tuvieron tanto impacto en los norteamericanos que esta compañía de Michigan ideó el instrumento definitivo para combatir las nuevas fobias hacia los rascacielos: un miniparacaídas por 800 dólares (unas 140.000 pesetas), más rápido y más pequeño que uno normal y que se puede abrir desde un décimo piso.

'Ésta es la última opción. Es como ponerse un salvavidas cuando estás en un barco. Es algo que esperas no tener que utilizar nunca', comenta el presidente de la compañía, John Rivers, que no da abasto con tanto pedido. Expertos en paracaidismo aseguran que lanzarse al vacío sin experiencia previa es casi tan suicida como saltar sin nada, pero Rivers piensa que su producto puede salvar la vida de sus clientes. 'Yo se lo aconsejaría a mis propios padres'.

El producto más atípico de toda esta parafernalia del terror es, sin duda, el nuevo sujetador que la marca Triumph piensa sacar en diciembre. El Frequent Flyer's Bra está pensado para la mujer de negocios que viaja mucho y que siempre hace sonar los detectores de metales de los aeropuertos, ahora mucho más sensibles a cualquier objeto metálico. Por ello el nuevo modelo de sujetador sólo contará con un soporte de resina y unos corchetes no magnéticos para evitar situaciones incomódas en los controles.

'Esta prenda', afirma la filial japonesa de Triumph, 'evita que el personal de seguridad de los aeropuertos pierda el tiempo con falsas alarmas, lo que ralentiza el proceso de embarque' y el proceso de identificación de posibles sospechosos. El sujetador estará disponible en blanco, naranja y azul.

Una mujer sigue las explicaciones sobre el uso de una máscara antigás en una tienda de Nueva York.
Una mujer sigue las explicaciones sobre el uso de una máscara antigás en una tienda de Nueva York.AP

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