'Para abrir un proceso de paz hay que dar aire a EH, no ilegalizarla'
Pregunta. Su propuesta es casi un imposible: acercarse a la situación vasca sin prejuicios.
Respuesta. Realmente difícil, sobre todo porque en los dos últimos años los medios se han dedicado a dibujar una Euskadi llena de prejuicios. Y la derecha española comenzó criminalizando al terrorismo y siguió con la izquierda abertzale y el PNV. Esto lo contamina todo y ahora se criminaliza a los movimientos okupa o antiglobalización.
P. De igual manera dice que todo ha valido para echar al PNV. Y es especialmente crítico con la prensa antes del 13-M: periodismo 'frívolo', 'periodistas indocumentados'.
R. Mi visión del periodismo en el que estamos y del que viene es muy pesimista. Todo el mundo se atreve a escribir y opinar de todo; incluso a frivolizar con un tema como el vasco, en el que hay muertos. Esto requiere una especialización y aquí hay gente que se vende por un titular y un hueco en primera página. Llegan tiempos de periodismo alternativo, donde esta profesión no está tan mediatizada por los poderes económico y político. La libertad de expresión está sufriendo el embate más fuerte desde el final del franquismo, con resortes más sofisticados e incluso en nombre de la democracia.
P. Pero al final el 'todo vale' ha producido el efecto contrario al deseado. ¿Qué ha pasado?
R. Es que la sociedad vasca es muy madura. Se fía muy poco de la prensa y además lee siempre más de un periódico.
P. Su libro tiene un recuerdo especial para su amigo Ernest Lluch, asesinado por ETA. Pero también censura la utilización de las víctimas del terrorismo.
R. Pondré dos ejemplos: los familiares de las víctimas de Hipercor han tenido que batallar legalmente hasta el Supremo contra el abogado del Estado, que debería haber defendido sus derechos. Y, ahora, cuando el Estado decide reconocer a las víctimas, condecorarlas más bien, el primer rehabilitado es un torturador como Manzanas.
P. En un momento del libro menciona la descapitalización de líderes en el PSE. Y fíjese en qué crisis se encuentra ahora.
R. Enumero a gente como Benegas, Solchaga, Eguiagaray o el propio Jáuregui. Que yo sepa, su labor fuera de Euskadi no ha tenido ni la mitad del peso que podían tener aquí. El mensaje de Redondo, que me parece un político mediocre, lo veo perfectamente en el PP. ¿Qué relación tiene lo que ha dicho en estos últimos años con las señas de identidad de la izquierda? Ese discurso ha sustraído a la sociedad vasca de un partido de izquierdas autónomo, con una política represiva diferente de la derecha. Por eso tampoco entiendo el pacto antiterrorista.
P. Asistimos a un momento histórico en Irlanda con el desarme del IRA y la desmilitarización. Dice que allí ha sido posible porque 'los políticos decidieron sobre los militares'. No es nuestro espejo.
R. En Irlanda, la izquierda republicana civil manda sobre la militar. En la izquierda abertzale mandan los que tienen los hierros. La solución pasa por incentivar a la izquierda abertzale civil, darle aire, cancha y no ilegalizarla como dice Aznar. En vez de potenciarla para que arrastre al sector militar a otras coordenadas, se la persigue. El fin de ETA exige más imaginación
P.¿Y qué imaginación se puede aplicar al que asesina a todo aquel que no piensa como él?
R. No veo otra solución. La respuesta represiva es impecablemente democrática y necesaria, pero no la solución. Se ha buscado en el diálogo y, tal y como están las cosas, no funciona. Hay que trabajar por la paz en las catacumbas, no con grandes espectáculos como la Conferencia de Elkarri, aunque está muy bien su trabajo de sensibilización. Con decorados de Hollywood no vamos hacia la paz.
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