La precaria situación social de los gitanos provoca que la mitad de ellos falte a clase
Un estudio denuncia el desconocimiento de la cultura gitana que hay en las escuelas
Casi la mitad de los alumnos gitanos (el 48,9%) falta con regularidad a clase. Así lo pone de manifiesto un estudio realizado en 167 municipios pequeños y medianos de Andalucía donde se han contado 3.320 escolares de esta etnia. El informe, que acaba de finalizar la Universidad Jaume I, de Castellón, revela que el alto índice de absentismo está mucho más relacionado con el entorno socioeconómico de esta población y con el contexto escolar, que con lo que se ha venido identificando hasta ahora como causas culturales propias de esta etnia.
Tan sólo el 30 % de los alumnos que faltan a clase con regularidad (cinco o más días al mes) lo hace por razones que nunca están justificadas: la madre se duerme, los niños no quieren ir a la escuela o, simplemente, no le ven ninguna utilidad. El 70% restante puede alegar motivos que, en algunas ocasiones, el informe entiende como 'justificados'. Esto es, cuando el entorno socioeconómico de sus familias les obliga a cambiarse de domicilio por necesidades laborales. 'Es la situación económica la que determina el éxito o el fracaso escolar de estos chavales y no el ser gitano', opinan los investigadores.
La razones de la escuelaPero los investigadores consideran además que el absentismo entre los gitanos a veces 'se refuerza desde el propio contexto escolar, de manera que los logros académicos y las relaciones que se establecen en la escuela puden determinar y explicar en cierta medida el problema', que es, según la catedrática Ana Giménez Adelantado, extrapolable al resto del país. Una situación, en la que, por tanto, los maestros no están libres de pecado.
El estudio revela que, a pesar de que el profesorado asegura no tener rechazo hacia estos alumnos -responsabilizan especialmente al entorno familiar de la desmotivación de los chavales y de su fracaso escolar-, las actitudes de los docentes hacia ellos también determina la asistencia a clase o el absentismo. 'Entre los niños gitanos y los enseñantes se produce una incomunicación de carácter socioafectivo puesto que tienen unas estrategias de relación distintas. La mayor parte de los profesores no son conscientes de la importancia que tienen para sus alumnos gitanos las relaciones afectivas porque no conocen la cultura gitana ni sus estrategias sociales'.
También tiene que ver con las relaciones con los otros compañeros y con que obtengan un buen rendimiento escolar. 'Los niños gitanos tienen una conciencia muy clara de su situación de marginación y del rechazo que despiertan, por eso un entorno afectivo es fundamental para su integración escolar', reza el informe.
El estudio es parte de un proyecto europeo (Opre Roma) sobre la educación de la infancia gitana en Europa en el que además de la Jaume I participan la Universidad de la Sorbona (Francia) y la de Florencia (Italia) y pone de manifiesto que el absentismo de los gitanos está también ligado al tamaño de la población en la que viven: cuanto menor es la localidad, menos faltan a clase. Un fenómeno que se produce a la inversa con escolares payos. 'Los niveles de marginalidad y de vivienda precaria que soporta la minoría gitana son mucho mayores en las ciudades que en los pequeños pueblos del medio rural'. Además, es mayor el conocimiento que tienen las familias de la escuela y más estrecha su relación con los maestros en una población de menos de 1.000 habitantes que en una de más de 30.000.
Los escasos datos nacionales sobre la población escolar gitana indican que el absentismo extremo alcanza un 10% y el esporádico un 35%; que el fracaso escolar es entre un 60% y 70% y el abandono prematuro de las aulas antes de segundo de secundaria ronda el 30%.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.