La Iglesia y los progres
Soy profesor de religión de la red pública en Álava y miembro de la asociación de profesores de religión APPRECE-Jalgi Hadi de Euskadi, asociación mayoritaria en todo el Estado español y miembro a su vez de la Asociación de profesores de religión en centros públicos de Europa EFTRE (European Forum for Teachers of Religious Education). Como representante de mi asociación ha asistido a la última de nuestras conferencias trienales, celebrada este año en Edimburgo (Escocia), donde he comprobado que en toda Europa (a excepción de Francia) se sigue impartiendo la asignatura de religión en los centros públicos y que lo que preocupa son otros temas relativos a la calidad de enseñanza y a los nuevos retos pedagógicos en la asignatura de religión.
Al regresar me encuentro en la prensa española que el gran tema es el relativo a los tres o cuatro casos de profesoras de religión que han sido relevadas de sus cargos por los respectivos delegados episcopales. Ciertamente, han sido casos dolorosos y tristes para todos, pero lo que más me sorprende es que esos mismos poderes mediáticos, sindicatos, partidos, etc. que han puesto el grito en el cielo han sido mudos cómplices mientras en el mandato del anterior Gobierno se ha tenido no a tres, ni cuatro profesoras, sino a más de 10.000 profesores de religión de primaria sin seguridad social, cobrando una miseria de unas 30.000 pesetas al mes y en unas condiciones que, en otro caso, ese mismo Gobierno no habría dudado en denunciar. ¿Dónde estaban entonces todas esas baterías mediáticas denunciando esa terrible situación de todo un colectivo de trabajadores. Quizá lo que más vende es meterse con la Iglesia, aunque no se diga toda la verdad o se tergiverse la realidad de los hechos, porque eso sigue dando una gran imagen de progre.
Sin embargo, como educador cristiano y profesor de religión, lo que más me preocupa es que una vez más, mientras una España le saca ideológicamente los ojos a la otra, nuestros alumnos se queden ciegos en cuanto a cultura religiosa y al mensaje de apertura a la trascendencia se refiere y, una vez más, perdamos el tren de Europa en lo relativo a la asignatura de religión.
