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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El frente informativo

La coalición internacional puede estar perdiendo la batalla de la propaganda contra Bin Laden y los talibanes, ha advertido Tony Blair. En una guerra larga y en la que es decisivo el papel de los aliados musulmanes, la batalla de la opinión no se gana con censura, como parece pensar Bush. Al revés: podría ser utilizada por los regímenes autoritarios para legitimar su propia censura.

En la estela de Jomeini, que combinaba teocracia y ordenadores, Bin Laden utiliza una cadena de televisión por satélite de Qatar para difundir sus mensajes. Washington ha pedido al Gobierno, nada democrático, de ese país que limite la difusión de esos mensajes, y ha rogado a las cadenas estadounidenses que no los difundan: para no hacer el juego al enemigo, que podría utilizar esas plataformas para enviar instrucciones a sus comandos. Las cadenas estadounidenses han aceptado la recomendación, pero no las europeas. Por razones de principio y porque esa censura es inútil cuando los mensajes se distribuyen a todo el mundo a través de Internet.

El mayor problema atañe a la dificultad para discernir la realidad de la propaganda. Actualmente no hay un solo corresponsal occidental en la zona de Afganistán controlada por los talibanes, y no hay control de veracidad sobre las imágenes pregrabadas, como el famoso mensaje de Bin Laden. Bush, tras unas filtraciones, pretendió recortar el número de congresistas con acceso a información confidencial, aunque ha dado marcha atrás, pues sabe que necesita todos los apoyos.

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La verdad es la primera víctima de la guerra. En ésta, los canales de información, y por tanto, de desinformación, son más numerosos que nunca. El Pentágono, pese a sus promesas en sentido contrario tras la guerra del Golfo, ya avisó que racionaría la información. En un conflicto, como en una operación policial, la responsabilidad de los medios debe llevar a no difundir algunas informaciones secretas, importante desde el punto de vista operativo. Pero el llamamiento a la responsabilidad no debe conllevar a la censura en nombre del patriotismo.

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